A propósito de la campaña del nuevo movimiento nacionalista identificado como    Antigua Orden Dominicana para exigir mano dura contra la presencia haitiana en el país, procede la pregunta: ¿Por qué la reacción tardía y el  enfrentamiento con  el único presidente dominicano que sin apelar a un discurso de odio ha hecho cumplir con firmeza  la ley de migración promulgada  el 16 de agosto del año 2004?.

Y además: ¿Por qué en lugar de sumarse a las nuevas medidas  adoptadas por el Gobierno para fortalecer y ampliar los controles migratorios, que responden a sus recientes reclamos, la Antigua Orden insiste en llamar a  nuevas protestas, intentando suplantar las instancias institucionales y debilitando el espíritu de unidad  que debería proyectar el país en un tema de alto interés nacional?.

Resulta incomprensible, para no  decir inconsecuente, que este grupo  haya enfilado sus cañones contra el único gobernante dominicano, por lo menos desde la promulgación de la ley 285-04, que  no ha cedido ni un palmo en su responsabilidad de defender la soberanía y la integridad del territorio nacional. Y que además, en cumplimiento riguroso de la ley,  ha multiplicado la cantidad de extranjeros ilegales repatriados, en comparación con las anteriores administraciones.

Llama la atención que los que ahora se lanzan a la calle a demostrar su fervor patriótico, nunca se dieron  por enterados que durante  los cuatro períodos  constitucionales previos a la gestión del presidente Luis Abinader, la ley de migración se convirtió en letra muerta o fue aplicada de manera discrecional, según las circunstancias.

Tampoco  hay constancia registrada de que los voceros de este movimiento levantaran su voz para coincidir con la postura del Gobierno, cuando en diciembre del 2020,  en uno de los momentos más críticos de la pandemia,  el presidente Abinader declaró la decisión de reanudar la repatriación de haitianos ilegales, suspendida en febrero de ese mismo año.

O cuando en el año 2023, desafiando la presión  de  diversos organismos internacionales,  el propio presidente Abinader llamó a los principales actores de la sociedad dominicana a participar en un Gran Pacto de Nación, “para trazar  una política de Estado, firme, estratégica y uniforme frente a la amenaza que representa para el país el creciente descalabro  socioeconómico  que ha  venido atravesando la hermana república”.

Acaso entienden que las  protestas callejeras pueden reemplazar la autoridad legítima  del Estado para enfrentar una problemática que ahora, como nunca antes,  se encuentra bajo pleno control  de las instancias responsables, sin riesgo de afectar la paz social  y el posicionamiento del país como referente de institucionalidad democrática, como destino de inversión y como segunda potencia turística de América Latina; por cierto una actividad sumamente sensible al desorden y a la inestabilidad social.

Ayuda memoria

Conviene recordar que  la ley 285-04 fue promulgada por el presidente Hipólito Mejía el 15 de agosto del 2004, pero el país debió esperar 7 años para que el presidente Leonel Fernández promulgara el reglamento 631-11 para su aplicación.

O sea, el Estado Dominicano perdió o desperdició  7 años para comenzar a poner orden en la casa en materia migratoria, dilatando el abordaje responsable de un problema que apuntaba a ser cada vez más complejo, dada la crisis económica y el desorden institucional que progresivamente ha venido tomando en  Haití.

La falta de control migratorio en el tercer mandato de Fernández contribuyó, sin duda alguna, a facilitar el incremento del tráfico ilegal de ciudadanos haitianos hacia territorio dominicano, como lo muestran los datos de la Dirección General   de Migración, que reportó solo 8 mil 636 repatriados hacia el lado Oeste en el año 2011.

En cuanto al presidente Medina,  el 17 de enero del 2014 éste  ordenó detener las deportaciones de haitianos ilegales en territorio dominicano, hasta tanto concluyeran las conversaciones en torno al Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, sin dejar de reconocer que en aquel momento el  Gobierno debió enfrentar una fuerte presión internacional por el impacto de la sentencia 168-13, del Tribunal Constitucional. .

De hecho, la mayor cifra de ilegales deportados por los gobiernos  del Partido de la Liberación en un año completo,  fueron los 67 mil 400 registrados por la administración del presidente Medina en el año 2019, cifra que ha sido amplia y progresivamente superada desde el año 2021.

La responsabilidad de Abinader

En el inicio de su gestión, en medio de la pandemia,  el problema migratorio no parecía ser una de las grandes prioridades del país, pero en diciembre del 2020  el presidente Abinader dejó claramente establecido que haría cumplir a carta cabal la Ley General de Migración 285-04 y su reglamento de aplicación 631-11.

Y así ha sido desde el 2020 hasta ahora. El Gobierno Dominicano ha puesto en práctica  una política migratoria más respetuosa de la Ley y apegada a los derechos humanos -hasta donde se pueda esperar de una acción coercitiva-   mientras ha dispuesto la repatriación de más extranjeros que en cualquier otra etapa de la vida nacional.

Por ejemplo en el año 2021 se reportaron 85 mil repatriaciones de ilegales, cifra  que en el 2022 se elevó  a 171,000;  mientras que en el 2023 se registraron 174,602 ilegales deportados y 146 mil reconducidos de manera voluntaria en medio del conflicto surgido por  la construcción unilateral  en el lado haitiano del trasvase  sobre el rio Masacre, y el cierre de los mercados fronterizos dispuesto por la República Dominicana.

Durante el año 2024, las repatriaciones de nacionales haitianos indocumentados fueron 276 mil 215 y ya para este 2025 el total acumulado al 31 de marzo fue de 86 mil 406 personas.

Una política de impacto integral

Pero la respuesta de la actual administración no se ha limitado a la persecución pura y simple de  los ilegales y el encierro de miles de personas en el pequeño campo de concentración en que prácticamente  había devenido el Vacacional de Haina.

Solo en los últimos dos años la Dirección General de Migración ha construido seis grandes centros de interdicción y  procesamiento de extranjeros en Haina, Santiago, Dabajón, Jimaní, Elías Pila   y Benerito-Higuey, mejorando y  eficientizando  esta labor y  tratando a los detenidos  de manera más respetuosa a su condición humana.

En cuanto a la Frontera el cambio ha sido radical, no solo por el reforzamiento militar de toda la franja fronteriza y  la instalación de la verja perimetral inteligente en los puntos estratégicos de la línea divisoria con Haití, sino también por la voluntad del Gobierno de asumir  el control de lo que parecía ser tierra de nadie y  hacer cumplir el mandato constitucional que “declara de supremo y permanente interés nacional la seguridad, el desarrollo económico, social y turístico de la zona fronteriza…” 

Durante  el período 2021-2024 la inversión per cápita en la zona  se ha más que duplicado con relación al período 2016-2019. Además de  los proyectos turísticos, viales y logísticos desarrollados Cabo Rojo, Pedernales, Montecristi y Manzanillo, con una derrama hacia Dajabón y Santiago Rodríguez.

Al cierre  del 2024 finalizaron  por lo  menos 42 intervenciones en 24 comunidades de seis provincias  fronterizas  Estas obras tienen que ver con el acceso a  energía eléctrica,  internet, vivienda, agua potable, saneamiento, nuevas oportunidades económicas y sobre todo en educación técnico profesional y a nivel universitario, especificicamente en Pedernales, Elias Piña, Dajabón y Santiago Rodríguez. (22 de abril 2025)

Luis José Chávez

Periodista

Periodista, politólogo y activista comunitario.

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