Llegamos al final del año 2025. ¡Qué año! Nos dejó la tragedia de la discoteca Jet Set, con un saldo de 236 valiosas vidas perdidas; la agudización de la crisis haitiana y los cuantiosos esfuerzos y recursos invertidos para preservar nuestra soberanía; el sorprendente apagón general que duró largas horas; la cacería de inmigrantes laboriosos y pobres en Estados Unidos, que tanto arriesgaron y aportaron, y que ahora son devueltos a nuestros países como si fueran vagos o delincuentes; la cesión de parte del territorio para operaciones militares estadounidenses; el agravamiento del caos del tránsito, producto de la escasez de parqueos, autobuses y metros, del aumento de motores y vehículos, y de la ausencia de educación vial; la falta de viviendas populares para los más necesitados, mientras se levantan numerosas torres ilegales en los barrios de las élites del poder; y la abundancia de bancas de juegos frente a la carencia de bibliotecas, canchas deportivas y academias musicales.

Finalmente, en este mes de diciembre se anunció el gigantesco y cruel fraude de SENASA, calificado como “el mayor conocido en contra de los más pobres”, según el licenciado Arismendy Díaz Santana, experto en seguridad social. Aún se desconoce si todos los presuntos culpables han sido imputados y si serán juzgados y condenados.

Afortunadamente, el año 2025 también nos trajo paz y estabilidad política, así como cierto progreso económico, gracias a que el turismo, las remesas, las zonas francas y las exportaciones ofrecieron resultados satisfactorios. Y frente a la cadena de hechos de corrupción que tanto ha perjudicado a los más pobres, se anunciaron políticas públicas, como propuestas de código penal y decretos, que podrían contribuir a contrarrestarlos.

Permítanme ahora compartir algunas consideraciones psicológicas, provenientes de la mente brillante del psicólogo Daniel Kahneman, uno de los más trascendentes de la actualidad y el único que ha recibido un Premio Nobel por integrar descubrimientos de la psicología a las ciencias económicas, especialmente en lo relativo al juicio humano y la toma de decisiones en contextos de incertidumbre. Estos hallazgos aparecen en su formidable libro Pensar rápido, pensar despacio.

Kahneman explica que existe una creencia generalizada según la cual la gente piensa que “lo que ve es todo lo que hay”. Es decir, que solo existe lo que se percibe de manera inmediata. Los seres humanos tienden a creerse inteligentes y racionales, pero olvidan que, en promedio, la mente es precipitada, imprecisa y perezosa, y que comete serios errores y sesgos al interpretar y procesar la realidad y al responder a las situaciones. El cerebro es poderoso, pero su capacidad es limitada.

De ahí que los psicólogos, entre ellos Kahneman, hayan evidenciado que la mayoría de las personas cree ser superior a los demás en los aspectos más importantes de la vida, y por eso tiende a ser excesivamente optimista respecto a sus capacidades en actividades que, en realidad, realiza solo de manera aceptable. Creen tenerlo todo bajo control, que lo saben todo, e ignoran el papel de la suerte y de las conductas de otras personas. El optimismo es una cualidad normal, pero algunos son más optimistas que otros; se sienten con más suerte y se colocan por encima de los demás. Estos suelen ser, por lo general, inventores, empresarios, funcionarios y líderes políticos y militares, muchos de los cuales se consideran personas excepcionales y creen no necesitar a los demás.

Por tales hechos y razones, el Estado debería fortalecer sus instituciones, a fin de que esas personas no sigan creyendo que heredan y ejercen la facultad de disponer de los fondos públicos a su antojo, ni que el esquivo caballero don Dinero lo resuelve todo.

Y así no puede ser. Hay que evitar que tantas personas se sientan descontentas y desesperanzadas, porque ya lo dijo el poeta nacional, doctor Pedro Mir: «…lo necesariamente débil es lo necesariamente fuerte».

Feliz año para todos.

*Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una pandemia por William Galván.

William Galván

Profesor de psicología y antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Investigador académico y consultor de empresas.

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