Es repugnante la campaña de chismes, inventos y calumnias lanzada por la Tora y su hija contra mi tocaya, la ministra Faride Raful. A mí modesto juicio, es una campaña propia de extorsionadores. Pretenden doblegarla, mediante un recurso bajo, como lo es la calumnia, para satisfacer requerimientos monetarios. Ni más ni menos.

Ninguna persona con sentido de la honra personal puede apoyar, ni ver con indiferencia, esos ataques soeces, que degradan a niveles inimaginables el oficio de comunicar.

No es algo nuevo. Aunque, a decir verdad, en esta ocasión la campaña sobrepasó cualquier nivel de chantaje y extorsión anterior.

En el pasado reciente ese tipo de campaña se montó de manera aviesa contra los expresidentes Danilo Medina y Leonel Fernández. Recuerdo a Marino Zapete, y al hombre de Hilando Fino, decirle a Danilo Medina, con el mayor desparpajo y desvergüenza, "ladrón".  Menciono esos dos, pero hubo muchos más, que usaron sus influencias mediáticas para intentar dañar la reputación de los dos expresidentes. Unos lo hicieron por razones políticas, y otros, como buenas granujas, para extorsionar. Aquello, como ahora, fue repugnante.

¿Qué derecho tiene alguien para decirle a un presidente ladrón sin siquiera presentar una mínima prueba?

¿Qué derecho tiene una supuesta comunicadora para difundir, sin ser verdad, que tiene videos dañinos al honor personal de otra persona?

Lamentablemente, la calumnia y el chisme son partes fundamentales de la política dominicana. Aquí la forma recurrente para descalificar a un adversario no son las ideas. Son las calumnias, los ataques bajos, los inventos, el chisme.

El profesor Juan Bosch, con su agudeza, se refirió al chisme y la calumnia del siglo XIX en la sociedad dominicana, como "vicios nacionales".

Si así era en el siglo XIX, imaginemos cómo Bosch calificaría lo que a diario vemos. El comportamiento del siglo XIX, calificado por Bosch de "vicios nacionales", con la explosión de las redes sociales, se ha multiplicado exponencialmente.

La calumnia y el chisme, también explica el profesor Bosch, fueron elevados en el siglo XX por el dictador Rafael Leónidas Trujillo a categoría de Estado. Los convirtió en el método por excelencia para atacar y descalificar a sus enemigos.

Si alguien sabe lo que es ser calumniado es el profesor Bosch. Pocos políticos han sido calumniados tanto como él. Fue acusado de trujillista, comunista, balaguerista, traficar con chinos, no creer en Dios, traicionar a Caamaño, vender las elecciones, etc, etc…

Recuerdo los grandes esfuerzos que hacíamos para defender a Bosch de esas calumnias. Hoy, muchos reconocen que fueron inventos para dañar su imagen. Pero ¿Quién repara el daño?

El doctor Peña Gómez también fue objeto de ataques feroces. Contra él se dijo de todo, pero lo más fuerte fue cuando Vinicio Castillo, un abogado y difamador compulsivo, lo acusó falsamente de haber traído drogas en dos maletas. Eso a Peña le dolió mucho, y debe haber contribuido a la aparición del cáncer que finalmente lo mató a destiempo. Hoy se reconoce que aquello fue una campaña rastrera. ¿Pero quién repara el daño?

En estos tiempos de las redes sociales las calumnias y el chisme han crecido de forma exagerada. Lo que empezó como un medio para darle voz a los sin voz, se ha convertido en el mejor medio para calumniar y extorsionar. Lo que en el siglo XIX fue calificado de "vicios nacionales", y que, en el siglo XX, el dictador Rafael Leónidas Trujillo elevó a la categoría de Estado, en el siglo XXI, con la explosión de las redes sociales, se ha mansificado de forma tal, que nadie se salva de las calumnias que cada segundo lanza legiones de bandidos.

La honra de la gente no importa. Sólo importa ganar dinero. Se guían por la frase atribuida a Voltaire, un pensador francés del siglo XVIII: "miente, miente, que algo queda".

¿Qué se puede hacer frente a tantos desmanes? No sé. La sociedad luce indefensa. Impotente.

El tema debe ser asumido por la clase política al margen del banderismo partidista. Hoy, están unos en el gobierno, y mañana serán otros.

Mientras tanto, progresar en la política conlleva el riesgo de ser objeto de inventos y calumnias, como las lanzadas, impunemente, por la Tora y la Torita contra la ministra Faride Raful, que, si bien es cierto y normal diferir de sus ideas, y de su gestión, no es menos cierto, que es una mujer talentosa, honorable y de una familia distinguida.

Farid Kury

Político, escritor y periodista. Ha escrito decenas de artículos en los principales diarios nacionales. Ha ocupado diversos cargos públicos. Ha sido asistente de la sindicatura de Son Pedro de Macorís (1998), Director de Prensa de la Procuraduría General de la República y de la Dirección General de Prisiones (1990), Gobernador Civil de la Provincia de Hato Mayor (1996), Candi-dato a Senador por el PLD (1998), Embajador Adscrito a la Cancillería, Encargado de Asuntos de Medio Oriente (1999-2004), Director del Departamento Cultural del Ayuntamiento de flato Mayor del Rey (20011). Asistente Asesor de los Comedores Económicos del Estado (2007), Coordi-nador Técnico de la Región Higüamo de FEDOMU (2011). en la actualidad es asesor Cultural del Senado de la República Dominicana. Es autor de varios libros: "¡Juan Bosch, ¡Entre el Exilio y el Golpe de Estado” (2000), “¡Peña Gómez, ¡Biografía para Escolares” (2003), “Francis Caamaño, ¡Una Vida” (2005), Trujillo, El Gladiador” (2006), “Juan Bosch, Memorias del Golpe” (2007), “Personajes, Triunfos y Caídas” (2008), “Minerva Mirabal, La Mariposa” (2010), “Juan Pablo Duarte, El Apóstol!' (2010), "Juan Bosch, del Exilio al Golpe de Estado" (2013), "Francis Caamaño, Entre Abril y Caracoles" (2014), lbs, de Restaurador a Tirano" (2015).

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