Ayer en la noche, cuando el Teatro Nacional abrió su solemnidad para honrar al Dr. Jorge Marte Báez, sentí cómo la memoria me devolvía —con la suavidad de un eco antiguo— a los pasillos del colegio De La Salle. Allí, entre cuadernos, uniformes impecables y voces juveniles que soñaban con el futuro, caminaba aquel muchacho sereno, de mirada limpia y levemente pícara, de voluntad firme y silenciosa, que aún no sospechaba cuántas vidas tocaría algún día con sus manos y con su inteligencia. Y mientras lo veía ser aplaudido, también me conmovió la presencia de mis hermanos de la Promoción 73, que acudieron a acompañarlo y a respaldar, con la misma fraternidad de siempre, a nuestro compañero lasallista en una noche que ya forma parte de nuestra memoria compartida.
La gala inició con una presentación artística a cargo del grupo Retro Jazz, cuya interpretación ofreció un marco musical elegante y propicio para la solemnidad del acto.
A continuación, el historiador Juan Daniel Balcácer pronunció las palabras introductorias, situando el valor cultural y cívico de la premiación.
El discurso central estuvo a cargo de Miguel José Barceló Corripio, quien destacó la trayectoria, el compromiso y el aporte de los galardonados al desarrollo nacional.
Anoche, mientras la Fundación Corripio le otorgaba el Premio Nacional de Medicina 2025, no veía solamente al neumólogo eminente. Veía también al compañero lasallista que aprendió, junto conmigo y con muchos otros, que la vida se construye con disciplina, humildad y ese respeto silencioso por el deber que nos enseñaron nuestros padres y maestros.
Esa llama que nació en las aulas del colegio se convirtió, con los años, en una trayectoria que parecía escrita con pulso firme sobre un cuaderno sin márgenes: certificaciones en Estados Unidos y Canadá; formación en Cuba; una segunda residencia en Medicina Interna en la Universidad de Pennsylvania; un fellowship en Pulmón y Cuidados Críticos; maestrías, direcciones, jefaturas, publicaciones; liderazgo académico; y la creación de programas de postgrado que transformaron profundamente la medicina dominicana.
Pero más allá de ese listado impecable —que el país celebró anoche y que la medicina agradece desde hace décadas— estuvo siempre el hombre.
El que siguió tomando, año tras año, los exámenes internacionales junto a sus residentes, porque entendió que el maestro debía caminar al lado del discípulo.
El que convirtió la enseñanza en un acto de entrega.
El que supo llevar con serenidad y dignidad la responsabilidad de formar, guiar y elevar.
No fue casual que un Congreso Internacional de Neumología llevara su nombre.
No fue casual su doble certificación estadounidense y europea, rara en nuestro continente.
No fue casual que se convirtiera en Maestro de la Medicina y Maestro de la Neumología.
Nada de eso ocurrió por azar.
Ocurrió porque algunas vidas se edifican desde temprano con un temple que no necesita alardes.
Y yo, que lo conocí antes de los títulos, antes de las distinciones, antes de que el mundo lo reclamara como uno de los suyos, celebré anoche con la gratitud de un amigo y con el orgullo íntimo de un compañero lasallista. Porque uno reconoce, incluso a través de los años, el brillo auténtico de un carácter. Y Jorge siempre lo tuvo.
Ayer en la noche, mientras el público lo aplaudía de pie, sentí que esa ovación no era solo para el médico ilustre, sino también para aquel joven que alguna vez compartió con nosotros los sueños sencillos de la adolescencia.
Que este reconocimiento permanezca en su memoria como un espejo luminoso donde pueda mirarse y descubrir —con la misma claridad con que se encienden las luces del escenario— todo lo que ha sembrado en su patria y en su gente. Y que, al recibirlo como Ganador del Premio Nacional de Medicina, Fundación Corripio 2025, sienta también la certeza íntima de que su ejemplo seguirá respirando entre nosotros, acompañándonos en silencio, alumbrando caminos, recordándonos que hay vidas que, más que ejercer, ofician: porque su legado no solo cura, también inspira, conmueve y permanece.
¡Un justo reconocimiento al estudio, la preparación, la dedicación y al talento nacional!
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