En el presente artículo trataremos la formación por competencias en la educación superior; será el primero de varios artículos donde hablaremos de la educación por competencias, dada la importancia de este enfoque para el país y América Latina.
El enfoque de formación por competencias ha encontrado un espacio significativo como parte de las reformas curriculares en numerosas universidades de todo el mundo.
A pesar de ello, su surgimiento desde la formación tecnológica, en el marco de importantes cambios en los requisitos para la formación de tecnólogos en las más diversas ramas de la producción, unido a tendencias centradas en una visión “eficientita” desde el punto de vista empresarial para la formación profesional, ha traído como consecuencia una gran discusión acerca de su pertinencia para los propósitos formativos en universidades tanto de República Dominicana como de América Latina; dicho enfoque no se queda en las carreras técnicas sino que ha pasado a las escuelas de pedagogía y a las humanidades en las universidades e instituciones del nivel superior.
El concepto de competencias en educación, según (Martens,1997) surge asociado a las competencias laborales en los países industrializados, como consecuencia directa del cambio experimentado en los paradigmas de organización y gestión empresariales.
Este enfoque “empresarial” de competencias en las universidades ha generado muchas dudas entre los gestores curriculares, en cuanto a las posibilidades de adecuarlo a los propósitos de una formación universitaria, que debe ir más allá de propiciar capacidades para avanzar en el mundo del mercado laboral y la competencia sin otra motivación que el éxito personal y desligado totalmente de un compromiso ciudadano, humanista y solidario.
Por ejemplo, Chomsky, entre otros apuntan, que la gran tarea de los reformadores educativos en la sociedad global se centra en crear al “trabajador adaptable” que –al igual que el adaptador eléctrico universal– encaje en cualquier “enchufe” empresarial regional, sin causar problemas en la generación de ganancias. (Chomsky,1997) Esta visión crítica de Chomsky, justifica el personalismo de la educación por competencia vista desde sus orígenes empresariales.
Entre los antecedentes relacionados con el concepto de competencias, destaca, por su visión integradora, el referido por Gonczi y Athanasou (1996), quienes, a partir de un enfoque holístico admiten a la competencia como una compleja estructura de atributos necesarios para el desempeño en situaciones específicas (conocimiento, actitudes, valores y habilidades) en el cumplimiento de las tareas que se tienen que desempeñar en determinadas situaciones, en una estrecha integración y facilitando el desarrollo de diversas acciones simultáneamente, tomando en cuenta el contexto y la cultura del lugar de trabajo e incorporando, con ello la ética y los valores como elementos de un desempeño competente.
En los últimos tiempos, este enfoque se ha estado desarrollando en la República Dominicana, de manera que podemos decir que es relativamente nuevo. Acostumbrados por años y décadas a la educación a través de objetivos, la confusión con que se está implementando el enfoque por competencias hace que, en algunas ocasiones, en los equipos que he trabajado en las reformas curriculares, se haya creído que es lo mismo que lo anterior, pero con otro nombre, lo que en alguna medida mediatiza el cambio.
El enfoque de aprendizaje por competencia tiene sus características propias, y una de ellas es el hacer, para lograr una competencia el estudiante tiene que demostrar haciendo y para hacer es necesario emplear conocimientos, habilidades y actitudes, que en algunas medidas se trabajan por separados en el modelo tradicional.
A continuación, presentamos algunas características del enfoque por competencias que lo diferencian del modelo tradicional:
Habilidades prácticas. Se caracteriza por el desarrollo de habilidades prácticas y aplicables en situaciones reales. A diferencia de los enfoques tradicionales que se centran en la transmisión de conocimientos teóricos, la educación basada en competencias busca que los estudiantes adquieran habilidades que puedan utilizar de manera efectiva en su vida cotidiana y en el mundo laboral.
Esto implica que los estudiantes no solo aprendan teoría, sino que también se les brinde la oportunidad de aplicar ese conocimiento en situaciones prácticas. Se promueve el aprendizaje activo, la resolución de problemas y la toma de decisiones basadas en el razonamiento crítico.
Los aprendices desarrollan habilidades prácticas, como: la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, el pensamiento analítico y la capacidad de adaptarse a diferentes contextos.
Orientación hacia el logro de objetivos. Los objetivos están directamente relacionados con las habilidades y competencias que se espera que los estudiantes desarrollen durante su proceso educativo. Los objetivos son medibles y realistas, lo que permite evaluar el progreso y el logro de los estudiantes de manera efectiva.
Al establecer metas claras, los estudiantes tienen una dirección clara de lo que se espera de ellos y pueden orientar sus esfuerzos hacia el logro de esos objetivos. Esto fomenta la motivación intrínseca, ya que los estudiantes ven el propósito y la relevancia de su aprendizaje al tener metas concretas que alcanzar.
Evaluación basada en el desempeño. En la educación basada en competencias, la evaluación se centra en el desempeño de los estudiantes en la aplicación de habilidades y conocimientos en situaciones reales.
A diferencia de las evaluaciones tradicionales que se basan principalmente en exámenes escritos o pruebas de opción múltiple, la evaluación basada en el desempeño busca medir cómo los estudiantes aplican su aprendizaje en contextos auténticos.
Las evaluaciones pueden incluir proyectos, presentaciones, evaluaciones prácticas, simulaciones o cualquier otra actividad que permita a los estudiantes demostrar su competencia en una determinada área. Proporcionan retroalimentación significativa y detallada a los estudiantes sobre su desempeño, lo que les permite identificar fortalezas y áreas de mejora.
Aprendizaje activo y participativo. Los estudiantes son animados a ser participantes activos en su propio proceso educativo, en lugar de ser receptores pasivos de información. Se fomenta el trabajo en equipo, la colaboración y la interacción entre pares.
No solo adquieren conocimientos, sino que también participan en actividades que les permiten aplicar y poner en práctica lo que han aprendido. Se utilizan estrategias de aprendizaje activas, como el aprendizaje basado en proyectos y problemas o el aprendizaje experimental, donde pueden explorar, experimentar y construir su propio conocimiento.
Individualización del aprendizaje. Reconoce que los aprendices tienen diferentes ritmos y estilos de aprendizaje. Se busca adaptar el proceso educativo para satisfacer las necesidades individuales de cada estudiante. Se brinda apoyo adicional a aquellos que lo necesiten y se fomenta el desarrollo personalizado de habilidades y competencias.
Se promueve la atención individualizada, la tutoría y la retroalimentación continua para cada uno de los estudiantes. Los docentes tienen un papel fundamental en la identificación de las necesidades y en la implementación de estrategias de enseñanza y apoyo adecuadas para maximizar su aprendizaje.
Enfoque interdisciplinario. Promueve un enfoque interdisciplinario con el que se busca integrar diferentes disciplinas y áreas de conocimiento. Se reconoce que los problemas y desafíos del mundo real no están limitados a una sola disciplina y que se requiere una comprensión y aplicación de conocimientos en múltiples campos.
De tal manera, el enfoque por competencias permite establecer conexiones y relaciones entre diferentes áreas de estudio. Fomenta la integración de conocimientos, habilidades y perspectivas de diferentes disciplinas, lo que enriquece el aprendizaje y permite abordar problemas complejos de manera más efectiva.
Enseñanza contextualizada. La educación basada en competencias busca establecer vínculos entre el aprendizaje en el aula y su aplicación en la vida real. Los contenidos y las actividades educativas se presentan en contextos relevantes y significativos para los estudiantes. Se busca que se comprendan la relevancia y la utilidad de lo que están aprendiendo.
Se utilizan ejemplos y situaciones auténticas que reflejen el mundo real para facilitar la comprensión y aplicación de los conceptos. Esto ayuda a que los estudiantes vean cómo pueden aplicar sus habilidades y conocimientos en situaciones concretas y cómo pueden hacer contribuciones significativas en su entorno personal, social y laboral.
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