No hace falta ser economista ni tener una maestría en finanzas para comprender que estamos atrapados en un sistema económico que ha convertido al pueblo dominicano en esclavo del consumo y la deuda. El dinero ya no nace del trabajo honesto ni del desarrollo productivo, sino de la usura, el endeudamiento, la especulación financiera, el consumo importado y, peor aún, de la economía criminal.
Esta lógica perversa —propia del capitalismo financiero caníbal que domina el mundo— no solo ahoga las finanzas personales de los dominicanos, sino que mantiene al país entero en un régimen de dependencia, empobrecimiento y saqueo sistemático.
Este es un llamado urgente a los economistas dominicanos patriotas que aún sienten dolor por su pueblo. Ustedes son los más indicados para iluminar radicalmente al pueblo sobre las enfermedades crónicas de nuestro sistema económico y orientar su reorganización. El pueblo debe conocer toda la información sobre cómo se maneja la economía para poder organizarse y transformar este modelo nefasto. Necesitamos un nuevo modelo económico centrado en el trabajo digno, la producción nacional, el ingreso real, la calidad de vida y la cooperación regional con el resto de Latinoamérica. Una economía al servicio de las familias dominicanas y no del capital internacional.
1. Deuda anti-nacional
La deuda pública crece sin freno y ya representa alrededor de la mitad del PIB. Pero quienes sostienen este sistema injusto son los trabajadores formales contribuyentes, que pierden hasta un 60% de sus ingresos en impuestos. Para colmo, los contribuyentes formales son minoría en la clase trabajadora, ya que la mayoría vive en la informalidad, mientras la élite empresarial y política evade impuestos con total impunidad.
¿Por qué aceptamos como normal que vivamos eternamente endeudados, se debería auditar la deuda pública?
¿No tiene más sentido organizarse como país para producir más y tener menos deuda?
2. Turismo y remesas son dependencia
Más del 70% de nuestras divisas proviene del turismo, las remesas y las zonas francas. Actividades con bajo valor agregado nacional y alta vulnerabilidad vinculadas al lavado de activos. Es un modelo rentista que depende del gasto de un tercero como ruta para el desarrollo; este modelo es insostenible y está destinado al fracaso.
¿Dónde quedó la industrialización como objetivo nacional?
¿Qué futuro le espera al pueblo dominicano en 20, 50 u 80 años si seguimos en esta lógica de dependencia?
3. Precios por las nubes, salarios por el suelo
Los bienes y servicios están constantemente subiendo de precio: comida, vivienda, servicios públicos, transporte, educación, impuestos, etc. Sin embargo, el salario promedio de la clase trabajadora contribuyente sigue estancado en unos 30,000 pesos mensuales. Cada día el dinero alcanza menos, y con el desplome del poder adquisitivo del peso también se desvanece la esperanza y confianza del ciudadano honesto y trabajador.
¿Por qué no se aplica una verdadera indexación salarial como manda la Constitución?
¿Quién se enriquece con esta política de miseria salarial?
4. AFP y ARS: robo legalizado
Cada trabajador formal cotiza por obligación a las AFP y ARS, pero ese dinero no garantiza ni salud de calidad ni retiro digno. En cambio, alimenta los fondos de inversión de bancos y grupos privados, que especulan con el ahorro de nuestra nación.
¿Es justo que el ahorro de toda una vida se le entregue como capital de inversión a los usureros?
¿No debería ese capital destinarse a garantizar el derecho a una salud pública de calidad, un retiro digno y a impulsar la producción nacional?
5. El absurdo impuesto al ahorro
Penalizar el ahorro individual es una señal de una política fiscal diseñada para castigar al trabajador contribuyente y proteger a los grandes capitales. El ahorro es la sangre de una nación; como educación financiera básica, se debe promover el ahorro y no la búsqueda ilógica de crédito y deuda, y esto aplica tanto para las personas como para el país.
¿Cómo perjudica a la economía nacional la falta de ahorro?
¿Quién beneficia al castigar el ahorro de la clase trabajadora?
6. Políticos corruptos
Los trabajadores contribuyentes financian a políticos multimillonarios y partidos corruptos. Los legisladores negocian con millones en fondos públicos —el “barrilito” y el “cofrecito”— sin ninguna rendición de cuentas. Mientras tanto, el Estado es el mayor empleador del país sin generar riqueza real. Esta burocracia parasitaria y clientelar drena la economía nacional.
¿Para qué pagar millones en impuestos si las decisiones las toman banqueros, empresarios y narcos?
¿Cuánto podríamos ahorrar eliminando el gasto político inútil?
7. Narcoeconomía
El narcotráfico, el lavado de activos y la economía criminal ya forman parte del sistema económico nacional; esta realidad debe ser reconocida para poder ser atendida con la seriedad que amerita. El dinero criminal circula en hoteles, vehículos, torres de lujo, campañas políticas y bancos.
¿Dónde están los estudios que midan el impacto real de la economía criminal?
¿Por qué no hay voluntad política para erradicar el lavado de activos y el narcotráfico?
8. Reservas que no nos sirven
Gran parte de nuestras reservas internacionales están en dólares, una moneda que en sí misma no representa riqueza, sino deuda, y el nuevo orden mundial multipolar ya ha iniciado el proceso de desdolarización (BRICS). Es el momento histórico adecuado para diversificar nuestras reservas con nuestro oro, recursos naturales estratégicos y Bitcoin como oro digital.
¿Qué sentido tiene confiar nuestras reservas a una moneda que no controlamos y se puede instrumentalizar contra nuestros intereses?
¿No deberíamos basar nuestras reservas en activos reales como oro, BTC o producción nacional?
Conclusión
La economía dominicana no funciona mayormente para el pueblo, sino para élites y capitales extranjeros. Debemos abandonar el modelo clientelista, dependiente y empobrecedor y dar paso a un nuevo modelo económico al servicio de los trabajadores. Estas preguntas son un termómetro de ideología y patriotismo para los economistas nacionales por favor, ayúdenos a entender mejor nuestra realidad económica para luego juntos poder transformarla.
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