PREÁMBULO:
Amigo Lector:
La República Dominicana califica como una economía abierta por múltiples razones estructurales y políticas. Su modelo de desarrollo se apoya en el comercio internacional, el turismo receptivo, las zonas francas, la inversión extranjera directa y el flujo constante de remesas. En julio de 2025, las remesas alcanzaron los US$1,047.7 millones, reflejando su papel como fuente vital de ingresos familiares y divisas. En el mismo mes, el país recibió 863,780 turistas, consolidando su liderazgo regional en turismo caribeño. Por su parte, el sector de zonas francas registró US$8,425.9 millones en exportaciones durante 2024, representando el 60.7% de las exportaciones totales del país.
Estos tres pilares —remesas, turismo y zonas francas— evidencian una alta exposición al entorno internacional y una integración profunda en las cadenas globales de valor, lo que exige una política monetaria capaz de absorber shocks externos sin perder el control interno, dejando así atrás, nuestro narcisismo monetario ancestral.
DESARROLLO TEMÁTICO:
1-El desafío de diseñar una política bimonetarista funcional
En tiempos donde la interdependencia económica global se intensifica y los recursos naturales vuelven a ser codiciados como palancas geopolíticas, los países de economía abierta enfrentan un dilema crucial: ¿cómo diseñar una política monetaria que garantice estabilidad sin sacrificar soberanía? ¿Cómo convivir con dos monedas sin perder el “alma financiera” de la nación?
La República Dominicana ofrece un caso fascinante. Con una economía abierta al turismo, las remesas, la inversión extranjera y el comercio internacional, y con una riqueza natural que incluye minería, agricultura y biodiversidad costera, el país se encuentra en una encrucijada monetaria. El sistema financiero permite cuentas de ahorro en dólares estadounidenses, pero no cuentas corrientes, lo que configura un bimonetarismo parcial, funcional en ciertos aspectos, pero limitado en otros. Esta dualidad plantea preguntas técnicas, éticas y estratégicas que merecen atención profunda.
- ¿Puede un país como el nuestro beneficiarse de la confianza que ofrece el dólar sin caer en la trampa de la dolarización emocional o estructural?
- ¿Puede el peso dominicano seguir siendo moneda de transacción, crédito y cultura, mientras se permite el ahorro en moneda dura como herramienta de protección y atracción de capital?
Este artículo propone explorar las condiciones necesarias para una política monetaria funcional en economías abiertas con bimonetarismo parcial. Analizaremos modelos regionales, riesgos sistémicos, ventajas estratégicas y el rol pedagógico del Banco Central como arquitecto de confianza. Porque más allá de las tasas de interés y los tipos de cambio, la política monetaria es también una narrativa: (la historia que un país se cuenta sobre su valor, su futuro y su capacidad de decidir).
2-Contexto económico: apertura, bimonetarismo y potencial natural
Una economía abierta se caracteriza por su integración al comercio internacional, la movilidad de capitales y la exposición a flujos financieros globales. Esto implica beneficios como acceso a inversión extranjera, diversificación de mercados y transferencia tecnológica, pero también vulnerabilidades ante crisis externas, volatilidad cambiaria y dependencia de factores exógenos y geopolíticos.
En este contexto, el bimonetarismo parcial dominicano —donde se permiten cuentas de ahorro en dólares pero no cuentas corrientes— representa una estrategia de equilibrio. El dólar actúa como reserva de valor, instrumento de ahorro y vehículo de confianza, mientras el peso conserva su rol como moneda de curso legal para transacciones cotidianas, pagos de salarios y precios internos, exceptuando aquellas ventas “solapadas” de inmuebles y vehículos de “alta gama”.
NOTA 1.: Este modelo permite a los ciudadanos proteger sus ahorros ante la inflación y facilita la recepción de remesas, pero también genera desafíos: segmentación financiera, desigualdad en el acceso a moneda dura, presión sobre las reservas internacionales y riesgo de desconfianza estructural en la moneda nacional. A esto se suma el papel de los recursos naturales como palanca de desarrollo. La minería, el turismo ecológico, la agricultura tropical y la energía renovable, las cuales ofrecen oportunidades de crecimiento, pero también requieren una política monetaria que evite la “Enfermedad Holandesa”, proteja la competitividad y canalice los ingresos externos hacia inversión productiva.
NOTA 2.: El término “Enfermedad Holandesa” fue acuñado en 1977 por la revista The Economist para describir un fenómeno observado en los Países Bajos tras el descubrimiento de grandes yacimientos de gas natural en Groningen en 1959. Aunque el hallazgo generó un aumento significativo en los ingresos por exportaciones de gas, también provocó una apreciación del florín neerlandés, lo que encareció las exportaciones no relacionadas con el gas y debilitó sectores como la manufactura. Esta paradoja —más riqueza, pero menos competitividad— fue lo que inspiró el nombre. Desde entonces, el concepto se ha usado para analizar casos similares en países como Venezuela (por el petróleo), Australia (por el oro).
3-Opciones de política monetaria: modelos y experiencias
Las economías abiertas, con bimonetarismo parcial, deben elegir cuidadosamente su marco de política monetaria. Entre las opciones más relevantes están:
a)-Metas de niveles de inflación
Adoptado por el Banco Central dominicano desde 2012, este modelo busca mantener la inflación dentro de un rango objetivo, utilizando la tasa de interés como principal instrumento. Requiere transparencia, credibilidad y comunicación constante con el público. También es necesario señalar las últimas previsiones monetarias de Marzo y Septiembre de este año, que buscan controlar el factor especulativo cambiario.
b)-Regla de Taylor modificada
Esta fórmula ajusta la tasa de interés según la desviación de la inflación respecto a su meta, la brecha del producto y, en economías abiertas, el tipo de cambio. Permite respuestas técnicas ante shocks externos sin perder el anclaje interno.
c)-Tipo de cambio flexible con intervención estratégica
En lugar de fijar el tipo de cambio, se permite su flotación, pero con intervenciones del Banco Central para evitar movimientos bruscos. Este modelo protege la competitividad y permite absorber shocks externos, siempre que haya reservas suficientes.
- Experiencias regionales
- Perú: Bimonetarismo funcional con cuentas en dólares y soles, tipo de cambio flotante, fuerte institucionalidad monetaria.
- Ecuador: Dolarización total desde 2000. Estabilidad cambiaria, pero sin política monetaria propia ni capacidad de emitir moneda.
- Panamá: Dolarización de facto desde 1904. El dólar estadounidense circula como moneda principal junto al balboa (sin papel moneda propio). No posee banco central ni política monetaria autónoma, pero mantiene estabilidad financiera mediante disciplina fiscal, sistema bancario robusto y apertura comercial.
5-Propuesta de política monetaria funcional para RD
Para fortalecer el modelo dominicano sin caer en la dolarización estructural, proponemos una política monetaria funcional con los siguientes elementos:
- Metas de inflación explícitas y creíbles: Mantener el enfoque actual, reforzando la comunicación pública y la educación financiera para que los ciudadanos comprendan el valor de la estabilidad de precios.
- Tipo de cambio flexible con intervención estratégica: Permitir que el mercado determine el tipo de cambio, pero con intervenciones puntuales para evitar volatilidad excesiva, especialmente en contextos de alta exposición externa.
- Coordinación con política fiscal y comercial: La política monetaria no puede operar en aislamiento. Debe coordinarse con el gasto público, la política tributaria y los incentivos a la producción nacional.
- Supervisión prudente del sistema financiero bimonetario: Evitar descalces de moneda entre activos y pasivos, proteger al ahorrante, y garantizar que el acceso a cuentas en dólares no profundice desigualdades.
- Rol del Banco Central como ente técnico y pedagógico: Más allá de emitir dinero y fijar tasas, el Banco Central debe educar, comunicar y generar confianza. Su narrativa debe ser inclusiva, clara y orientada al futuro.
NOTA 3.: Este enfoque permite convivir con dos monedas sin perder soberanía, fortalece la confianza en el peso dominicano y aprovecha la apertura económica sin caer en dependencia externa.
6-Consideraciones éticas y sociales
Toda política monetaria tiene implicaciones distributivas. ¿Quién accede a cuentas en dólares? ¿Quién entiende los mecanismos de inflación y tipo de cambio? ¿Cómo evitar que el bimonetarismo se convierta en privilegio de pocos?
La educación financiera debe ser parte integral de la política monetaria. Los ciudadanos deben comprender cómo se forma el precio del dinero, cómo proteger sus ahorros y cómo participar en una economía abierta sin miedo ni dependencia.
Además, la sostenibilidad ambiental debe integrarse en el diseño monetario. Los ingresos por recursos naturales deben canalizarse hacia inversión verde, resiliencia climática y diversificación productiva.
CONCLUSIÓN:
El arte de convivir con dos monedas
La política monetaria no es solo técnica: es también confianza, cultura y visión de país. En economías abiertas como la dominicana, donde el dólar convive con el peso en una danza regulada, el desafío es diseñar un modelo que:
1-Que estabilice sin someter,
2-Que proteja sin excluir y,
3-Que inspire sin imponer.
El bimonetarismo funcional es posible. Requiere instituciones sólidas, ciudadanía informada y voluntad política para construir una economía que no solo crezca, sino que se reconozca a sí misma como capaz de decidir su valor, su rumbo y su futuro.
El bimonetarismo no vulnera el sentir patrio de la República Dominicana; al contrario, lo fortalece al liberar a la ciudadanía del nudo gordiano bancario y especulativo que por décadas ha distorsionado el valor del ahorro y el crédito. Esta convivencia funcional entre el peso y el dólar no implica renuncia soberana, sino una estrategia pragmática que protege al pueblo y estabiliza la economía sin sacrificar identidad ni dignidad nacional. Aquellos que se benefician con esta ficción rentista de "la tasa de cambio" deberán entender que ya llegó el tiempo de la transformación hacia el bimonetarismo.
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