Las Mémoires de Isaac Louverture no son verdaderas memorias, sino un intento de rescatar la figura de su padre mediante la exaltación y la fábula. Escritas como monumento filial más que como testimonio histórico, constituyen un relato novelero en el que la invención sustituye a la crónica.

Sus notas historiográficas revelan la ambición de ser intérprete de los acontecimientos, aunque en realidad repite tradiciones y relatos oficiales. Quiere hacer historia, pero escribe como hijo  fervoroso. En contraste, las cartas con su esposa Louise Chancy muestran un tono íntimo y humano: el destierro, la ruptura familiar y la carga del apellido Louverture. Allí desaparece la retórica heroica y emerge el hombre vulnerable.

Esta glosa se propone analizar este tríptico —Mémoires, notas historiográficas y cartas— donde mito y derrota se entrelazan. Isaac no fue un historiador imparcial, sino un arquitecto de la memoria de Toussaint, revelando a la vez la grandeza y las fisuras de su legado . Estudiaba con Placide en la Institution coloniale de París (antiguo Colegio de la Marche), donde permanecieron seis años, antes de regresar con la expedición de Leclerc en 1802.

Aquí vivió Isaac Louverture hijo de Toussaint Louverture precursor de la independencia de la República de Haití fallecido en 1854 en Burdeos sepultado en el cementerio de la Chartreuse está placa ha sido desvelizada por Alain Juppe diputado y alcalde deBurdeos el 4 de abril 2003

La audiencia con Napoleón en las Tullerías

Antes de zarpar de Brest, fueron invitados por el Primer Cónsul al Palacio de las Tullerías. Isaac relata este encuentro con la devoción de un creyente que ha visto a Dios. Afirma que Bonaparte los recibió con sonrisas, habló de paz, honró a su padre llamándolo “gran hombre” y prometió protección para Saint-Domingue. Incluso, según Isaac, lo interrogó sobre matemáticas, satisfecho de sus respuestas, como si el futuro de la colonia dependiera de un examen escolar.

En la pluma de Isaac, este episodio parece una reconciliación, casi una adopción política. Bonaparte aparece como padrino magnánimo que envía a los hijos de Toussaint a tranquilizar al padre y a asegurarle que la expedición no tenía intenciones hostiles. La anécdota glorifica a ambos: al cónsul, por su aparente generosidad, y al padre, por el reconocimiento de Europa.

Pero el análisis revela lo contrario. La escena fue una farsa cuidadosamente orquestada. Mientras prometía paz a los hijos, Bonaparte ya había firmado la orden destinada a desarmar y eliminar a Toussaint. No fue gesto de cortesía, sino mecanismo de manipulación: los muchachos eran peones en una partida con desenlace previsto. Isaac convierte esa mentira diplomática en acto de verdad política. Napoleón nunca quiso honrar ni proteger a Toussaint; lo necesitaba neutralizado para restaurar la plantación colonial. Y sin embargo, Isaac insiste en que lo llamaron “gran hombre”, como si las palabras pudieran borrar la traición.

El problema no es que Bonaparte mintiera —lo hacía siempre, y con éxito—, sino que Isaac reproduce esa mentira y la embellece. Así, el hijo traiciona lo que debía ser su tarea: desmontar la farsa. Prefiere legitimar el engaño con un barniz sentimental. El encuentro de las Tullerías es la matriz de todo su relato: repetir la propaganda del adversario como testimonio histórico. Al hacerlo, no solo fabrica un mito sobre su padre, sino que muestra hasta qué punto la historia puede deformarse por la necesidad de creer en la bondad de quienes lo destruyeron.

La llegada a Samaná

Isaac cuenta la llegada a la bahía de Samaná como si fuese un trámite logístico: barcos que se encuentran, pilotos que informan, un consejo de guerra que reparte destinos. Omite que allí quedó desenmascarada la mentira fundacional. Bonaparte les había jurado en París que la expedición era pacífica y Leclerc venía como aliado. Apenas el Océan lanzó anclas, el primer consejo de oficiales organizó la invasión: Boudet al oeste, Rochambeau al norte, Kerverseau a Santo Domingo.

Isaac escribe que él y Placide protestaron por escrito, como si dos adolescentes pudieran torcer la voluntad de un ejército de 25 mil hombres. Esa carta fue ignorada. El gesto solo sirve para adornar la memoria filial con un barniz de heroísmo moral. La realidad es que Samaná marca el paso de la comedia parisina de las promesas a la tragedia colonial de la guerra. Isaac, fiel a su método, convierte la preparación de un crimen en escena administrativa.

El viaje imposible a África

Isaac recordaba —o inventaba— que su padre quiso embarcarse hacia África, no para conquistarla, sino para libertarla. En su relato, Toussaint aparece como héroe bíblico que soñaba con caminar desde el Cabo Haitiano hasta el Congo para abolir cadenas en cada aldea. Jamás hubo decreto ni consejo que lo contemplara, pero Isaac lo convierte en prueba de la vocación universal del padre. Era, en el fondo, la fábula de un hijo que necesitaba creer que el progenitor no se reducía al gobierno de una isla, sino que guardaba en su pecho la redención de un continente.

En 1802, mientras el ejército francés desangraba la colonia y Toussaint era conducido al Jura, Isaac se casaba con Louise Chancy. La evoca como milagro: joven de voz suave, esposa en medio de la catástrofe. Aquella unión fue más acto de resistencia que de amor, intento de fundar una rama de la familia sobre las ruinas del linaje.

Placide, su hermanastro, creció bajo la sombra protectora de Toussaint, pero el afecto se tornó competencia. Isaac recuerda la relación como una partida interminable por el favor paterno y la legitimidad del apellido. Placide se creía heredero natural; Isaac, con la sangre directa, reclamaba el derecho del primogénito. La tensión culminó cuando Placide se casó con Madame Lacaze, sellando la separación definitiva: Isaac se aferraba al recuerdo de Toussaint, mientras Placide parecía dispuesto a vivir sin él, como si quisiera escapar de una sombra demasiado pesada.

La última reunión familiar

.La última reunión de Isaac Louverture con su padre ocurrió en Brest, a donde la familia llegó el 12 de julio de 1802 a bordo del Héros, tras veintiséis días de navegación desde Saint-Domingue. Lo acompañaban su madre Suzanne Simon Baptiste, su hermano Saint-Jean, su sobrina Louise Chancy y el sirviente Mars Plaisir. El buque permaneció en cuarentena cerca de un mes.

Después, las autoridades francesas separaron a la familia: Toussaint fue arrestado por la gendarmería y trasladado primero a Landernau, luego a Morlaix y finalmente al Fuerte de Joux, donde moriría en 1803. La despedida en Brest fue desgarradora: Toussaint se despidió “para siempre” de Suzanne, de Isaac y de Saint-Jean, quienes lo acompañaron entre lágrimas en ese último instante.

De Fatras Baton a Toussaint Louverture

En la tradición francesa, fatras designa un revoltijo, y baton, el mando. Así motejaron a Toussaint: Fatras Baton. El general Caffarelli, edecán de Napoleón que lo interrogó en Joux, lo describió como un hombre delgado, muy negro, de pómulos salientes, boca grande, sin dientes superiores, rostro móvil y mirada de disimulo. Parecía tranquilo, resignado, pero sufría intensamente el frío. Su figura menuda, media 5 pies y 1 pulgada.Era un hombre de inteligencia excepcional, aunque de aspecto humilde, en contraste con sus lugartenientes: Dessalines, alto y robusto. 6. 4 de estatura; Maurepas, de talla media 5. 8; Christophe, imponente. Toussaint, considerado genio militar por su capacidad de abrir brechas en las líneas enemigas, tomó de ahí el nombre de Louverture.

Sus hazañas le valieron el título de Napoleón negro; C. R. James lo llamó Espartaco negro. Fue jinete extraordinario, apodado Centauro de la sabana. Venció a españoles, ingleses y mulatos; mantuvo a los negros en plantaciones para preservar la producción; integró un gabinete de intendentes blancos y llamó a los plantadores a restablecer el comercio. Reconocía la pluralidad de la colonia: blancos, criollos, bozales, mulatos y libertos. Frente al exclusivismo de Dessalines y Christophe, propuso unidad. Por ello, en 1998 fue exaltado al Panteón francés.

Caffarelli señaló que apenas escribía en francés y se expresaba con dificultad. Su fuerza residía en la astucia instintiva, en silencios calculados y frases ambiguas: hizo de la opacidad un método y de la ambigüedad un sistema de poder.

En las memorias de Isaac, aparece el Toussaint íntimo: hijo de Hippolyte, de la nación Arada; hablaba ewe-fon y créole; mantuvo buenas relaciones con su amo Bayon de Libertat, a quien protegió en la revolución. Poseyó un fundo con trece esclavos antes del levantamiento. Aprendió esgrima y estrategia de un oficial francés, y leyó a Clairac, al abate Raynal y  al abate Grégoire. Su padrino Pierre Baptiste le transmitió saberes de francés, latín y geometría. Sentía devoción por Pelagie, su madre de crianza.

Ganó fama por su disciplina; venció a Biassou, aunque lo respetó devolviéndole objetos personales. Presentaba a sus oficiales como hombres de gran presencia, impresionando a franceses. Fue severo, pero también magnánimo: perdonó a emigrados, ayudó a familias coloniales y usó la metáfora del agua y el vino para simbolizar unidad racial.

Era sobrio: comía queso y tortilla, bebía vino ligero, dormía poco. Usaba pañuelo madrás, trabajaba hasta en la bañera, amaba las rosas y la música militar. Visitaba hospitales y prisiones, se casó con Suzanne Simon Baptiste, crió a Placide y adoptó a Rose. Montaba caballos veloces con maestría. Según Isaac, Dessalines lo calumnió ante Leclerc; Christophe, obediente al principio, entregó luego plazas sin permiso; Maurepas fue fiel, pero forzado a rendirse y asesinado con su familia.

En uno de los pasajes más conmovedores, Toussaint Louverture concibió un audaz plan para atacar la retaguardia del General Leclerc, en las cercanías de Plaisance

identificó entre las tropas europeas el uniforme del 9º regimiento de Saint-Domingue. Se dirigió directamente a los soldados de este regimiento con las siguientes palabras: " ¡Soldados del 9º, ¿osaréis disparar contra vuestro general y contra vuestros hermanos?!". Fue tan grande el estremecimiento que los soldados cayeron de rodillas. El texto indica que, si las tropas europeas no hubieran abierto fuego y avanzado, todo el 9º regimiento se habría unido a Toussaint-Louverture.

Su retirada fue cubierta por una compañía de fusileros y algunos dragones a pie, protegiéndole de las tropas del general Desfourneaux, quienes le disparaban de frente y por un flanco a lo largo del empinado y sinuoso camino.

Isaac Louverture murió en Burdeos sin descendencia en 1854, rodeado de papeles que más revelan sus carencias que sus certezas. Sus Mémoires y Notes historiques son menos una contribución a la historia que un ejercicio de manipulación sentimental: exaltan a Toussaint como héroe moral, borran sus contradicciones y silencian los aspectos más incómodos de su gobierno.

La rivalidad con Placide marcó no solo su vida personal, sino también la construcción de su relato: escribir era para Isaac un pleito prolongado por la herencia simbólica del apellido. A la vez, practicó una autocensura que lo volvió rehén del contexto político: presentó a un Toussaint moderado cuando convenía a la Restauración, y solo en notas privadas dejó entrever al caudillo abolicionista y violento.

La conclusión es implacable: Isaac no fue historiador, sino litigante. No escribió para esclarecer, sino para apropiarse de una memoria. Y en ese intento, redujo la complejidad de Toussaint a una figura de piedad edificante, mientras desfiguraba tanto la verdad histórica como a su propio hermano. Su obra, lejos de iluminar, confirma lo que la crítica debe recordar siempre: la historia contada desde la devoción es indistinguible de la mentira.  El autor de esas memorias deja muchas cosas en sordina; calla las contradicciones; se muestra reticente sobre la vida del caudillo. Se dice que tuvo 16 hijos, 11 murieron antes que él. Uno de los secretarios de Leclerc, Jacques Montbreton de Norvins nos desvela con su hallazgo una porción de la vida de Toussaint, eclipsada por el hijo. Al entrar en las habitaciones de su palacio “ Fue allí,—nos dice— en un gran armario de su despacho, donde, al revisar los papeles que contenía, puse la mano sobre un grueso legajo de cartas que relataban las numerosas galanterías del viejo negro con damas criollas distinguidas por su nacimiento y su belleza. Todas esas cartas estaban firmadas, y nada, ni siquiera los celos, había sido olvidado en ellas.(…)  un año después, en la audiencia que me concedió a mi regreso, el general Bonaparte me agradeció haber destruido ‘esos testimonios vergonzosos de la prostitución de las blancas’ (Norvins, 1896). Hay en la vida del Fatras Baton muchas escenas picarescas que se alejan sobremanera del santo glorificado que aparece en la prosa de Isaac Louverture.  De alguna manera, Toussaint Louverture se halla envuelto en la nebulosa ficción inventada por su hijo.

Referencias bibliográficas

  • Duprat, J. (2019, 4 septiembre). Placide et Isaac Louverture : une enfance en partage. Noire métropole.
  • Girard, P., & Donnadieu, J.-L. (2018-2019). “Mon père, ce héros : Toussaint Louverture d’après un manuscrit inédit de son fils Isaac”
  • Girard, P. R. (2013). “What Language Did Toussaint Louverture Speak? “The Fort de Joux

Louverture, Isaac:  (1825) Memoire d Isaac , fils de Toussaint Louverture, editeur Antoine Metral. Suivi de Notes historiographiques, et Lettres d´ Isaac Louverture et Louise Chancy.

Norvins, Jacques Montbreton:  (1896) Souvenir d historiens de Napoleon. Paris, Plon,Cf, Lettres  du géneral Leclerc, 1937,  Paris, Ernest Leroux.

  • Nemours, A. (1941). Histoire de la descendance et de la famille de Toussaint Louverture. Imprimerie de l’état

Manuel Núñez Asencio

Lingüista

Lingüista, educador y escritor. Miembro de la Academia Dominicana de la Lengua. Licenciado en Lingüística y Literatura por la Universidad de París VIII y máster en Lingüística Aplicada y Literatura General en la Universidad de París VIII, realizó estudios de doctorado en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de la Lengua (FLE) en la Universidad de Antilles-Guyane. Ha sido profesor de Lengua y Literatura en la Universidad Tecnológica de Santiago y en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, y de Lingüística Aplicada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue director del Departamento de Filosofía y Letras de la Universidad Tecnológica de Santiago y fue director del Departamento de Español de la Universidad APEC. Autor de numerosos textos de enseñanza de la literatura y la lengua española, tanto en la editorial Susaeta como en la editorial Santillana, en la que fue director de Lengua Española durante un largo periodo y responsable de toda la serie del bachillerato, así como autor de las colecciones Lengua Española y Español, y director de las colecciones de lectura, las guías de los profesores y una colección de ortografía para educación básica. Ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Ensayo de 1990 por la obra El ocaso de la nación dominicana, título que, en segunda edición ampliada y corregida, recibió también el Premio de Libro del Año de la Feria Internacional del Libro (Premio E. León Jimenes) de 2001, y el Premio Nacional de Ensayo por Peña Batlle en la era de Trujillo en 2008.

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