En un mundo cada vez más interconectado y en crisis permanente, hablar de cooperación y solidaridad no es un lujo intelectual, sino una necesidad urgente. La interdependencia de nuestras economías, la migración, el cambio climático y la fragilidad de las instituciones nos recuerdan diariamente que ningún país, por pequeño o grande que sea, puede aislarse de los problemas del resto.

Este año, Alexander Stubb, presidente de Finlandia, ofreció un marco inspirador en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Consciente de que su país ocupa un espacio pequeño en el tablero geopolítico, afirmó que las naciones pequeñas también merecen voz y presencia en las grandes decisiones. Desde mi punto de vista, no buscó convencer a quienes aún niegan la importancia de una mirada global, sino fortalecer a quienes ya están convencidos de que nuestra supervivencia depende de la cooperación y la solidaridad. Ese matiz es crucial: no se trata de un ideal abstracto, sino de la manera concreta en que países y personas decidimos vivir en un mundo cada vez más entrelazado.

De Moca al mundo: una vivencia personal

Permítanme compartir una experiencia que ilustra este punto. Crecí en Moca, una ciudad del Cibao donde la vida comunitaria y la cercanía familiar forman profundamente la identidad. Gracias a programas de intercambio con AFS, tuve la oportunidad de vivir y completar mi formación en Inglaterra, y luego complementar mis estudios en Estados Unidos y otros países. Curiosamente, la primera estudiante extranjera en mi colegio Educare, de Moca, allá por 1998, era precisamente de Finlandia.

Estas experiencias no fueron un privilegio exclusivo, sino una escuela que me permitió entender lo esencial: la diversidad no amenaza, enriquece; las diferencias no dividen, sino que obligan a construir puentes. Mi identidad católica, por ejemplo, no se ve disminuida ni amenazada por la presencia de otras religiones. Al contrario, celebro la diversidad que llevo en mi familia: una de mis abuelas fue reconocida como referente espiritual dentro de la comunidad  de la Fe Bahá’í, otro abuelo exhibía con orgullo su bendición papal firmada por Juan Pablo II. Tengo primos musulmanes y grandes amigos judíos. Todo esto confirma que convivir con la diferencia fortalece lo propio, en lugar de debilitarlo.

El desafío dominicano: Haití como espejo

No podemos hablar de apertura al mundo desde la República Dominicana sin reflexionar sobre Haití. La prolongada crisis de nuestro vecino ha puesto a prueba no solo nuestra capacidad en gestión migratoria y seguridad, sino también nuestra vocación de solidaridad y respeto a los derechos humanos.

En el reciente diálogo nacional coordinado por el Consejo Económico y Social (CES), al que tuve el honor de contribuir, quedó claro que la migración haitiana no es un fenómeno pasajero. Forma parte de nuestra realidad cotidiana, con impactos en la economía, la seguridad y los servicios públicos. Pero también es un recordatorio de que el destino de nuestros pueblos está entrelazado.

Desde una perspectiva de interdependencia, la pregunta no es solo cómo protegernos de los riesgos, sino cómo transformar los desafíos en oportunidades para construir un Caribe más seguro, justo y cooperativo. Eso requiere políticas firmes, sí, pero también empatía y visión a largo plazo.

Educación: la raíz de una identidad abierta al mundo

 Si hay un terreno donde podemos sembrar esta mirada de cooperación, es en la educación. En las aulas se juega gran parte de nuestro futuro. Hoy más que nunca necesitamos que la enseñanza de moral y cívica, historia y geografía no se limite a repetir conceptos de obediencia, sino que cultive pensamiento crítico, respeto y compromiso con el bien común.

He revisado los textos actuales de Moral y Cívica en nuestro currículo escolar, y mi conclusión es clara: aún estamos atrapados entre la obediencia pasiva y la ciudadanía activa que el siglo XXI demanda, como expuse en un artículo publicado el 24 de septiembre en Acento. Si queremos que nuestros jóvenes crezcan con una identidad abierta al mundo, debemos ofrecerles una formación que los prepare para dialogar, colaborar y liderar en un contexto diverso y complejo.

Otros referentes internacionales: lecciones de países pequeños

 No estamos solos en esta búsqueda. Países pequeños como Costa Rica, Islandia o Eslovenia han demostrado que se puede tener un rol activo en el escenario global cuando se apuesta por la educación, la diplomacia cultural y la cooperación internacional.

Costa Rica, sin un ejército desde hace más de 70 años, ha construido su reputación internacional como promotora de paz y sostenibilidad. Islandia, con poco más de 400 mil habitantes, ha sabido hacer oír su voz en temas como igualdad de género y medio ambiente. Eslovenia, nacida como Estado independiente hace apenas tres décadas, ha apostado por el multilateralismo y alianzas inteligentes que la han posicionado en la Unión Europea y más allá.

Estos ejemplos nos enseñan que la relevancia internacional no depende del tamaño geográfico o poblacional, sino de la claridad con que un país decide actuar en favor del interés común, dentro y fuera de sus fronteras.

De la teoría a la práctica: vivir en interdependencia

Hablar de cooperación global no significa tener pasaporte diplomático ni viajar constantemente. Se trata de asumir compromisos cotidianos que, resumidos en la palabra PRADA, representan más que una moda: un modelo de convivencia.

  • Participar en la vida pública con espíritu crítico y constructivo.
  • Respetar la diversidad de opiniones y estilos de vida.
  • Actuar con solidaridad, desde lo local hasta lo global.
  • Defender el planeta como casa común, más allá de fronteras nacionales.
  • Aceptar que la seguridad y el bienestar propios están conectados al de los demás.

Estos cinco principios “PRADA” son válidos para individuos, comunidades y Estados. En el caso dominicano, representan un camino posible para construir una nación más justa, solidaria y conectada con el mundo.

Conclusión: una invitación compartida

El discurso de Alexander Stubb en la ONU nos recordó que las naciones pequeñas tienen igual derecho y deber de ser escuchadas. Mi experiencia me confirma que abrirse al mundo no es un ideal lejano, sino una práctica cultivable en cada encuentro, diálogo y decisión.

La República Dominicana tiene mucho que ganar si asume esta visión con seriedad. Nos permitirá enfrentar con inteligencia la crisis haitiana, modernizar nuestra educación, fortalecer nuestras instituciones y proyectarnos como un país confiable, justo y solidario.

Estas líneas no buscan convencer a quienes niegan la importancia de una mirada abierta, sino fortalecer a quienes ya creen en ella, ofreciendo razones, ejemplos y herramientas para seguir profundizando. Porque, al final, esta forma de entendernos como parte de un todo mayor es una apuesta por un mundo donde nadie quede excluido, donde la diversidad sea una fuerza y no una amenaza, y donde la paz no sea un sueño ingenuo sino una meta alcanzable.

La invitación está hecha: desde Moca hasta Helsinki, desde la República Dominicana hasta cada rincón del planeta, aprendamos a vivir en interdependencia y a construir juntos un futuro más digno.

Pablo Viñas Guzmán

Educador, gestor cívico

Pablo Viñas Guzmán es director ejecutivo de AFS Intercultura en República Dominicana, gestor cívico y educador. Desde esa posición lidera programas de intercambio educativo, formación de jóvenes líderes, cooperación intersectorial y participación ciudadana. Es líder de GivingTuesday en República Dominicana y forma parte de su red global, además de presidir la Junta Directiva de Alianza ONG y participar activamente en otros espacios de articulación del sector social. Ha sido consultor y conferenciante en diplomacia pública, educación global, voluntariado internacional y fortalecimiento institucional en América Latina, Europa y Asia. Ha diseñado y ejecutado programas con el apoyo de agencias de cooperación y organismos internacionales, y ha colaborado con iniciativas de la Unión Europea, WINGS y otras plataformas en la consolidación de ecosistemas filantrópicos en el Caribe. Cuenta con formación en Derecho, Negocios Internacionales, Liderazgo Cívico y Diplomacia, y es egresado del Programa Executivo en Estrategia de Impacto Social e Innovación de la Universidad de Pensilvania.

Ver más