Fueron Palestina y el Vaticano a observar a una isla llamada La Española; esto fue en el año 2016; los eligieron porque después de todo son los dos únicos territorios observadores y un poco diferentes de los 195 países que conforman el mundo.

Le encomendaron esa tarea porque el territorio a observar y su gente eran pacíficos, pero últimamente sucedían hechos un poco diferentes a su tradición de ser una isla pacífica y alegre, de personas trabajadoras, estudiosas, honestas. Y nadie quería que eso cambiara: “La hermandad obliga a que esto no se deteriore y nos interesa la paz mundial”, les dijeron.

Los/as observadores con el ánimo lleno de optimismo prefirieron no documentar cuando escucharon que en República Dominicana están contentos con ese nombre de La Española y en Haití prefieren decirle Ayiti a la isla; pues prefieren una palabra de raíces africanas; dijeron que La Española refiere a la época de la colonización de parte de España: “Todo bien, se puede tener diferencia en cómo llamar a los hermanos” –pensaron.

En su observatorio no documentaron esta diferencia; después de todo estos observadores optaron por obviar lo tenso presente en la isla; tenían una férrea determinación de insistir en la armonía. Como buenos antropólogos y antropólogas con sesgo humanista, las/los observadores elegidos para tal tarea priorizaron el entendimiento y la alegría.

Y aunque los mismos observadores tenían alguna que otra diferencia entre  hacía tiempo que también decidieron obviarlas en sus relaciones y en sus propósitos.

Necesidades y negaciones

En las anotaciones de los diarios registraron, hechos, datos, observaciones, conversaciones, en que algunos/algunas trabajadoras cruzaban desde Haití a República Dominicana a trabajar en construcción, agricultura, servicios, desde hace muchas décadas, casi siglos…

También que algunos/algunas comerciantes, trabajadores de servicios, dominicanas cruzaban a Haití a hacer negocios. Había importaciones de mercancías, envíos de remesas. Desde hace décadas, siglos…: “-Después comparten un mismo territorio.”

Los/las observadoras comenzaron a estudiar la historia de esta gente y captaron que había dificultades antiguas para estar en negación sobre necesidades e intercambios compartidos, hasta en la política.

El informe global

Veinte años más tarde, en el 2036, los/as comisionados/as para hacer el observatorio rindieron su informe: “en la isla no observamos tensiones, ni negaciones, ni violencia; las relaciones y estadías están reguladas y los moradores de ambos países viven en bienestar; el trato es suave, hay diálogo, tienen habilidad para la escucha y para el trato digno”.

Después de todo, allá se desarrolla un turismo histórico, de olas, de sol, arena y afabilidad.”

Mildred Dolores Mata

Trabajadora social

Licenciada en Trabajo Social, PUCMM Maestría en Género y Desarrollo CEG-INTEC Feminista

Ver más