Al salir de la farmacia esta mañana pensé mucho en la próxima cumbre entre el presidente Abinader y tres ex jefes del Estado dominicano, el próximo miércoles 14 de mayo. Pensé en mi breve apretón de manos de abril de 2013 al presidente Danilo Medina, durante la cumbre de la Asociación de Estados del Caribe en el Karibe Convention de Juvénat, en Haití. También saludé a la vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch, a principios de este siglo , en una campaña conjunta de vacunación fronteriza.

Salía de una de las farmacias de mi barrio pensando en el personal de la farmacia San Judas Tadeo de la Avenida Independencia. Escribí sobre ellos: Mi farmacia favorita era la San Judas Tadeo, abierta 24/24, ubicada en el área del Parque Independencia. Cuando faltaba un producto en los estantes se pedía al cliente que volviera una hora más tarde para satisfacerlo. (Acento, 11/01/2024).

Les hablo de farmacia, porque donde yo vivo, más del 50% de las medicinas vienen de la República Dominicana. Y si un ministro de Salud haitiano aborda mal este aspecto de nuestras relaciones, en menos de 50 días, más del 50% de la población haitiana irá lentamente a la tumba. Como ex funcionario del Ministerio de Salud Pública en Haití, saludo a los familiares, amigos y colaboradores de uno de los médicos más distinguidos de las Américas, el Dr. José Rodríguez Soldevilla.

Hablo de salud, porque es uno de los temas más delicados en las relaciones recientes entre Haití y la República Dominicana. He leído las preocupaciones de los medios dominicanos cada vez que los brotes letales haitianos destruyen las pocas instalaciones hospitalarias de Haití. Debo confesar que a menudo en mi país me llaman «doctor», porque durante diez años he escrito sobre el mandato de un decano excepcional de la facultad de medicina de la Universidad del Estado, y en 2025 celebro mi trigésimo año de escribir artículos y notas sobre la historia de la salud pública en Haití.

El pasado miércoles 23 de abril, le escribí a un amigo dominicano mis preocupaciones sobre el enfrentamiento que iba a tener lugar a aproximadamente 1 kilómetro de mi casa, entre una brigada cívica apoyando a la policía nacional frente a terroristas. El amigo dominicano me respondió: «lo que usted narra hiere: que jóvenes tengan que enfrentar a bandidos bien armados. Siento desesperación al ver la indiferencia de unos y la complicidad hipócrita de otros…». Al día siguiente se informó de que 35 terroristas cayeron y unos 40 resultaron gravemente heridos. En el lado de la brigada cívica hubo 6 muertos y 2 heridos.

Me permito enviar esta nota sin importancia a sus secretarías, sin ningún temor. La misma gestión ante las autoridades haitianas podría terminar mal. Porque toda actitud ciudadana es sinónimo de desestabilización y merece castigo…

En pocas palabras, esta es nuestra situación y en el primer círculo «seguiré a caballo» ha sustituido al himno nacional…

Gilbert Mervilus

Historiador

Nacido en Puerto Príncipe en el año 1963, Gilbert Mervilus es especialista en historia, pintura y literatura haitiana. Tras realizar sus estudios en la capital del país, se especializó en Gramática, Historia de la Lengua Española y Literatura de España y América Latina en diversos cursos de formación. Posteriormente ha realizado estudios avanzados en Literatura y Arte francés. Inicia sus actividades como profesor de español en 1986, a las que siguieron las de Traductor e Intérprete en 1988; Traductor de Corresponsales Extranjeros en Prensa; Profesor de Español en la Universidad de Quisqueya (1998–2001); traductor en el Ejército de la E.U.A. de 1993 a 1994; traductor e Intérprete Oficial del Ministerio de Salud Pública (2001–04). Es autor de numerosas publicaciones y conferencias [ La Historia de la Pintura Haitiana ,Costa Rica, 1988; La Pintura Moderna,1993; Una Nueva Cotización del Arte Haitiano,octubre1994]; y traductor jurado.

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