Hace unos días conversaba con algunos amigos sobre la posibilidad de que la principal fuerza laboral en la construcción vuelva a manos de trabajadores dominicanos. No creo que sea muy controvertido que en sectores como la construcción y agricultura existe prácticamente una dependencia de mano de obra extranjera, especialmente, de nacionales haitianos. Asimismo, en la actualidad, tampoco es muy discutido que muchos trabajadores dominicanos, no quieren trabajar en esos sectores, que prácticamente han sido desplazados por extranjeros. Esta situación no es nueva y ocurre en muchos países en aquellos trabajos que son desplazados por extranjeros, por diversas razones.

Con la dominicanización del trabajo en la construcción me refiero a la creación de una política pública de promoción de contratación e inclusión de trabajadores dominicanos en lugar de extranjeros. Durante décadas, la República Dominicana ha dependido de trabajadores extranjeros para la construcción debido a múltiples factores. Entre los que se señalan principalmente (algunos de los cuales pueden ser discutidos) escasez de mano de obra dominicana dispuesta a realizar estos trabajos, mano de obra dominicana no es efectiva comparada con la haitiana, bajos salarios, falta de regulaciones laborales estrictas, la inviabilidad de Haití, como nación, que empuja a sus habitantes a buscar otras alternativas de subsistencia, proximidad geográfica entre ambos países y la migración sin control han facilitado esta tendencia.

En el pasado se ha tratado de incentivar este proceso de dominicanización, sin embargo, no se ha obtenido resultados positivos. Por el contrario, cada vez más, la situación se agrava, por la desmotivación y falta de interés de los dominicanos. Especialmente los jóvenes, optan por empleos en sectores con mejores condiciones y salarios, dejando vacantes en la construcción. La era de las redes sociales también han contribuido a esta deserción, ya que muchos jóvenes consideran que esa es una vía fácil y menos pesada para obtener ingresos que los trabajos de construcción.

Creo que la tecnología y los avances de este siglo permitirán que algunos trabajos de construcción, inclusos los más tediosos, como la albañilería, carpintería, por mencionar algunos, pudiera ser realizados por robots, pero todavía nos faltan décadas para que eso sea una realidad. En el ínterin, se debe volver a relanzar una política de dominicanización de la construcción. Este proceso debe ser planificado y pensado. No creo que sea posible una reducción drástica de la contratación de extranjeros sin un plan estructurado, ya que la construcción podría verse afectada por falta de mano de obra calificada y efectiva.

Uno de los obstáculos para la inclusión de dominicanos en la construcción es la falta de habilidades especializadas. Al respecto, se deben fortalecer y desarrollar mayores programas de formación técnica, por ejemplo, a través del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP) y otras entidades privadas. El enfoque debe ser cursos cortos y certificaciones técnicas en albañilería, carpintería, electricidad y plomería, por ejemplo.

Los salarios en el sector de construcción, deben cada vez más ser competitivos y tener los beneficios ordinarios que tienen en otros sectores (como seguridad social y seguros de salud), aunque existen empresas privadas que cumplen con toda esa regulación e incluso más. Hay que implementar medidas de seguridad más estrictas para evitar accidentes y mejorar la calidad del ambiente laboral. Evidentemente, todo esto tiene un costo, que se traduce en una construcción más cara, pero más sostenible y comprometida. Pero para ello, se pueden estructurar incentivos estratégicos y económicos tanto para los empleadores (constructoras) como para los trabajadores formales en la construcción.

Para motivar la contratación y permanencia de los dominicanos en la construcción se puede considerar algunos de estos aspectos, pero existen muchos otros: (i) Bonificaciones o incentivos para trabajadores dominicanos que se mantengan en el sector de construcción por períodos prolongados. Algunos de ellos pueden incluso ser vinculados al acceso de ciertos servicios públicos, como descuentos en transporte, bono luz y agua, mejores seguros, así como otras ayudas sociales, acceso a financiamiento con tasas especiales, descuentos en otros establecimientos públicos y privados entre otros. (ii) Financiamiento con tasas especiales para herramientas y equipos a trabajadores independientes o pequeños contratistas dominicanos. (iii) Subsidios, créditos o exenciones fiscales para las empresas que se acojan a la dominicanización o prioricen la contratación de dominicanos. De hecho, existen y conozco empresas de construcción que solo contratan dominicanos. (iv) Hay que generar una concientización y valorización de los trabajos de construcción. Existe una percepción negativa o menospreciada de estos trabajos, lo que desmotiva a muchos jóvenes (hombres y mujeres) dominicanos a ingresar en el sector. Los medios de comunicación y las redes sociales pueden ayudar mucho. En todo caso, una buena campaña publicitaria es necesaria para resaltar la importancia y el orgullo de ser parte del sector construcción. Hoy día esto no existe.

Se debe regular y controlar la mano de obra extranjera en la construcción. Los controles migratorios deben ser más estrictos, pero aquellos que cumplan con la regulación existente deben poder realizar sus trabajos sin mayores traumas. Una efectiva política de dominicanización de la construcción debería traer como resultado una disminución de la migración indocumentada, que es uno de los principales desafíos que tiene nuestro país. Desde hace mucho creo que se debe biometrizar y tener una data fiable de la cantidad de haitianos que se encuentran en nuestro territorio. El otro aspecto que no debe faltar es la consecuencia ante los incumplimientos en las normativas que se puedan crear para las empresas de construcción.

La inclusión de más dominicanos en la construcción es necesaria y fundamental. La dominicanización del trabajo en construcción es un objetivo legítimo y debería ser una prioridad del Estado como política pública. Podría ser una contención contra la migración ilegal e incontrolada haitiana. Una estrategia de esta naturaleza requiere planificación y tiempo. Pero creo que bien implementada en pocos años, se pueden obtener resultados muy positivos. Esto requiere una combinación entre el fomento y mejora de las condiciones laborales y el control de la mano de obra extranjera.

No tengo dudas que juntos todos, con la debida sinergia público-privada se pueden generar una estrategia de educación técnica, campañas de concientización, incentivos económicos, mejora de condiciones laborales y control razonable de la mano de obra extranjera en la construcción. Estas estrategias ayudarán a fortalecer la industria, garantizar mejores oportunidades para la población dominicana, reduciendo la dependencia de mano de obra extranjera. Todo esto implica promover un mercado laboral en la construcción más justo y sostenible, que se traduce en una mayor estabilidad y continuo desarrollo de la República Dominicana. Enfoquémonos y trabajemos. Cuenten con un servidor en la lluvia de ideas y regulación para una estrategia y política de esta naturaleza.

Rafael Dickson Morales

Abogado

Socio fundador de DMAC – Abogados | Consultores. Especializa su práctica en Derecho Administrativo - Sectores Regulados. Corporativo, Impuestos, Planificación y Protección Patrimonial. Arbitraje y Resolución Alternativa de Conflictos. Es profesor de Derecho Administrativo. Practicante de Oración Centrante y Amante de los Deportes.

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