El desarrollo exponencial de la inteligencia artificial (IA), la automatización, el big data y la biotecnología ha transformado profundamente las condiciones de producción, comunicación y vida en el siglo XXI. Muchos consideran esta revolución tecnológica como el inicio de una nueva era: la era del Tecno capitalismo o incluso del tecnofeudalismo. Sin embargo, lo que pocos reconocen es que las categorías fundamentales del socialismo científico —formuladas por Carlos Marx y Federico Engels en el siglo XIX— no solo siguen siendo válidas, sino que ofrecen una clave crítica insustituible para comprender y transformar las nuevas formas de dominación, explotación y alienación propias del capitalismo digital.
- I. Ciencia, tecnología y relaciones de producción
Desde los Manuscritos económico-filosóficos hasta El Capital, Marx analizó cómo la técnica y el desarrollo de las fuerzas productivas no son fenómenos neutros, sino mediados por relaciones de poder y propiedad. Engels, en La Dialéctica de la Naturaleza, profundizó esta visión al plantear que el conocimiento científico se convierte en un instrumento de clase cuando está subordinado al capital.
En la actualidad, la IA y el big data no están orientados a liberar a la humanidad del trabajo alienado, sino a maximizar la rentabilidad y el control:
“Toda la historia de la humanidad, hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases.”
— Carlos Marx y Federico Engels, Manifiesto del Partido Comunista, 1848
La inteligencia artificial se emplea para controlar mercados laborales, gestionar cuerpos a través de algoritmos biométricos, automatizar decisiones judiciales y maximizar la productividad en fábricas inteligentes. Esta tecnología, lejos de reducir la jornada laboral o distribuir la riqueza, ha intensificado la precarización de la clase obrera, el desempleo estructural y la hiperexplotación del “proletariado digital”.
II. Plusvalía digital y acumulación por desposesión
Marx definió la plusvalía como la diferencia entre el valor creado por el trabajador y el salario que recibe. Hoy, el valor generado por los usuarios en plataformas digitales —ya sea mediante clics, datos, publicaciones o desplazamientos— no se remunera. Shoshana Zuboff ha denominado este fenómeno como “capitalismo de la vigilancia”, mientras que autores marxistas como Nick Srnicek y Evgeny Morozov han identificado el surgimiento de un nuevo modo de acumulación: la plusvalía digital.
“El capital es trabajo muerto, que sólo vive succionando trabajo vivo, y vive tanto más cuanto más trabajo chupa.”
— Carlos Marx, El Capital, Tomo I
Este modelo profundiza una lógica de extracción y desposesión digital: los datos personales, gustos, trayectorias y hábitos de millones de personas son recolectados, procesados y vendidos como materia prima de una economía cognitiva controlada por unas pocas corporaciones tecnológicas (Google, Amazon, Meta, Apple, Microsoft).
III. El nuevo proletariado digital
Si bien la automatización ha eliminado millones de empleos tradicionales, también ha creado una masa creciente de trabajadores invisibles:
- Click workers que validan datos para sistemas de IA.
- Conductores de Uber o repartidores de Rappi sin derechos laborales.
- Creadores de contenido que monetizan su existencia en redes.
- Programadores y técnicos sobreexplotados por startups del capital de riesgo.
Este nuevo sujeto social ha sido conceptualizado como “proletariado cognitivo” o “precariado digital”. Su existencia confirma una tesis central del socialismo científico: el trabajo sigue siendo la fuente del valor, aunque ahora disfrazado bajo nuevas formas. La explotación no ha desaparecido; se ha digitalizado.
IV. La contradicción fundamental: técnica liberadora, sistema opresor
Engels escribió que “cuando las fuerzas productivas desarrolladas entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, se produce una situación revolucionaria”. La tecnología contemporánea permitiría:
- Reducir la jornada laboral a 4 o 6 horas.
- Garantizar ingresos universales básicos.
- Democratizar el conocimiento.
- Automatizar tareas peligrosas o repetitivas.
Pero bajo el capitalismo, estas posibilidades son saboteadas. La IA no se usa para liberar tiempo para la vida, sino para extraer más valor en menos tiempo. El resultado es una paradoja: mientras la productividad aumenta, el desempleo, la ansiedad y la pobreza también lo hacen.
V. Internacionalismo y dependencia tecnológica
El socialismo científico denunció tempranamente el papel del imperialismo en su fase superior y ultima del capitalismo global. Hoy, esa dominación adopta la forma de tecno imperialismo: las patentes, las plataformas, las redes de datos y las infraestructuras digitales están controladas por potencias del norte global.
Los países no desarrollados, como República Dominicana, son convertidos en consumidores pasivos de tecnología, sin capacidad de decidir sus políticas digitales ni proteger la soberanía informacional. Esta situación exige repensar el internacionalismo proletario como cooperación tecnológica entre los países pobres, soberanía científica y emancipación cognitiva.
VI. Vigencia del materialismo histórico y del pensamiento revolucionario
La esencia del socialismo científico no es copiar modelos del pasado, sino interpretar críticamente la realidad para transformarla. Hoy, más que nunca, necesitamos un marxismo vivo, crítico, creador, capaz de:
- Denunciar la mercantilización de la vida digital.
- Comprender las nuevas formas de acumulación, control y poder.
- Construir alternativas políticas, económicas y culturales que enfrenten el dominio tecnocapitalista.
Como escribió Fidel Castro Ruiz
“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional ………”
No basta con indignarse ante las injusticias de la era digital. Es urgente construir un horizonte emancipador, donde la tecnología esté al servicio del ser humano y no del capital.
La inteligencia artificial y el desarrollo tecnológico no han superado el capitalismo; lo han profundizado. Pero también han creado las condiciones para su superación. El socialismo científico de Marx y Engels ofrece una brújula ética, política y epistemológica para comprender y transformar el mundo actual. No como dogma, sino como herramienta viva de lucha.
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