Reanudar las relaciones diplomáticas con Haití (suspendidas insólitamente hace tres años) es un hecho de extraordinaria importancia: Debe comprometer al Gobierno haitiano a colaborar con el control fronterizo; debe ayudar a identificar a cada emigrante haitiano (legal o ilegal, deportable o no) residente aquí; debe racionalizar la ayuda dominicana en salud y otros servicios para los haitianos, sean o no emigrantes permanentes, y debe contribuir a combatir lo que no debemos descartar: cualquier invento que se les ocurra aquí a las bandas criminales haitianas (que, por cierto, ya tienen presencia en la frontera).
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.