Seguimos con esta serie de artículos en los que venimos desmenuzando los grandes movimientos planetarios de este momento y su impacto en nuestras vidas.  Hoy nos detenemos en Neptuno, planeta de los sueños y la imaginación, que entró en Aries el 30 de marzo de 2025. Como planeta lento, tarda unos 165 años en recorrer el zodíaco completo y permanece alrededor de 14 años en cada signo. Eso lo convierte en un marcador generacional, refleja la sensibilidad de una generación, captura sus sueños y anhelos. Cada tránsito de Neptuno marca las áreas de la vida donde nos surge la mayor inspiración, encantamiento, confusión o engaños.

Después de estar desde 2011 en Piscis —su signo de domicilio, donde Neptuno se siente más cómodo—, el planeta cruza ahora a Aries. Este es un movimiento de gran impacto porque cada vez que un planeta cruza de Piscis —signo que cierra el zodiaco— a Aries —signo que lo inaugura— se produce un reseteo. El grado 0° de Aries es un punto muy potente del zodiaco, al ser el punto donde comienza todo. Para Neptuno, este tránsito no solo significa entrar en un signo nuevo, también es el comienzo de una nueva ronda neptuniana de 165 años. La última vez que esto sucedió fue en 1861.

El soñador del zodíaco (el que difumina los bordes)

Neptuno en Aries: el inicio de un nuevo sueño colectivo

La energía de Neptuno disuelve las fronteras entre lo tangible y lo intangible, lo comprensible y lo misterioso. Abre espacio para la inspiración, la compasión y lo trascendente, pero también para la ilusión, el autoengaño y la evasión.

En Piscis (2011–2025), Neptuno amplificó la sensación de falta de bordes. Se intensificaron los procesos de globalización y los flujos migratorios —tanto voluntarios como forzados—, mientras que las redes sociales, las plataformas de streaming y el e-commerce borraron los límites nacionales y culturales. Personas en distintas geografías empezaron a consumir los mismos productos, canciones y narrativas, generando un imaginario compartido. Esto también trajo la sensación de saturación, hiperconexión y pérdida de referentes locales, borroneando parte de la diversidad y complejidad cultural.

Lo espiritual se volvió mainstream, a veces como búsqueda honesta, otras como consumo rápido. En paralelo, fuimos testigos de la expansión de la posverdad, las fake news y la manipulación digital de la información. La percepción de la realidad se volvió maleable a través de filtros e inteligencia artificial, alterando la frontera entre lo real y lo imaginado. También fuimos testigos de cómo una pandemia podría expandirse en semanas a escala planetaria, mostrando que la interdependencia global tiene un lado vulnerable.

Aries: el impulso que abre camino

Ahora, el gigante azul y gaseoso entra en Aries, el primer signo del zodíaco. Aries es el lugar donde emergemos al mundo y tomamos nuestro primer aliento. Aquí la atención se centra en afirmarnos, definir quiénes somos, encontrar nuestra identidad y sobrevivir. Aries es acción, es el fuego que da el impulso para abrir nuevos caminos.

Si Piscis decía “somos uno”, Aries afirma “aquí estoy yo”. El énfasis se desplaza de la búsqueda de conexión con algo más grande, a veces hasta el punto de disolvernos (Piscis), hacia un énfasis en el sí mismo (Aries), sin perder de vista nuestra pertenencia al todo. Esto puede comenzar a reflejarse en un paso de la globalización hacia una mayor soberanía de pueblos, culturas y personas afirmando lo que les distingue.

Este tránsito trae una invitación al movimiento desde nuestra profunda sensibilidad. Neptuno en Aries nos activa la capacidad de no solo soñar pasivamente, sino de encarnar lo que anhelamos, pasar de contemplar a actuar, de imaginar futuros a poner el cuerpo para iniciarlos. En este clima, la organización y la acción militante pueden reemplazar la pasividad del activismo en redes. Y poco a poco, el influjo de lo virtual dará lugar a la potencia del contacto humano directo, impulsándonos a salir de la desesperanza que nos paraliza y a encender nuevas formas de crear desde la base.

La última vez que Neptuno estuvo en Aries

La astrología estudia la repetición de los ciclos celestes a lo largo del tiempo, y por eso resulta útil reflexionar sobre los tránsitos pasados para obtener pistas de lo que podría desplegarse en el presente y en el futuro.

La última vez que Neptuno estuvo en Aries fue entre 1861 y 1874, un período marcado por luchas de independencia, redefiniciones de identidad y movimientos creativos que transformaron la cultura. Coincidió con la Guerra Civil estadounidense (1861–1865) y la abolición de la esclavitud, un conflicto radicalmente ariano, de confrontación y guerra, pero atravesado también por una visión neptuniana, la posibilidad de un país distinto, donde todas las personas pudieran gozar de la misma libertad.

En esos años también se inventó el quineógrafo, la primera imagen en movimiento que sentó las bases del cine moderno. Allí Neptuno, planeta asociado a la ilusión y a la imagen, encontró en Aries el fuego para encender nuevas tecnologías visuales. Paralelamente, estalló la Guerra Franco-Prusiana, se consolidaron luchas por soberanía en América Latina, nació el movimiento impresionista en el arte y nació el espiritismo moderno. Todos sucesos que muestran cómo ideales difusos pueden volverse acción y dar inicio a formas culturales inéditas.

¿Qué nos trae ese tránsito?

Con Neptuno en Aries, es probable que surjan movimientos que privilegien la autonomía, la autoorganización y la acción desde abajo. Veremos más énfasis en lo local, en comunidades autosuficientes y en la afirmación de nuevas formas de soberanía personal y colectiva.

Pero como toda energía, también tiene su lado menos evolucionado. Este tránsito puede despertar fanatismos, líderes idealizados y luchas que se transformen en violencia. Neptuno tiende a idealizar y proyectar, y en Aries esa fuerza puede volverse confrontativa, polarizando en “héroes” y “villanos”. El desafío será no caer en falsos ídolos ni en la tentación de reducir lo complejo a un blanco y negro.

Este tránsito también nos ayuda a dar los primeros pasos hacia proyectos o aspiraciones que por alguna razón no habían terminado de arrancar. Permitámonos ir despacio, alimentando nuestra llama con cuidado y nutriendo el espíritu de lucha, y poco a poco podremos ver la magia manifestarse.

El activismo de Neptuno en Aries pasa también por tratarnos con suavidad, reconociendo los viejos hábitos de evasión, autoengaño o la sobreexposición digital que caracterizó los años de Neptuno en Piscis. Más que buscar grandes victorias inmediatas, este tránsito nos invita a proponernos metas pequeñas y alcanzables que, sumadas, nos conduzcan a logros más grandes. Cada avance merece ser celebrado.

Aries nos recuerda que lo importante es movernos y estar presentes. No subestimes el valor de participar en causas que reflejen tus ideales o de sumar tu energía en espacios colectivos. La verdadera valentía está en creer que cada gesto individual sí cuenta, que nuestras acciones se acumulan y tejen futuro.

El rol de Neptuno en el triángulo menor de 2025 a 2028

En el primer artículo de esta serie hablamos sobre el triángulo menor que se forma entre Urano, Neptuno y Plutón. Si quieren refrescar la memoria, pueden volver a leerlo allí. El primero de estos encuentros exactos está sucediendo justo ahora, en agosto de 2025. Luego se repetirá en 2026 y 2027, y su influencia se sentirá hasta 2028.

Este triángulo es una figura compuesta por un trino (Urano–Plutón) y dos sextiles (Urano–Neptuno y Neptuno–Plutón), que abre un canal de colaboración fluida entre los tres planetas que marcan procesos generacionales, dando paso a una generación con el potencial de integrar lo visionario de Urano —el rayo que rompe moldes restrictivos y abre nuevos futuros—, lo transformador de Plutón —el proceso regenerativo de muerte y renacimiento que remueve lo estancado y desentierra lo oculto— y lo sensible de Neptuno —la corriente invisible que nos une a través de sueños, arte y espiritualidad compartida.

Dentro de este esquema, Neptuno cumple el papel de puente. Urano y Plutón, en trino —un aspecto que abre un canal de energía fluida y equilibrada entre ambos— conforman la base de este triángulo. Neptuno ocupa el vértice superior, generando dos sextiles, un aspecto que potencia y eleva las cualidades de los planetas implicados. Al ser la energía más sutil de los tres, Neptuno ayuda a disolver las rigideces que podrían surgir en la conexión entre lo disruptivo de Urano y lo purgativo de Plutón.

Podemos imaginar a Neptuno —mientras Urano rompe y Plutón desentierra— creando imágenes compartidas, abriendo una sensibilidad colectiva que hace que los cambios radicales o inesperados no se perciban como imposiciones, sino que también puedan manifestarse en forma de arte, espiritualidad y comunidad. Es el soplo de inspiración que nos permite imaginar juntos lo que aún no existe, pero que nuestro corazón ya sabe posible.

Más adelante en esta serie volveremos sobre este triángulo menor para explorarlo con mayor detalle. Pero antes, en la siguiente entrega, nos sumergimos en el tránsito de siete años de Urano en Géminis, y en cómo este movimiento promete reconfigurar nuestro modo de pensar, comunicar, vincularnos y crear redes.

Adela Dore

Artista visual y Astróloga

Artista visual y astróloga. Desde 2016 ofrece consultas, encuentros y espacios de formación en astrología como herramienta de autoconocimiento y reconexión interior. Forma parte del equipo de KnowTheZodiac como escritora y astróloga consultora.

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