Hay voces que sangran, no se pronuncian. La de Idea Vilariño, poeta uruguaya nacida en 1920, no se limita a decir: respira soledad, dolor, amor, lucidez, y una intensidad vital que resiste incluso a la muerte. Leer a Vilariño es adentrarse donde solo hay una luz encendida -la del alma- y todo lo demás está despojado. Su obra es un puñado de palabras esenciales que no buscan adornar, sino decir lo exacto. Lo que duele. Lo que quema. Lo que nunca se olvida.

Integrante de la llamada generación del 45 -junto a Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti e Ida Vitale-, Vilariño no necesitó un espacio público estridente para dejar huella. Su poesía, recogida principalmente en libros como Poemas de amor (1957), No (1980) o Poesía (1994), se convirtió en un testimonio íntimo y feroz de su modo interior, de una sensibilidad afilada como un cuchillo que se sabía sola y sin consuelo.

Su lenguaje es directo, seco, radical. No hay sobreactuación: hay verdad. Y la verdad, como el amor, no siempre es bella. A veces es puro desgarro. “No. Yo no tengo nada, nada mío, sino mi muerte”, escribe en uno de sus poemas más conocidos. Esa muerte que fue siempre suya, no como amenaza sino como certeza serena, acompañó a toda su obra como un espejo donde se miraba sin temor.

En Poemas de amor, escrito a lo largo de su intensa y contradictoria relación con Juan Carlos Onetti, Vilariño despliega una poética del deseo y del abandono, del amor vivido como una fiebre lúcida. La relación con Onetti, por momentos apasionada y por momentos distante, la marcó de manera irreversible. “No ames, no le ames más, no lo llames”, se dice a sí misma en uno de sus versos, como quien intenta desatar una soga del cuello sabiendo que aprieta, pero no se rompe.

El escritor uruguayo Hugo Achugar la definió con claridad: “Vilariño es una poeta de la desesperanza y la lucidez. Una voz que habla desde la desposesión total, desde la renuncia radical al ornamento”. Y no hay exageración en ello. Vilariño escribe como si en cada palabra fuese su último aliento, como si el poema no fuera creación estética sino un grito contenido durante siglos.

Su poesía también es política, aunque no en el sentido panfletario. Idea Vilariño fue ensayista, profesora, traductora y crítica. Tradujo con maestría a Shakespeare, capturando en español la sombra exacta de su ritmo y su hondura. Fue parte del Comité de Intelectuales contra la represión en Uruguay durante la dictadura, y aunque muchas veces prefirió el silencio a los focos, su voz no fue neutral. En su poema Ya no, se lee:

Ya no será

ya no

no viviremos juntos

no criaré a tu hijo

no coseré tu ropa

no te tendré de noche

no te besaré al irme

Esa negativa es también una forma de afirmación. De libertad. De poder sobre su propio relato. Es el rechazo de una vida convencional, a los moldes prestados, a los finales felices impuestos.

Vilariño tenía el don de decirlo todo con lo mínimo. Dejar el corazón latiendo en cinco versos, sin anestesia. La poeta mexicana Coral Bracho dijo una vez que “leer a Vilariño es sentir que alguien ha vivido exactamente lo que tú no sabias como nombrar” y, quizás ahí está el secreto de su vigencia: su poesía no pertenece al tiempo, sino al dolor humano que no cambia.

Como poeta, no buscó ser comprendida: buscó ser leída con la carne. Y aún hoy, a más de una década de su muerte, sus palabras laten como si acabaran de escribirse. Como si cada lector tuviera que abrirlas con sus propias lágrimas.

Vilariño murió en 2009. Su voz persiste en cada lector que la encuentra como quien descubre una carta olvidada, un diario secreto, una confesión a medianoche. Su obra no tiene la ambición de la inmortalidad, pero ha sido hecha para quedarse. Porque quien escribe desde la entraña deja huella, no huella de estatua, sino de llama. E Idea sigue ardiendo.

Quizá por eso, más que una autora, es un territorio. Un lugar a donde uno vuelve cuando ha amado demasiado, cuando ha perdido, cuando ha sobrevivido. Y en ese lugar no hay promesas, pero si una certeza: que el lenguaje, aún el más herido, puede ser abrigo.

Porque en su mar de negaciones y adioses, Vilariño no nos dejó solos. Nos entrega, desnuda y sin consuelo, la única verdad posible:

Ya no seré

pero mientras exista

tu estarás en mi vida.

Lizamavel Collado

Política

Lizamavel Collado es periodista, gestora empresarial, especialista en programación macroeconómica, ingeniería financiera, derivados, presupuesto y gestión pública. Presidenta del partido Poder Ciudadano.

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