La expedición del 14 de junio de 1959 constituyó un hito fundacional para el Movimiento Revolucionario 14 de Junio comparable en Cuba con lo que significó el asalto al cuartel Moncada, un 26 de julio de 1953, pues más allá del hecho militar, aquella juventud sembró la semilla para iniciar una nueva etapa en la lucha contra la dictadura trujillista. En efecto, la gesta de la raza inmortal, como se le denominó posteriormente al grupo de los expedicionarios, se convirtió en el catalizador de la conciencia política en el país donde si bien se tenía por objetivo derrocar a la tiranía en un primer momento, no es menos cierto que en su seno también se albergaba la esperanza de un cambió más profundo en el orden socio-socioeconómico y político de la sociedad dominicana.
Se recuerda que, durante más de tres décadas, el pueblo dominicano padeció el terror del régimen de Rafael Leónidas Trujillo, quien siempre sirvió de aliado a los intereses del imperialismo norteamericano y la oligarquía criolla. Desde esta perspectiva, el sacrificio de los expedicionarios del Movimiento de Liberación Dominicana que se entrenaron el campamento de “Mil Cumbres” en Cuba, se inscribía en un proyecto más amplio de emancipación de los pueblos latinoamericanos, razón por la que además de dominicanos se integraron venezolanos, cubanos, puertorriqueños, norteamericanos, españoles y guatemaltecos, en continuidad con lo que había sido la legión del Caribe y el fracaso de la expedición de cayo confites.

Tal como sucedió en Cuba, el fracaso militar de la expedición no mermó en la población su profundo contenido ideológico y político. Al contrario, su martirologio fue “la chispa que encendió la pradera”, parafraseando a Mao Tse Tung, dando origen al glorioso Movimiento Revolucionario 14 de Junio, en su etapa clandestina, el cual encontró en las figuras de Manolo Tavárez y Minerva Mirabal, un liderazgo capaz de recoger la bandera de aquellos próceres tanto en el plano político como programático. De esta forma, el 14 de Junio no fue solo una fecha inscrita en rojo en el calendario patrio dominicano sino una bandera definida, por sus colores verde y negro, que trazó en su horizonte el ideario de la liberación nacional y el socialismo, manteniendo encendida "la antorcha de la libertad, de la justicia y el espíritu de la revolución".
La gesta heroica del 14 de Junio

El 14 de Junio de 1959 un violento campanazo de lucha irrumpe el escenario político dominicano, cuando los hombres bravíos de la Raza Inmortal desembarcan en las escarpadas montañas de Quisqueya, procedentes de Cuba recién liberada.
Preñados de un extraordinario espíritu de sacrificio, los heroicos combatientes vinieron por Constanza, Maimón y Estero Hondo, a marcar con su sangre y combate, el inicio de la batalla final del pueblo dominicano contra la archicriminal tiranía que, bajo el mando personal de Trujillo, había establecido el imperialismo yanqui en este país desde el año 1930.
La magnitud histórica de la gesta del 14 de Junio la define el enérgico movimiento de lucha que posteriormente desarrollara la juventud dominicana, que puso en tensión y llevó a la práctica militante, la violenta rebeldía que le provocaran los bárbaros crímenes cometidos por Trujillo durante el desembarco, sumados a un tenebroso cúmulo de atrocidades llevadas a cabo desde 1930.
El martirologio de los héroes prendió como fuerza despertando conciencias por largo tiempo dormidas y levantando el espíritu de la lucha de las masas que generaron e hicieron posible el desencadenamiento de incesantes acciones, que culminaron con el ajusticiamiento de Trujillo y que continuaron luego de tal hecho, tornándose en grandes jornadas populares, de carácter político cada vez en mejores trincheras de combate frente a sus tradicionales y mortales enemigos, el imperialismo yanqui y la oligarquía criolla.
Circunstancias considerablemente adversas en el exterior como en el interior del país, motivaron el fracaso de la heroica acción de los valientes expedicionarios. La mayoría fueron apresados vivos para luego morir en la Base de San Isidro, donde fueron víctimas de las más terribles torturas por parte de Trujillo, sus hijos y los más sanguinarios esbirros del régimen. Estos crímenes, sin parangón en la historia dominicana, eran bendecidos por Balaguer desde su posición de vicepresidente de la República.
A continuación, señalamos las más importantes de las condiciones en que se produjo la expedición, pues de ellas podemos extraer y asimilar útiles lecciones, además de que tendremos una visión más objetiva del hecho armado de 1959.
La expedición la organiza el M.L.D.

Para 1959, La Habana, Cuba, se había convertido prácticamente en el centro de la actividad de una gran cantidad de los exiliados dominicanos, que en general pululaban o residían en New York, Buenos Aires, Caracas, San Juan y otras ciudades del continente.
Destacado elemento aglutinante era el resonante triunfo de la Revolución Cubana, en enero de ese mismo año, el cual abría una nueva época histórica en la lucha de los pueblos latinoamericanos, e hizo posible, por la cooperación de los jefes de la revolución, las actividades del Movimiento de Liberación Dominicana, la organización unitaria de varias fuerzas del exilio que se encargó de realizar y dirigir los preparativos que culminaron en la expedición que partió del campamento de “Mil cumbres”, en la provincia cubana de Oriente.
En dicho campamento se entrenaron militarmente cientos de dominicanos, realizándose allí mismo la organización y la distribución de los hombres de acuerdo con los 3 frentes (Constanza, Maimón y Estero hondo), en qué primeramente debía combatirse. También se entrenaron y salieron a combatir por nuestro pueblo desde “Mil cumbres” hombres de otras nacionalidades: cubanos, puertorriqueños, norteamericanos, venezolanos, etc.
Tal preparación para la lucha armada en nuestro país contó desde el primer momento con el resuelto apoyo moral y material del pueblo cubano y de sus líderes, que no vacilaron en ayudar a los más abnegados combatientes del exilio dominicano, muchos de los cuales habían escogido el camino de la ideología marxistaleninista, y otros, como el heroico Enrique Jiménez Moya, habían luchado tenazmente en Sierra Maestra por la liberación del pueblo de Cuba.
Precisa hacer un paréntesis en este trabajo para señalar que esta línea de solidaridad militante con el pueblo dominicano y con los demás pueblos de Américas ha sido una característica de la revolución cubana desde sus primeros días hasta hoy. Así como ayer, en suelo cubano se entrenaron dominicanos y desde allí mismo partieron revolucionarios cubanos para venir a luchar por la liberación del pueblo dominicano, hoy gloriosos combatientes cubanos como el mártir Pedro Cabrera (recientemente asesinado por la Digepol venezolana), van a Venezuela, ejerciendo su pleno derecho de luchar, sin importar los riesgos, por la libertad de ese pueblo hermano, o de cualquier otro de nuestra América, que, como Cuba, tiene de enemigo común al feroz imperialismo norteamericano. Y es que es una sola la revolución de los pueblos del mundo y concretamente la de los pueblos de América Latina, por lo que ni en el pasado, ni en el presente, ni en el futuro habrá fronteras que limiten el derecho de los verdaderos revolucionarios de combatir por la liberación de un pueblo hermano que se bata contra la opresión criminal del imperialismo yanqui.
Los frutos de la sangre que se derrama por una causa justa

Sin embargo, a pesar de las terribles condiciones adversas que provocaron y culminaron con el total fracaso militar de la Jornada de Junio, el gigantesco valor de los hombres de la Raza Inmortal y el impacto mismo de su acción de titanes, hicieron tambalear el edificio de la tiranía proyanqui de Trujillo, cuyos pilares principales comenzaron a agrietarse rápidamente. Con su sacrificio, prendieron “la llama augusta de la libertad” y la preciosa sangre que derramaron, agitó a nuestra juventud, fundamentalmente, que no tardó en iniciar manifestaciones de simpatías con los expedicionarios y de repudio a los salvajes crímenes de Trujillo con cuantos prisioneros tomara durante esos días.
Consecuencia directa de las gestas de Junio, se produce un despertar creciente en la conciencia popular y comienza a registrarse en todo el país un movimiento de resistencia contra la tiranía que a los pocos meses se tornó en un vigoroso huracán que amenazaba peligrosamente a la tiranía (cosa que hizo comprender a los imperialistas yanquis que los días del régimen que ellos mismos habían instaurado en 1930 estaban contados, por lo que se lanzaron a sacarle ventajas al fuerte movimiento de oposición, infiltrando sus agentes y dando apariencias de un supuesto “viraje” de su política frente el tirano, quien al poco tiempo sufrió la “condena y el bloqueo decretados” por la OEA en San José de Costa Rica.
Lo más destacado de este movimiento fue el despertar general del pueblo y de mayor importancia para el futuro de su lucha, fue la formación de nuestro glorioso Partido, de las entrañas mismas de la lucha antitrujillistas que por todo el territorio nacional desplegaban decenas de jóvenes intrépidos en la más férrea clandestinidad, dirigidos entre otros por los hoy mártires del pueblo, Dr. Tejada Florentino, Minerva Mirabal, Pipe Faxas y Manolo Tavárez. Este último se convirtió en la figura más destacada de la lucha, que aún siendo develada en enero de 1960 no cesó en sus acciones, cada vez de mayor envergadura que culminaron provocando el ajusticiamiento de Trujillo, ante la inminencia y el desencadenamiento de jornada
El mejor homenaje a los héroes: continuar su lucha consolidando el partido y avanzando en la línea de guerra popular de liberación
Desde aquel histórico 14 de Junio de Constanza, Maimón y Estero Hondo, han transcurrido 8 años, en los que el pueblo dominicano ha transitado un pedregoso camino de tenaz lucha contra sus opresores imperialistas y oligárquicos, que a causa de esto han apretado más sus ataduras sobre las masas tanto en lo económico como en lo social, cultural, etc.
Pero a pesar del golpeo imperialista, el pueblo ha logrado recuperar en gran medida el poder político-militar de dominación, luego de violentas jornadas como las de 1961 contra Ramfís–Balaguer; las de 1962 contra el Consejo de Estado; Insurrección de noviembre de 1963; la lucha contra el Triunvirato que culminó con la Guerra Patria de Abril. En ella nuestro pueblo mostró su propia capacidad para liberarse él mismo de las garras del imperialismo, que tuvo que desembarcar 42 mil “marines” yanquis con el fin de frenar el proceso revolucionario dominicano.
Hoy, partiendo de un análisis científico, con las desastrosas condiciones de explotación en que viven las grandes masas populares y de la capacidad de lucha que estas pueden desarrollar, y de acuerdo con la época histórica en que vivimos, del hundimiento aparatoso del imperialismo, nuestro Partido ha planteado que el pueblo no tiene otra salida de lucha que la que le ha impuesto el enemigo: la lucha armada popular que tenga como fundamental escenario las vastas zonas rurales del país donde se alberga una masa gigante, componente del 69% de la población dominicana.
Materializar esta línea de llevar a sus formas superiores la lucha de clase en nuestra sociedad, como única brecha que tiene el pueblo para encontrar el camino de su felicidad, el socialismo, constituye la tarea principal que tienen hoy planteada los revolucionarios dominicanos.
De aquí que precisamente, impulsar la lucha por la consolidación del Partido y por la guerra de liberación del pueblo, es el mejor homenaje que hoy podemos dar a los Héroes de la Raza Inmortal, que el 14 de Junio de 1959 intentaron inmolarse en aras de un futuro mejor para nuestro pueblo sacrificado.
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