En República Dominicana, cuando se habla de filantropía suelen aparecer imágenes muy distintas en la mente de la gente. Para algunos, es un acto de generosidad genuina, donde ciudadanos, empresas o instituciones aportan recursos y tiempo para transformar realidades. Para otros, sin embargo, la palabra despierta sospecha: ¿será propaganda?, ¿será una forma de deducir impuestos?, ¿será clientelismo disfrazado? Estas percepciones no son menores. En un país donde la confianza en las instituciones es limitada y donde la corrupción ha ocupado titulares durante décadas, la filantropía también está sometida a la prueba más dura: la credibilidad.

Y aquí está la clave: sin confianza no hay filantropía. Sin confianza, se convierte en un ejercicio aislado, a veces en gestos simbólicos, pero incapaz de generar impacto sostenido. Con confianza, en cambio, se transforma en un motor colectivo capaz de multiplicar recursos, movilizar voluntades y abrir oportunidades para las comunidades.

La confianza como moneda social

La filantropía es, en esencia, un puente. Conecta a quienes tienen recursos con quienes los necesitan; vincula empresas con comunidades; acerca a ciudadanos comprometidos con organizaciones sociales; integra esfuerzos públicos y privados. Pero todo puente necesita pilares. El pilar más importante de ese puente se llama confianza.

Cuando la ciudadanía confía en que sus donaciones se usan con transparencia, se motiva a contribuir más. Cuando los voluntarios perciben que su tiempo es valorado y bien gestionado, se comprometen por más tiempo. Cuando las empresas ven que sus aportes generan resultados tangibles, aumentan sus inversiones sociales. Por el contrario, basta con que se erosione la confianza para que todo el sistema se resquebraje.

Un ejemplo sencillo: muchas personas quisieran apoyar causas sociales, pero no saben a quién confiarle su dinero. El temor a que sea mal utilizado o a que termine en actividades poco claras hace que prefieran no involucrarse. En esa decisión silenciosa, la filantropía pierde, y con ella pierden las comunidades que esperan soluciones. Sin confianza, la filantropía se queda en buenas intenciones.

Transparencia y rendición de cuentas

La confianza no se gana con discursos, sino con hechos. Y en el mundo filantrópico, esos hechos se llaman transparencia y rendición de cuentas. Mostrar con claridad de dónde vienen los recursos, cómo se usan y qué impacto generan es la forma más efectiva de construir credibilidad.

En República Dominicana se han dado pasos importantes en esa dirección. El Premio Nacional Voluntariado Solidario, por ejemplo, permite que cientos de organizaciones muestren su trabajo, reciban reconocimiento público y validen la transparencia de sus acciones. De igual forma, espacios como Alianza ONG o el registro de ASFL en el CASFL se han convertido en mecanismos para organizar y dar visibilidad a las entidades.

Pero aún queda mucho camino por recorrer. La transparencia no debe limitarse a presentar balances financieros una vez al año. También implica narrar historias, mostrar resultados concretos, escuchar críticas y estar dispuestos a corregir. La confianza se construye tanto con números como con cercanía.

El rol de las empresas y el Estado

La confianza en la filantropía no depende solo de las organizaciones sociales. El sector privado y el sector público también tienen responsabilidades claras.

En el caso de las empresas, la filantropía corporativa debe ser coherente. No se trata de entregar fondos y tomar una foto para el periódico, sino de alinear sus acciones con la sostenibilidad, con la ética y con las verdaderas necesidades de las comunidades. Cuando la ciudadanía percibe esa coherencia, la empresa gana no solo en reputación, sino en legitimidad.

El Estado, por su parte, cumple un rol decisivo. Con reglas claras, supervisión justa y políticas de apoyo, puede fortalecer la confianza en el sector. Pero cuando las regulaciones son confusas, cuando se percibe favoritismo o cuando falta acompañamiento, se erosiona la credibilidad del ecosistema completo. La filantropía no sustituye al Estado, lo complementa. Para ello, la confianza en las instituciones públicas resulta tan importante como la que depositamos en las organizaciones sociales.

El marco de las 4C de WINGS

Una de las referencias más sólidas a nivel internacional para pensar en ecosistemas filantrópicos es la propuesta de WINGS (Worldwide Initiatives for Grantmaker Support). WINGS plantea que un ecosistema filantrópico fuerte se sostiene en cuatro “C”: Capacidad, Competencia, Credibilidad y Conexión.

La “C” de Credibilidad es, en otras palabras, confianza. Una organización con capacidad técnica, con buenos programas y con amplias redes, pero sin credibilidad, simplemente no tendrá futuro. Por el contrario, una organización pequeña, con pocos recursos, pero que goce de la confianza de su comunidad, puede movilizar apoyos significativos y crecer de manera sostenible.

En República Dominicana, la Red Filantropía RD está dando pasos importantes para fortalecer estas dimensiones. Con el apoyo de WINGS, la Unión Europea y GivingTuesday, se han reunido decenas de instituciones para discutir cómo mejorar la transparencia, cómo elevar estándares y cómo proyectar confianza hacia la ciudadanía. Es un esfuerzo colectivo que apunta en la dirección correcta: construir un ecosistema donde la filantropía deje de ser marginal y se convierta en un pilar reconocido del desarrollo nacional.

Casos que inspiran confianza

El mejor argumento para hablar de confianza no está en la teoría, sino en las experiencias concretas. Pensemos en programas comunitarios que, con recursos modestos, han logrado permanecer activos durante décadas. Su secreto no ha sido un financiamiento abundante, sino la confianza que han generado en su gente.

También pensemos en plataformas como Dominicana Solidaria, que permitió a cientos de organizaciones crear perfiles, publicar campañas y rendir cuentas de manera abierta. Esa visibilidad redujo la distancia entre las instituciones y los ciudadanos, fortaleciendo la confianza mutua.

En el caso de AFS, que trabaja con voluntarios y familias anfitrionas, el modelo solo funciona porque hay confianza: confianza de las familias en entregar su hogar a un joven extranjero, confianza de los estudiantes en que serán tratados con dignidad, confianza de las escuelas en que el intercambio enriquecerá a sus estudiantes. Esa confianza, construida a lo largo de 60 años en el país, es el verdadero capital que sostiene la operación.

Conclusión: la confianza como activo principal

En definitiva, la filantropía no puede sostenerse sobre promesas vacías ni sobre gestos simbólicos. Se sostiene sobre la confianza. Y la confianza no se decreta, se gana. Se gana mostrando resultados, escuchando con humildad, corrigiendo errores y siendo coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.

Sin confianza no hay filantropía. Más importante que un gran donante o un financiamiento puntual, lo que sostiene a las organizaciones es la credibilidad acumulada a lo largo del tiempo. Ese es el capital que les permitirá seguir sirviendo a sus comunidades y ampliar su impacto.

El llamado es simple pero urgente: trabajemos juntos para hacer de la confianza el corazón de nuestra filantropía. Solo así lograremos un ecosistema sólido, capaz de responder a los retos de nuestro tiempo y de sembrar esperanza para las generaciones que vienen.

Porque al final del día, la filantropía será tan fuerte como la confianza que logremos construir juntos.

Pablo Viñas Guzmán

Educador, gestor cívico

Pablo Viñas es educador, gestor social y articulador de redes de incidencia en los ámbitos de la ciudadanía global, el voluntariado y la filantropía. Actualmente AFS Intercultura en República Dominicana, desde donde lidera programas de intercambio educativo, formación de jóvenes dirige líderes, cooperación intersectorial y participación ciudadana. Es Líder Global de GivingTuesday en República Dominicana, presidente de la Junta Directiva de Alianza ONG, y miembro activo de otras juntas y espacios del sector social. Ha sido consultor y conferenciante en diplomacia pública, educación global, voluntariado internacional y fortalecimiento institucional en América Latina, Europa y Asia. Ha diseñado y ejecutado programas con el apoyo de agencias de cooperación y organismos internacionales, y ha colaborado con iniciativas de la Unión Europea , Wings y otras plataformas en la consolidación de ecosistemas filantrópicos en el Caribe. Tiene formación en Derecho, Negocios Internacionales, Liderazgo Cívico y Diplomacia.

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