La música del Pacífico colombiano, con su riqueza rítmica y melódica, ha sido un vehículo esencial para la preservación de la memoria colectiva de las comunidades afrodescendientes. Instrumentos como la marimba de chonta y el guasá no solo son herramientas musicales, sino también símbolos de resistencia cultural y espiritualidad. Su protagonismo en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, celebrado anualmente en Cali, resalta su importancia en la identidad afrocolombiana.
Historia y origen de la marimba de chonta
La marimba de chonta, conocida como el "piano de la selva", es un instrumento de percusión melódica que se ha convertido en el alma de la música del Pacífico colombiano. Su origen se remonta a las comunidades afrodescendientes que, durante la época colonial, fusionaron sus tradiciones musicales africanas con los recursos naturales del entorno selvático. La marimba se construye utilizando 23 láminas de madera de chonta, 23 tubos de guadua y un tronco bañado en fibra vegetal, formando un armazón que produce sonidos profundos y resonantes.
El guasá: ritmo y tradición
El guasá es un instrumento de percusión que acompaña a la marimba, proporcionando el ritmo que estructura los cantos y bailes tradicionales. Fabricado generalmente en madera, su sonido característico se obtiene al raspar su superficie con las manos, creando una textura rítmica que es esencial en géneros como el currulao y el bunde. Su presencia en el Festival Petronio Álvarez es fundamental para mantener la autenticidad de las interpretaciones musicales del Pacífico.
La marimba y el guasá en el Festival Petronio Álvarez
El Festival Petronio Álvarez, establecido en 1996 en Cali, se ha consolidado como el principal escenario para la música del Pacífico colombiano. Este evento no solo celebra la música, sino también la danza, la gastronomía y las artesanías de la región. La marimba y el guasá son protagonistas en este festival, donde agrupaciones como Herencia de Timbiquí, Canalón de Timbiquí y la Fundación Escuela Canalón de Nidia Góngora han llevado la esencia del Pacífico a audiencias nacionales e internacionales.
Fabricación artesanal: un legado transmitido
La construcción de la marimba y el guasá es un proceso artesanal que se ha transmitido de generación en generación. La selección de la madera de chonta, su secado en el monte y el ensamblaje meticuloso son pasos esenciales para garantizar la calidad sonora del instrumento. Artífices como Baudilio Cuama Rentería, reconocido marimbero de Buenaventura, han dedicado su vida a la fabricación y enseñanza de estos instrumentos, asegurando su continuidad en la tradición musical del Pacífico.
“De Mayoras a Niños: La Tradición que Fluye”
En el Pacífico colombiano, la enseñanza de la marimba y el guasá combina sabiduría ancestral y prácticas contemporáneas, donde los niños aprenden a tocar no solo en escuelas formales, sino también en los espacios comunitarios y etnoeducativos, al lado de sus mayores. Como me manifestó un experimentado tocador de marimba: “los niños observan, imitan y sienten el ritmo desde muy pequeños; no hay fórmulas estrictas, se aprende tocando, escuchando y compartiendo con los músicos de la comunidad”.
De manera similar, una de las cantoras me relató cómo su aprendizaje fue guiado por sus mayoras: “Ellas me enseñaron a cantar, a comprender los tiempos, a respetar cada sonido; su enseñanza era paciente, como un río que nos va llevando, y cada interpretación era un acto de memoria y de amor por nuestra tradición”.
Esta combinación de aprendizaje empírico y transmisión intergeneracional refleja la riqueza de un patrimonio musical que se mantiene vivo, donde la práctica cotidiana, la escucha atenta y la interacción con los portadores de tradición son las principales pedagogías para formar nuevas generaciones de músicos y cantaoras del Pacífico colombiano.
Entrevistas con músicos y cantaoras del Pacífico
En conversaciones con músicos y cantaoras de la región, se destaca el profundo vínculo espiritual y cultural que existe con la marimba y el guasá. Para muchos, estos instrumentos son más que herramientas musicales; son portadores de historias, creencias y emociones. La maestra Magaly Canalón, por ejemplo, nos ha expresado, "el guasá es mi confidente", reflejando la conexión íntima que los artistas sienten con sus instrumentos.
Legado y proyección futura
La marimba y el guasá continúan siendo pilares de la identidad afrocolombiana. A través de festivales como el Petronio Álvarez y la labor de artistas y educadores, estas tradiciones musicales se mantienen vivas y se adaptan a los tiempos modernos. El compromiso con la enseñanza, la investigación y la difusión de estos géneros asegura que las futuras generaciones puedan experimentar y valorar la riqueza sonora del Pacífico colombiano.
Procesos etnoeducativos vividos
Asistir al Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez en su versión de este año 2025 fue como entrar en un universo donde los sonidos tienen memoria y las notas llevan historias de siglos. Cada golpe de marimba, cada rasgueo de guasá, resonaba no solo en mis oídos, sino en mi cuerpo y en mi corazón, como si los ritmos del Pacífico colombiano latieran dentro de mí.
Compartir con las cantaoras y los tocadores, observar sus manos danzar sobre los instrumentos, escuchar la sinfonía de madera, bambú y fibra que surge del aire, fue experimentar un diálogo entre pasado y presente, entre la tierra y quienes la habitan, entre lo humano y lo ancestral.
Tanto me conmovió esta experiencia que terminé comprando mi propio guasá, y al tocarlo sentí cómo cada sonido era un puente, una conversación íntima con la comunidad, con los territorios negros de Colombia y con la historia que ellos portan.
Al concluir cada interpretación, es inevitable ver cómo todos los presentes músicos, público, visitantes quedamos entrelazados por el ritmo, por la memoria compartida, por la emoción que une generaciones y culturas. La marimba y el guasá son mucho más que instrumentos: son guardianes de identidad, puentes de resistencia, hilos invisibles que tejen mundos y creencias, capaces de hacer que cada nota trascienda el instante y se convierta en experiencia colectiva.
Orlando Fals Borda nos recuerda que el conocimiento surge de la praxis, de la interacción con quienes hacen la cultura viva; y en cada golpe, en cada vibración de estos instrumentos, se percibe esa sabiduría que solo la experiencia directa puede revelar.
Fernando Ortiz, por su parte, nos enseñó que la música de los pueblos negros no es solo expresión artística, sino instrumento de resistencia, memoria y encuentro, un lenguaje que trasciende palabras y fronteras, y que transmite la historia de los territorios afrodescendientes con su fuerza y belleza única.
Hoy, al recordar esas jornadas, siento un profundo agradecimiento hacia los portadores de esta tradición: las cantaoras que llenan el aire de voces cargadas de historia, los tocadores que imprimen vida a la madera y la caña, los artesanos que crean estos instrumentos con paciencia, amor y conocimiento ancestral.
Gracias a ellos y ellas, la marimba y el guasá nos ofrecen el regalo invaluable de tocar, escuchar y sentir la memoria de un pueblo, un legado que es patrimonio vivo y que nos recuerda que la música no solo se escucha, sino que se comparte, se celebra y se habita.
En cada acorde y cada ritmo del Pacífico colombiano, aprendemos que los sonidos unen culturas, creencias y generaciones, y que cada interpretación es un acto de comunión entre la historia, la identidad y la humanidad misma. Hasta la próxima semana.
Referencias
Arteaga, J. (2020). Guasá Conuno y Marimba. Gladys Palmera.
Botero, M. C. (2022). Las músicas del Pacífico colombiano como forma de resistencia. Universidad Javeriana.
Canalón de Timbiquí. (2024). 25 años de resiliencia al ritmo del Pacífico colombiano. El País.
Serrano Arango, S. (2018). Los instrumentos del Pacífico: un breve manual para conocerlos. Semana.
Universidad Javeriana. (2022). Las músicas del Pacífico colombiano como forma de resistencia.
El País. (2024). Canalón de Timbiquí, 25 años de resiliencia al ritmo del Pacífico colombiano.
HJCK. (2024). La marimba resuena con ecos de una cultura que se niega a morir en el Pacífico colombiano.
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