Los acontecimientos del pasado domingo en el Friusa de Verón han dejado mucho que meditar. Sin importar sus resultados, lo predecible es que la existencia de ese barrio, mayormente de haitianos, continuará generando protestas y confrontaciones con dominicanos, especialmente si se sigue hostigando a los residentes extranjeros con las redadas de deportación. Dado el peligro que un incidente violento representa para la imagen de ese polo turístico, el país está obligado a encontrar una fórmula que evite incidentes lamentables. A continuación se presenta una propuesta redentora al respecto.
Debemos comenzar por ser realistas. Recursos tales como un patrullaje policial reforzado, llamados a la paz y/o al dialogo y el faenar de lideres ecuánimes no serán suficientes para evitar la permanencia y ebullición de la rivalidad entre los nacionales de ambas naciones en dicho barrio. Tampoco es recomendable una deportación masiva de los residentes haitianos. Esa medida no solo sería resentida fuertemente por nuestra hermana nación, sino que el apresamiento de colaboradores haitianos y su posterior deportación causaría un grave daño a los hoteles del área, amén de que paralizaría las construcciones en la comarca al ser sus obreros mayoritariamente haitianos. Ambos impactos son enteramente indeseables.
De ahí que debamos encontrar una solución que promueva la convivencia pacífica para así evitar conflictos binacionales y proteger la imagen del destino turístico. Esa solución consistiría en la transformación de Fruisa en un barrio habitable y apetecible, tanto para los haitianos como para los dominicanos que viven o deseen vivir ahí. El proyecto construiría 500 apartamentos y su entorno urbano sería el resultado de un diseño amigable y colorido (ver imagen adjunta) que incluya destacamento policial, unidad de atención primaria, estación de bomberos, centro comunitario, oficinas gubernamentales, etc. El entorno amigable y agradable debe superar con creces los de La Barquita y La Ciénaga. No es que la mano de obra barata salga cara, sino que haitianos y dominicanos deben disfrutar de mínimas condiciones para poder sobrevivir en paz.
La cantidad de apartamentos propuesta no es exagerada. La provincia La Altagracia es la quinta en el país en población, registrando unos 273,210 habitantes según el Censo del 2010. Con el auge de su economía es hoy enteramente posible que sobrepase el medio millón de habitantes. Pero no hay datos confiables acerca del volumen de su población ni de los haitianos que trabajan y/o residen en la provincia. ChatGPT-4 estima que “en la zona turística de Punta Cana, los inmigrantes representan el 81.1% de la población, en su mayoría empleados en la industria hotelera”. Un legislador de la provincia ha ofrecido el estimado de que en Fruisa reside un 70% de haitianos y un 30% de dominicanos. Pero no se conoce con exactitud el número de haitianos que trabajan en los hoteles ni de los que lo hacen en la construcción, el motoconcho, vendedores ambulantes, etc. Un estimado que se me suministró hace unos años cifraba en unos 7,000 los empleados hoteleros que, a su regreso de las vacaciones de Navidad, se les exige exámenes de laboratorio (que pagan los hoteles) para evitar el contagio de enfermedades que hayan contraído en su país.
Según ChatGPT-4 “la zona de Bávaro-Punta Cana continúa siendo un foco de desarrollo inmobiliario y turístico, con numerosos proyectos en construcción que generan empleo significativo en el sector. En 2023 se estimó que aproximadamente 111,238 obreros haitianos trabajaban en proyectos en Bávaro. Este dato sugiere una alta demanda de mano de obra en la región, aunque el número total de trabajadores puede variar debido a factores como la finalización de proyectos y la incorporación de nuevos desarrollos.”
Aunque parece creíble, sin embargo, ese estimado de la inteligencia artificial contrasta con los datos consignados en las gráficas adjuntas. Estos provienen del reporte de la OIM del 2023 titulado “Mercado laboral y mano de obra extranjera en el sector turismo en República Dominicana”, siendo estos estimados mucho menores. Si se asume que en Bávaro-Punta Cana hay hoy unas 50,000 habitaciones hoteleras y que un 10% de su fuerza laboral es extranjera, las gráficas parecen ser correctas..
Las viviendas no se regalarían ni a los haitianos ni a los dominicanos. Se venderían a trabajadores empleados de todo tipo, siempre que tenga alguna capacidad de pago para cumplir con las mensualidades. Sin embargo, dado los bajos salarios de la mayoría de los colaboradores hoteleros y de los trabajadores informales esas cuotas serían bien concesionales a fin de que la propiedad de la vivienda pueda ser factible. De cualquier modo, la cantidad de viviendas que se sugiere para Fruisa Gardens no solo atendería la demanda potencial de los extranjeros sino también la de nacionales El proyecto podría planificarse para tres etapas, lo cual implica que la cantidad de viviendas se ajustaría a la demanda.
Hay que admitir que el imperativo de mantener la convivencia entre haitianos y dominicanos es de suprema prioridad en el mayor polo turístico de nuestro territorio. También deberá admitirse que los parches tibios a situaciones potencialmente explosivas no son ni serán una solución duradera. La solución requiere de contribuciones de los constituyentes afectados (el gobierno y los hoteleros). ¿Quién haría la cuantiosa inversión necesaria? Son tres las posibles fuentes: el gobierno dominicano, los hoteleros y en tercer lugar ambos. La fórmula que se usó para financiar el Boulevard de Bávaro puede aplicar a este caso.
El reporte de la OIM recomienda algunas medidas que deben acompañar a la intervención de desarrollo urbano. “Elaborar políticas públicas tendientes a regularizar la población extranjera que labora en el subsector hoteles, bares y restaurantes, dotándolos de los documentos necesarios para su incorporación al Sistema de Seguridad Social. Vincular las necesidades del mercado con las políticas de migración laboral. Elaborar proyectos de regulación del empleo informal en el subsector hoteles, bares y restaurantes con el objetivo de fortalecer el sector, las recaudaciones y ofrecer más seguridad al turista.” Obviamente, la planificación del proyecto no se debe limitar a las viviendas. Debe incluir también medidas de regulación de los extranjeros y aspectos sociales para la convivencia ciudadana.
Por supuesto, lo ideal es que un proyecto como el propuesto se enmarque en un Plan de Desarrollo Urbano del Distrito Municipal de Veron-Punta Cana. Como actualmente se trabaja en el Plan de Ordenamiento Territorial de ese territorio, el Plan sugerido debe comenzar desde ya. Así podríamos evitar que en el futuro se formen guettos que en nada ayudarían a la concordia y la convivencia.
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