Bloqueo total, operación decapitación, invasión a gran escala, infiltración. Cuando se habla de un posible conflicto entre China y Taiwán, no faltan teorías sobre cómo Xi Jinping puede lograr su sueño de "reunificación".  

Por Nicolas Rocca, enviado especial en Taiwán, e Igor Gauquelin, desde París  

Un avión del ejército chino desaparece del radar en el sur de Taiwán. Pretexto suficiente para que el Ejército Popular de Liberación (nombre del ejército chino) lance un bloqueo de la isla, el comienzo de una invasión a gran escala. 

Este escenario es el de Zero Day, una serie de producción local que imagina la semana previa a la llegada de los hombres de Pekín a Taiwán. "Nos basamos en las diferentes posibilidades mencionadas por el Consejo Nacional de Seguridad ", explica en su oficina de Taipéi Cheng Shin-mei, la productora detrás del proyecto que debería ser emitido en 2025. 

Si bien en su Libro Blanco sobre el tema, publicado hace tres años, Pekín sigue favoreciendo la opción de la "reunificación pacífica", menos costosa económica y políticamente para el Partido Comunista Chino, las operaciones coercitivas también están siendo seriamente estudiadas. Diferentes opciones que se pueden aplicar al mismo tiempo.   

Decapitación  

"Durante mucho tiempo, y hasta 2022, China quería que todo el mundo creyera que su opción número uno era la de un ataque relámpago", estima Mathieu Duchâtel, director de Estudios Internacionales en el Instituto Montaigne. "Una mezcla de misiles balísticos y de crucero, ataques cibernéticos, operaciones especiales en suelo taiwanés, para dañar las capacidades militares, los centros de decisiones políticas", prosigue. Si este escenario es uno de los más atractivos para Pekín es también porque se corresponde con el potencial del Ejército Popular de Liberación (EPL).   

"China tiene capacidades de decapitación muy significativas", coincide Marc Julienne, director del Centro de Asia del IFRI (Instituto Francés de Relaciones Internacionales). La superioridad balística, naval y aérea china permitiría una rápida toma del poder. Pero esta opción es similar a la intentada sin éxito por Vladimir Putin en Ucrania, una realidad de la que Pekín parece ser consciente. 

Sobre todo, porque esto no permite responder a una cuestión crucial: "consolidar el control sobre la isla y sofocar la resistencia", subraya Alexandre Gandil, investigador del CERI (Centro de Estudios de Relaciones Internacionales de Sciences Po). Y según él, la geografía de Taiwán complica considerablemente la situación para un ocupante chino. La densa cubierta forestal de la isla, una alta densidad urbana y sus más de 250 picos por encima de los 3.000 metros sobre el nivel del mar crean un "relieve escarpado, desfavorable para un ejército externo y propicio para la constitución de focos de insurrección".

Desembarco  

Para lograr el gran sueño de "reunificación" —un término discutible, porque la República Popular China nunca ha controlado la isla desde que llegó al poder en 1949— será necesario en un momento u otro poner botas del EPL en suelo taiwanés. Y China se está preparando para esto. 

"Uno de los principales vectores de la modernización del EPL es el de la operación anfibia", considera Alexandre Gandil. Es decir, un desembarco en una de las 20 playas consideradas adecuadas. La geografía de la isla, así como las deficiencias del ejército chino, dificultan el transporte de muchos hombres y equipos militares a través de un estrecho de aguas turbulentas. 

"China no tiene suficiente transporte anfibio. Pero se está dando la oportunidad de llenar estos vacíos para finales de la década o 2027″, analiza Marc Julienne. Un momento clave: en otoño de ese año tendrá lugar el XXI Congreso del Partido, durante el cual Xi Jinping buscará un cuarto mandato. El esfuerzo por modernizar las capacidades anfibias chinas es público. Las imágenes satelitales han mostrado recientemente nuevas barcazas, que facilitarían un posible desembarco. También se menciona el uso de buques civiles para transportar equipos y tropas. 

Todas estas posibilidades no eliminan un problema importante: incluso después de intentar neutralizar las capacidades militares taiwanesas, "la flota anfibia sigue siendo vulnerable a las operaciones con drones", señala Duchâtel. Y Taiwán lo sabe. La producción de estos sistemas, que son fáciles de ocultar y producir en cantidad, es una de las prioridades del ejército. 

"Estamos disuadiendo a nuestro enemigo de lanzar una invasión imprudente al obligarlos a considerar los riesgos y costos inaceptables", comenta con prudencia el portavoz militar adjunto Chao Fu-chun, cuando se le pregunta sobre este escenario desde las oficinas del Ministerio de Defensa en el norte de Taipéi. La hipótesis de un desembarco o de una presencia militar duradera presenta dificultades consistentes para Pekín, que pueden ser complicadas de conciliar con sus prioridades políticas internas.

Bloqueo total

Existe por lo tanto una tercera vía que la multiplicación de las llamadas actividades en zona gris prepara cuidadosamente, con sus incursiones aéreas en la ADIZ (Zona de Identificación de Defensa Aérea), cortes sospechosos en los cables submarinos y ejercicios marítimos cerca de la isla. 

"El escenario más preocupante es el de una crisis en forma de bloqueo total con tres objetivos: desmoralizar a la población taiwanesa, hacer recaer la responsabilidad de esta operación en la personalidad del presidente Lai Ching-te, y demostrar la voluntad vacilante de Estados Unidos de proteger a Taiwán", explica Duchâtel. En otras palabras, aislar a Taiwán por completo. Digitalmente, cortando los 14 cables submarinos internacionales y 10 nacionales de los que depende el 99% de la conexión a internet de la isla. Pero también, organizar un bloqueo marítimo y aéreo.

Los recursos taiwaneses son limitados: dos meses para el carbón y el gas natural, seis meses para las reservas de alimentos y petróleo, según el CSIS (Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales). Tanto más cuanto que este aislamiento podría ir acompañado del bombardeo de estas reservas y de la movilización de fuerzas internas favorables a la ofensiva del PCC. Una operación que, al igual que un desembarco, podría simplificarse con la incautación de algunas de las islas que conforman el archipiélago taiwanés, como las Islas Pescadores, una valiosa base logística.

Pero Pekín tiene otras deficiencias para la implementación sostenible de este escenario, que haría que la sociedad taiwanesa, desgastada por el asedio, cayera en su redil por su propia voluntad. "Si China quiere crear una zona de exclusión aérea lo suficientemente amplia, un cierto número de aviones deben ser reabastecidos en vuelo. Está desarrollando su capacidad en esta esfera. El EPL ya dispone de un avión cisterna de reabastecimiento en vuelo autóctono para repostar todos sus aviones, y ahora tiene que producirlos en serie", precisa Marc Julienne.  

Mientras Pekín sigue aumentando la presión, el ejército chino sigue cambiando. El objetivo es claro: poder aplicar cualquiera de estos escenarios, o todos a la vez.

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