Introducción

Dos libros separados por un lapsus de 32 años y por la geografía continental, pero unidos por una misma pregunta histórica: ¿Qué hace la izquierda cuando la épica se agota y la realidad la obliga a recalcularse? En “La izquierda vista por sí misma” (2025), el periodista dominicano Fausto Rosario Adames reconstruye, mediante entrevistas y memoria documental, una genealogía interna de la izquierda dominicana, con sus convicciones, fracturas, lealtades y renuncias. El volumen, de carácter periodístico, enfatiza la voz de los protagonistas y el contraste entre principios (justicia social, democracia, soberanía) y prácticas (organización, financiamiento, disputas internas, opciones armadas y giros electorales). Por su parte, “La utopía desarmada” (1993) de Jorge G. Castañeda propone una lectura regional: la izquierda latinoamericana llega al fin de la Guerra Fría con una herencia de insurrección y un presente de democratización y reformas de mercado que la obligan a revisar su repertorio estratégico, su relación con la violencia y su idea de revolución.

Este artículo explora el paralelismo entre ambos textos: (1) el tránsito desde una izquierda “de certidumbres” hacia una izquierda interpelada por el pluralismo y la democracia; (2) la tensión entre utopía y gobernabilidad; (3) la persistencia de la desigualdad como motor moral; y (4) el costo político y ético de la fragmentación interna. Luego, compara las trayectorias históricas de la izquierda dominicana y la latinoamericana, destacando semejanzas estructurales y diferencias de escala, contexto geopolítico y sistema de partidos.

Comparar ambas realidades implica reconocer una asimetría: la izquierda dominicana opera en un país pequeño, con alta sensibilidad a la geopolítica caribeña y con un sistema de partidos donde el PRD (y luego reconfiguraciones partidarias) monopolizó gran parte del espacio opositor
El director de Acento, Fausto Rosario Adames, firma libros durante el acto de puesta en circulación.

1. Dos enfoques, una misma crisis de época

Rosario Adames narra la izquierda dominicana desde dentro: su libro surge de una extensa serie de entrevistas que pasan de la fugacidad televisiva a la permanencia del texto, y que permiten que testigos y participantes discutan los hechos desde una óptica subjetiva. La obra se presenta explícitamente como un aporte a la bibliografía nacional sobre historia y política, al documentar la participación de la izquierda dominicana en la lucha por la democracia tras el derrocamiento de Juan Bosch (1963) y en la defensa de la soberanía durante la intervención militar estadounidense de 1965, con prólogo del sociólogo César Pérez.

Castañeda, en cambio, mira el mapa completo de América Latina. Su punto de partida es el “desarme” de la utopía: no como renuncia a los ideales, sino como pérdida (o cuestionamiento) de los instrumentos que sostenían el imaginario revolucionario clásico: el foquismo, el partido-milicia, la Guerra Fría como marco binario y la esperanza de un “atajo” histórico hacia la emancipación. En reseñas académicas de la época se subraya que la obra se inserta en un momento de debate continental sobre el destino de la izquierda tras la transición a democracias electorales y el agotamiento de las estrategias armadas en numerosos países.

Aunque sus métodos difieren, entrevista narrativa versus ensayo político regional, ambos textos se tocan en una idea central: la izquierda se vuelve objeto de su propia autocrítica. En el caso dominicano, Rosario enumera asuntos que suelen permanecer “bajo la alfombra” en relatos hagiográficos: la inclinación a la derecha de sectores cuando el PRD llega al poder, la muerte del foquismo, la renuncia de figuras cruciales, el culto a la personalidad de máximos dirigentes, la división y enfrentamientos, así como episodios de financiamiento y violencia política. En Castañeda, esa autocrítica toma forma de diagnóstico sobre dogmatismos, debates internos estériles y, a la vez, el reconocimiento de sacrificios reales de la militancia frente a desigualdades persistentes.

2. El paralelismo principal: de la épica a la democracia imperfecta

El paralelismo más visible es la transición desde una izquierda que se imaginó como “vanguardia” (portadora de verdad histórica) hacia otra obligada a medirse con la democracia liberal, sus instituciones y su aritmética electoral. En esa transición, ambos libros muestran la misma paradoja: la izquierda se vuelve más viable políticamente cuando se “modera” (acepta reglas del juego, coaliciones, pluralismo), pero se arriesga a perder la identidad que la hacía diferente.

En República Dominicana, la historia de la izquierda se inicia en la era de la dictadura, la caída de Trujillo, la disputa por la constitucionalidad y la intervención externa de 1965. La radicalización de sectores, incluyendo el Movimiento Revolucionario 14 de junio y expresiones posteriores, convive con la búsqueda de salida institucional y con una fragmentación recurrente. La Revolución de abril de 1965 y la intervención estadounidense se convierten en un “hito generacional” para la izquierda dominicana: es un episodio de soberanía, pero también de derrota estratégica y reacomodo. Rosario, según la reseña, recoge la lectura crítica sobre cómo, con el tiempo, parte de la militancia se desplaza, abandona identidades o reinterpreta sus objetivos en clave de reformas.

A escala latinoamericana, Castañeda sostiene que el fin de la Guerra Fría, la democratización y la crisis de los ochenta cambiaron el tablero: la “utopía armada” pierde legitimidad y eficacia, y la izquierda se ve empujada a competir en democracias realmente existentes, con Estados debilitados, nuevas reglas económicas y opinión pública escéptica. En esa escena, la izquierda enfrenta el dilema clásico de Norberto Bobbio: ser “fuerza de igualdad” sin renunciar a libertades y evitar que la igualdad se convierta en coartada para el autoritarismo. El dilema no es abstracto: atraviesa decisiones sobre violencia, alianzas y políticas públicas.

3. Realidad histórica comparada: izquierda dominicana vs. izquierda latinoamericana

Comparar ambas realidades implica reconocer una asimetría: la izquierda dominicana opera en un país pequeño, con alta sensibilidad a la geopolítica caribeña y con un sistema de partidos donde el PRD (y luego reconfiguraciones partidarias) monopolizó gran parte del espacio opositor, mientras las organizaciones marxistas y nacional-populares alternaron entre clandestinidad, activismo social y momentos de inserción electoral. En cambio, la izquierda latinoamericana incluye experiencias de Estado (Cuba, Chile de la Unidad Popular, Nicaragua sandinista), guerras civiles prolongadas (Centroamérica), populismos y nacionalismos reformistas (Cono Sur, México, región andina) y, desde los años noventa, una reaparición electoral diversa (socialdemocracias, progresismos, izquierdas nacional-populares).

Pese a la diferencia de escala, se repiten cuatro rasgos estructurales:

a) La herencia de la violencia política: la izquierda dominicana carga con episodios insurreccionales y represión post-1965; América Latina, con una larga secuencia de guerrillas, dictaduras, contrainsurgencia y transiciones.

b) La división interna como condición crónica: Rosario registra fraccionamientos y conflictos entre grupos; Castañeda describe disputas ideológicas y sectarismos que debilitan la capacidad de convertirse en mayoría.

c) La tensión entre soberanía y dependencia: En República Dominicana, la intervención de 1965 es un parteaguas; en el continente, la dependencia financiera y la imposición de agendas económicas (deuda, FMI, apertura) condicionan lo posible.

d) El desafío de articular al pueblo sin homogeneizarlo: la izquierda debe representar trabajadores, campesinos, clases medias y, crecientemente, agendas feministas, ambientales y de derechos humanos.

La diferencia más nítida es temporal y estratégica: en la izquierda dominicana, el trauma fundador es la interrupción de la constitucionalidad (1963) y la intervención (1965), que polariza el campo y deja a muchas organizaciones en posición defensiva. En el plano latinoamericano, el punto de inflexión que Castañeda sistematiza es 1989–1991: derrumbe del socialismo soviético, reconfiguración de Cuba, derrota o negociación de insurgencias y consolidación de democracias electorales. Lo que Rosario muestra como “autopsia” de episodios locales, Castañeda lo presenta como mutación de época.

4. Diálogo con autores latinoamericanos y europeos

Un puente interpretativo entre ambos libros lo ofrece Antonio Gramsci: La izquierda se juega menos en la “guerra de movimiento” (asalto frontal) que en la “guerra de posiciones” (hegemonía cultural, alianzas, construcción de sentido común). La transición que Rosario documenta —del foquismo y la clandestinidad a la competencia política y la disputa de narrativas— puede leerse como una gramscianización tardía de la práctica. Castañeda, a su vez, insiste en que la izquierda debe abandonar el fetichismo del “momento insurreccional” y aprender a gobernar sociedades complejas.

Desde América Latina, José Carlos Mariátegui ayuda a entender por qué la utopía persiste incluso cuando se “desarma”: su idea de un socialismo de “creación heroica” sugiere que la izquierda no puede ser mera importación doctrinal. Ese llamado resuena en la izquierda dominicana cuando debe traducir consignas universales a un país caribeño atravesado por clientelismo, sin un verdadero proletariado y con desigualdad regional y dependencia externa. También Marta Harnecker, en su reflexión sobre organización y poder popular, aporta una clave para leer las entrevistas de Rosario: la militancia se agota cuando la organización se vuelve fin en sí misma y cuando las disputas internas sustituyen la conexión con las mayorías.

Eric Hobsbawm, en su lectura del “corto siglo XX”, ayuda a ubicar el giro: tras 1991, la izquierda enfrenta la pérdida de un horizonte histórico teleológico y debe justificar sus proyectos sin promesa de inevitabilidad. Esa pérdida es precisamente la que Castañeda tematiza; y se refleja, en pequeña escala, en el “cansancio” y la dispersión que Rosario deja ver en la trayectoria de líderes, escisiones y desencantos. Finalmente, Jürgen Habermas ilumina el desafío democrático: sin esfera pública deliberativa, la izquierda corre el riesgo de sustituir participación por “representación salvadora” y de recaer en vanguardias. Ambos libros, cada cual a su modo, muestran la necesidad de las instituciones y del debate público para que la justicia social no se traduzca en autoritarismo.

“La utopía desarmada” (1993) de Jorge G. Castañeda propone una lectura regional: la izquierda latinoamericana llega al fin de la Guerra Fría con una herencia de insurrección y un presente de democratización

Conclusión

“La izquierda vista por sí misma” y “La utopía desarmada” comparten un mismo gesto: retirar la épica como velo para mirar la historia desde la autocrítica. Rosario Adames lo hace dando la palabra a protagonistas y testigos que exponen luces y sombras de la izquierda dominicana en torno a 1963–1965 y sus derivaciones: heroísmo, resistencia, pero también fracturas, dogmatismos, personalismos y estrategias fallidas. Castañeda lo hace proponiendo un diagnóstico continental sobre el fin del repertorio revolucionario clásico y la obligación de reinventarse en democracia.

El paralelismo no es mera coincidencia temática. Es el mismo problema histórico visto a dos escalas: la izquierda, para seguir siendo izquierda, necesita mantener su brújula ética (igualdad, dignidad, justicia), pero debe transformar su manera de hacer política: pasar del mito redentor a la construcción paciente de mayorías, del gesto heroico al programa, de la pureza identitaria a la coalición y de la nostalgia revolucionaria a la innovación institucional. En esa transición, tanto la experiencia dominicana como la latinoamericana muestran que no hay “utopía” sin realismo, pero tampoco realismo sin una promesa de futuro compartido.

Referencias bibliográficas

Bobbio, N. (1994). Derecha e izquierda: Razones y significados de una distinción política. Madrid: Taurus.

Castañeda, J. G. (1993). La utopía desarmada: Intrigas, dilemas y promesas de la izquierda en América Latina. México: Joaquín Mortiz/Planeta.

Fuentes, C. (1994). Comentario sobre La utopía desarmada (Estudios Públicos).

Gramsci, A. (1971). Selections from the Prison Notebooks. (Trad. Q. Hoare & G. Nowell Smith). Nueva York: International Publishers.

Habermas, J. (1991). The Structural Transformation of the Public Sphere. Cambridge, MA: MIT Press.

Harnecker, M. (1985/2004). Conceptos elementales del materialismo histórico (y obras sobre organización popular).

Hobsbawm, E. (1994). The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914–1991. London: Michael Joseph.

Mariátegui, J. C. (1928/2007). Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. (Ed. varias).

Ouriques, N. (1994). Reseña de La utopía desarmada. Estudios Latinoamericanos, 1(2), 199–201.

Rosario A. F. (2025). “La izquierda vista por sí misma”, Santo Domingo, R.D., Editora Búho.

Benjamín Toral Fernández

Ingeniero Agrónomo

Investigador Asistente del Programa Café del IDIAF República Dominicana.

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