Para el 28 de abril de 1965, cuando las tropas del imperio norteamericano iniciaron la ocupación de la República Dominicana, habían ocurrido muchos acontecimientos en poco tiempo. La rapidez con que evolucionaban los hechos generaban mucha intranquilidad, incertidumbre y confusión.

En apenas cuatro días había caído el gobierno de facto de El Triunvirato, había sido juramentado el doctor Rafael Molina Ureña como presidente de la República, el coronel Hernando Hernández Ramírez había tenido que renunciar a su alto cargo de comandante de las fuerzas constitucionalistas  y en su lugar había sido designado el coronel Francisco Caamaño, había sido formada la Junta Militar de San Isidro, las tropas del CEFA del general Elías Wessin y Wessin habían sido derrotadas en la histórica batalla del puente Duarte, y como si todo lo anterior fuese muy poco, el primer contingente de las tropas interventoras norteamericanas había entrado al país como Pedro por su casa y se esperaba la llegada de muchos más.

Además, ya en ese momento Molina Ureña, junto a varios connotados dirigentes perredeístas, habían prácticamente desertado y se encontraban asilados en algunas embajadas, y por más esfuerzos que se hicieron para sacarlos, no fue posible.

Asilado Molina Ureña, la jefatura del movimiento en el país quedaba bajo el mando de los militares constitucionalistas que tenían ya como comandante al coronel Francisco Alberto Caamaño Denó. En ese momento Caamaño representaba la patria que estaba siendo invadida por tropas extranjeras, porque cuando otros fallaron él dijo presente y se convirtió, por su firmeza y valor, en el símbolo más alto del patriotismo dominicano.

Analizada en detalle la situación, y consciente de lo delicado que se tornaba la situación, el alto mando dispuso tomar la Fortaleza Ozama que seguía en manos del enemigo. Dos razones determinaron esa decisión. Primero, se trataba de una fuerza enemiga dentro de la zona de influencia constitucionalista, es decir, de la zona colonial, y segundo, porque esa fortaleza contaba con un enorme arsenal de armas pesadas y ligeras, imprescindibles para la causa.

Nadie conocía mejor que Caamaño esa fortaleza y las armas que allí había. Esa fortaleza siempre ha sido parte de la tradición militar dominicana, pero en noviembre de 1962 se convierte en sede del departamento de Los Cascos Blancos cuyo primer jefe precisamente fue Caamaño. Ese cuerpo de policías lo integraban 800 hombres y su misión era controlar los motines y disturbios de la población.

Tomada la decisión estratégica de tomar esa fortaleza, Caamaño quiso primero convencer a su amigo, el coronel Valentin Brache, quien era el comandante de la fortaleza, a unirse al movimiento sin necesidad de confrontaciones que pudieran evitarse, lo que resultó infructuoso, porque su hermano, el general Hernán Despradel  Brache, jefe de la policía de El Triunvirato, le había ordenado defender a sangre y fuego la fortaleza.

El combate era inevitable. Caamaño designó al coronel Juan Lora Fernández como jefe de las tropas que debían tomar la fortaleza. Lora Fernández era primo del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, y de confianza absoluta del coronel Caamaño. El mando constitucionalista dispuso que muchos de los soldados que habían combatido en el puente Duarte se integraran a la batalla que se aproximaba. También que los hombres ranas del comandante Monte Arache, entrenados por el italiano Ilio Capocci, participaran en la batalla.

Todo el día 29 hubo escaramuzas, ataques, batallas, pero los defensores de la fortaleza presentaron buena defensa y lograron impedir su caída. Sin embargo, para  el 30 su situación era demasiado precaria. A la lucha se habían integrado no sólo los militares constitucionalistas, sino además una enorme cantidad de civiles, perredeístas, izquierdistas y simples hombres del pueblo que deseaban a toda costa un arma, un fusil, o lo que sea, para participar en la guerra patria que se veía venir.

El 30 de abril la fortaleza fue literalmente tomada por los soldados y por el pueblo que, en masas y sin que nadie lo pudiera evitar, entraron y se apoderaron de las armas. Alrededor de 300 policías fueron apresados y el propio comandante Brache huyó a través del río Ozama. Hay momentos en que los pueblos se arman de valor, se crecen, pelean como fieras, y aquel fue uno de esos momentos, glorioso para el pueblo dominicano. Aquella fue una victoria muy importante para la revolución, pero apenas era el comienzo. Faltaban muchas batallas y muchos heridos y muertos.

Farid Kury

Político, escritor y periodista. Ha escrito decenas de artículos en los principales diarios nacionales. Ha ocupado diversos cargos públicos. Ha sido asistente de la sindicatura de Son Pedro de Macorís (1998), Director de Prensa de la Procuraduría General de la República y de la Dirección General de Prisiones (1990), Gobernador Civil de la Provincia de Hato Mayor (1996), Candi-dato a Senador por el PLD (1998), Embajador Adscrito a la Cancillería, Encargado de Asuntos de Medio Oriente (1999-2004), Director del Departamento Cultural del Ayuntamiento de flato Mayor del Rey (20011). Asistente Asesor de los Comedores Económicos del Estado (2007), Coordi-nador Técnico de la Región Higüamo de FEDOMU (2011). en la actualidad es asesor Cultural del Senado de la República Dominicana. Es autor de varios libros: "¡Juan Bosch, ¡Entre el Exilio y el Golpe de Estado” (2000), “¡Peña Gómez, ¡Biografía para Escolares” (2003), “Francis Caamaño, ¡Una Vida” (2005), Trujillo, El Gladiador” (2006), “Juan Bosch, Memorias del Golpe” (2007), “Personajes, Triunfos y Caídas” (2008), “Minerva Mirabal, La Mariposa” (2010), “Juan Pablo Duarte, El Apóstol!' (2010), "Juan Bosch, del Exilio al Golpe de Estado" (2013), "Francis Caamaño, Entre Abril y Caracoles" (2014), lbs, de Restaurador a Tirano" (2015).

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