El odio y la intolerancia expresado en la llamada Antigua Orden Dominicana (AOD) se ha instalado con rostros y manos en la sociedad dominicana, y los cerebros apenas comienzan a aparecer; y debe preocupar a toda la gente de sentimientos democráticos y sensibilidad humana del país; pero el gobierno tiene que tener una preocupación especial.

Porque es a quien corresponde cuidar y garantizar la seguridad y la paz del pueblo y de la sociedad en general, que están siendo afectados por esa agrupación.

Y porque la tranquilidad social y política que de menos a más ha imperado en el país desde la conquista en 1978 de la apertura a las libertades públicas y los derechos democráticos, es un valor agregado al ambiente para las inversiones nacionales y extranjeras que tanto han gustado a los gobiernos, el actual, y los inmediatamente anteriores.

La paz y la tranquilidad han sido valores esenciales en el país, para la actividad política y social general; para la economía, el turismo y los negocios.

Pero tal y como advierte el editorial de ACENTO del 28 del corriente, desde hace tiempo un grupo fascista que exhibe símbolos de Trujillo y de Hitler, se viste con atuendos militares, agrede toda manifestación de reclamos de derechos humanos y ha llegado hasta agredir la Misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Esto va a más. Ha agredido mujeres que reclaman las tres causales; a ciudadanos que expresaban repudio a los bombardeos de Israel contra el pueblo de Gaza – Palestina; atacan a migrantes haitianos y a quienes reclamamos un trato digno y humano para estos; amenazaron con asaltar la sede de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); recién han querido vandalizar la Escuela Multitemática y la Biblioteca Miguel Ángel Muñiz Arias.

Y ya están integrando a su discurso el anticomunismo, con una propiedad conceptual que sugiere pensar en la existencia de un cuerpo de pensantes ocultos en esa organización.

Ahí están muchos componentes fascistoides.

Se ha instalado un bicho raro en el país, generador de intranquilidad y miedos que no tardará en convertirse en un grave problema nacional y para la imagen del país.

No debe haber discusión respecto al derecho de la llamada AOD a expresar sus sentimientos, cuales sean. Pero no tiene en absoluto ningún derecho a constituirse en autoridad de facto, por sobre las autoridades públicas, con la anuencia o la indiferencia de estas, y agredir verbal y físicamente a quienes disentimos de sus valores e ideas.

Aquí es válido recordar la frase de S.G. Tallentyre en su libro "Los amigos de Voltaire" (1906), que decía "estoy en absoluto desacuerdo con sus ideas, pero respeto hasta la muerte el derecho que usted tiene de expresarlas". Una síntesis de la necesidad de la libertad de expresión y de libertades públicas.

El gobierno y el PRM, cuya base social principal se forjó en el PRD liderado por el Dr. Peña Gómez, que luchó tanto como la Izquierda contra la Banda Colorá por la conquista del espacio de tolerancia política que la AOD hoy amenaza, debe definirse en palabras y hechos frente a esta.

Un asunto tan grave como esta amenaza, no debe ser valorada con una calculadora de votos electorales; si da o quita votos, no es una cuestión para verdaderos partidarios de la democracia.

Manuel Salazar

Político

Doctorado en Gobierno y Políticas Públicas; Maestría en Gobierno y Desarrollo Local; Economista. Secretario General del Partido Comunista del Trabajo (PCT). Ex Secretario General del FEFLAS y de la Federación de Estudiantes Dominicanos.

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