La educación superior desempeña un papel determinante en el desarrollo de los sistemas educativos y en el progreso de las sociedades. Un subsistema de educación superior de calidad, con altos estándares de ingreso y formación de sus estudiantes, no solo fortalece la excelencia académica de sus egresados, sino que también influye directamente en la calidad del resto del sistema educativo. Sin embargo, elevar los estándares de ingreso y desempeño en la educación superior plantea un desafío: ¿cómo lograrlo sin convertirla en un espacio socialmente excluyente?
En la República Dominicana, la propuesta de fusión del Ministerio de Educación (MINERD) y el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCYT), impulsada por el presidente Luis Abinader, brinda una oportunidad sin precedentes para alinear la política educativa con las aspiraciones de la sociedad dominicana, tal como han sido expresadas en el Pacto Nacional por una Educación de Calidad. No obstante, para que esta reforma tenga un impacto real en el desarrollo del país, es imprescindible que, como mínimo, se concreten dos elementos fundamentales como resultado de la fusión:
- La creación de una Agencia de Aseguramiento de la Calidad, que garantice estándares rigurosos para la educación en todos los niveles y eleve el desempeño del sistema educativo en su conjunto.
- La aprobación de una ley para la creación del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, asegurando que la investigación científica y el desarrollo tecnológico sean ejes estratégicos para el crecimiento del país.
Si estos dos elementos no se materializan dentro de la reforma, la fusión carecería de sustancia y perdería relevancia, reduciéndose a una mera reorganización administrativa sin un impacto real en la transformación del sistema educativo ni en el desarrollo nacional.
En este artículo, compartimos algunas reflexiones sobre la importancia de un subsistema de educación superior de calidad como elemento clave para la mejora del sistema educativo en su conjunto. Presentamos ideas que, a nuestro juicio, pueden contribuir a que las reformas en esta área se implementen de manera inclusiva y equitativa. Asimismo, analizamos la fusión del MINERD y el MESCYT como una oportunidad clave para una transformación estructural y advertimos sobre los riesgos de desaprovechar este momento debido a consideraciones que podrían restar prioridad a la calidad educativa como eje y objetivo de esta oportunidad de transformación, debilitando su papel central en este proceso de cambio.
Un sistema educativo de calidad requiere docentes altamente capacitados, profesionales preparados para innovar y líderes educativos con formación avanzada. En este sentido, la educación superior actúa como un eje articulador que influye en la calidad del nivel preuniversitario. La formación rigurosa de los docentes y profesionales de la educación tiene un efecto multiplicador en el aprendizaje de los estudiantes de educación inicial, básica y media. Estudios como los de Hanushek y Woessmann (2012) destacan que la calidad de los docentes es uno de los principales factores que inciden en el rendimiento académico de los estudiantes.
La fusión del MINERD y el MESCYT representa una oportunidad de mejorar la gobernanza educativa, asegurando que la educación superior responda a las necesidades del sistema en su conjunto y que la formación de los docentes se diseñe con una visión integral y coherente con las necesidades del país.
Un sistema de educación superior con altos estándares de ingreso, permanencia y egreso fomenta la excelencia académica, la producción científica y la innovación. La experiencia de países como Finlandia y Singapur, donde solo los mejores candidatos ingresan a la formación docente y a programas universitarios estratégicos, demuestra que elevar los requisitos de admisión genera mejoras significativas en la calidad educativa.
Sin embargo, este modelo plantea un dilema: al elevar los estándares, se corre el riesgo de excluir a estudiantes con potencial, pero con desventajas económicas o educativas previas. Es fundamental diseñar mecanismos de inclusión que permitan que el talento prevalezca sobre las condiciones socioeconómicas de origen.
La creación de una Agencia de Aseguramiento de la Calidad, en el marco de la reforma derivada de la fusión del MINERD y el MESCYT, constituye una estrategia fundamental para garantizar la aplicación rigurosa de estándares de calidad en la educación superior. Al mismo tiempo, esta agencia debe asegurar que los criterios de excelencia no se conviertan en una barrera excluyente, sino que se acompañen de mecanismos efectivos de nivelación y apoyo, permitiendo que todos los estudiantes con potencial tengan acceso a una formación de alto nivel.
Por otro lado, para que la fusión tenga un impacto verdaderamente transformador, no basta con fortalecer el aseguramiento de la calidad en la educación superior; también es esencial establecer un Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación sólido y bien estructurado. Este sistema debe operar como un eje estratégico que impulse la investigación científica, fomente la innovación y dinamice el desarrollo económico y social del país. Su función central debe ser vincular de manera efectiva la producción de conocimiento con las necesidades nacionales, garantizando que la educación superior no solo forme profesionales altamente capacitados, sino que también contribuya activamente a la resolución de problemas estructurales, al avance tecnológico y a la competitividad global de la República Dominicana.
Países que han logrado un desarrollo acelerado, como Corea del Sur, Finlandia y Alemania, han integrardo de manera efectiva la educación superior con políticas de innovación y producción científica de alto nivel, estableciendo un vínculo estratégico entre el conocimientonacadémicony el desarrollo productivo. En América Latina, Brasil y Chile han avanzado en la consolidación de ecosistemas de innovación, fortaleciendo la conexión entre la educación superior, la industria y la producción de conocimiento estratégico, lo que ha permitido impulsar la competitividad y el crecimiento económico de estos países (Brunner & Villalobos, 2020).
Si en la República Dominicsna no se establece un marco normativo sólido que estructure y fortalezca la investigación científica y el desarrollo tecnológico, la fusión del MINERD y el MESCYT quedará incompleta, sin la capacidad de generar cambios estructurales necesarios para mejorar la productividad, competitividad y la capacidad de innovación del país.
Las diversas posturas y preocupaciones de algunos sectores, que podrían inclinarse por mantener esquemas tradicionales en lugar de impulsar transformaciones profundas en la educación, representan un desafío significativo para la materialización de estos dos ejes fundamentales de la reforma. Como advierte Brunner (2017), los sistemas de educación superior que carecen de mecanismos sólidos de aseguramiento de la calidad y qué no integran la investigación y la innovación en su modelo de desarrollo terminan generando inequidades en el acceso y la formación de los estudiantes, perpetuando desigualdades en el mercado laboral y limitando el desarrollo social del país.
Es innegable que tanto la creación de la Agencia de Aseguramiento de la Calidad como el establecimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación demandarán un riguroso trabajo de ingeniería institucional, así como amplios procesos de diálogo y construcción de consensos. Solo mediante un enfoque participativo y técnicamente fundamentado se podrá garantizar que estas iniciativas se implementen con la efectividad y el impacto esperados. En este sentido, la ley de fusión debe sentar las bases y convertirse en el punto de partida para la puesta en marcha de estos dos procesos esenciales, los cuales serán determinantes en la construcción del futuro del país.
Sin embargo, para que esta transformación se materialice con éxito, es crucial que la ley de fusión establezca lineamientos claros y mandatos específicos que guíen la creación de estas estructuras estratégicas, necesarias para alcanzar el desarrollo que el país necesita. La normativa debe definir con precisión las funciones, objetivos y principios rectores de la Agencia de Aseguramiento de la Calidad y, al mismo tiempo, dejar explícito el mandato de desarrollar, mediante una legislación específica, el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Esto garantizará que su implementación no quede sujeta a negociaciones discrecionales ni a la resistencia de actores que podrían obstaculizar su desarrollo o desvirtuar su propósito.
Para concluir reiteramos que la fusión del MINERD y el MESCYT representa una oportunidad histórica para transformar el sistema educativo dominicano, elevando la calidad de la educación superior y asegurando su impacto en el desarrollo del país. Sin embargo, su éxito depende de la implementación de dos reformas clave:
- La creación de una Agencia de Aseguramiento de la Calidad, con independencia y rigor académico, para garantizar la excelencia en la educación superior y su impacto en todo el sistema educativo.
- El establecimiento de un Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que vincule la educación superior con la investigación y el desarrollo productivo, asegurando que la inversión en educación genere beneficios reales para el país.
Sin estos dos elementos, la fusión carecería de sustancia y no aportaría al desarrollo del país, quedando como un mero ejercicio administrativo sin impacto real.
Referencias Bibliográficas
- Brunner, J. J. (2017). Gobernanza y gestión en la educación superior latinoamericana: tendencias y desafíos. Santiago de Chile: Uqbar Editores.
- Hanushek, E. A., & Woessmann, L. (2012). The Role of Education Quality in Economic Growth. World Bank.
- OECD (2019). Education at a Glance 2019: OECD Indicators. OECD Publishing.
- PNUD (2020). Informe sobre Desarrollo Humano 2020: La Próxima Frontera – El Desarrollo Humano y el Antropoceno. Naciones Unidas.
- Tedesco, J. C. (2001). El nuevo pacto educativo: Educación, competitividad y ciudadanía en la sociedad moderna. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
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