Francamente, me doy por vencido: no encuentro una buena justificación para que este país siga sosteniendo estoicamente su cédula de identidad, que no sea bajo la poderosísima razón de que existe Juan Luis Guerra con su 4-40. Porque, en verdad, Elena no pudo escribirle siquiera a la Woman del Callao que bebe tanto guavabery, no llueve café en el campo, los amantes del conuco emigraron a un barrio marginado sin que a ninguno le subiera la bilirrubina y el muchachito aquel que va a la casa de la novia como la abeja al panal no le hizo caso a su advertencia de “si tú te vas me moriré”, porque sucedió que le salió la visa para el sueño y se largó.

Ramón Colombo

Periodista

Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.

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