La relación expresiva del cine con los artistas plásticos siempre ha sido fluida y armónica. Historiadores de una y otra expresión estética han señalado como antecedentes fundamentales de esa empatía, las imágenes descubiertas en cuevas de algunas regiones del mundo sobre todo, las de Altamira (descubiertas en 1868 y patrimonio de la humanidad en 1985) en España, donde se observan grupos de seres humanos y animales en una proyección sucesiva de acciones o síntesis cinética.
Esos descubrimientos antropológicos que se ubican en momentos antiquísimos de la evolución humana, son utilizados por cineastas y creativos de la imagen en movimiento, para esbozar conceptos científicos y estéticos que ciertamente certifican la necesidad que el hombre sentía por conservar imágenes de sus acciones cotidianas para la posteridad.
Cineastas y artistas plásticos han desarrollado alianzas estratégicas para conseguir reacciones críticas, recreativas y solidarias ante determinados momentos de la humanidad. La pintura, un arte milenario delante del cine ha facilitado ideas y experiencias expresivas a los creativos de la imagen fija y en movimiento. Recordemos el largo período en que los pioneros de la fotografía fija intentaban hacer sus trabajos y llegaron a materializarlos a partir de criterios estéticos y técnicos establecidos por los artistas plásticos.
Cuando la fotografía fija se independiza artísticamente de la pintura y pasa su experiencia a los primeros fotógrafos cinematográficos, la metodología expresiva que estos heredan es la que los fotógrafos han puesto en práctica por la influencia creativa de los artistas plásticos.
Sólo con la intención de conservar la realidad o la ficción en sus obras pictóricas, los artistas plásticos ya habían realizado miles de obras empleando los elementos fundamentales que posteriormente adoptan los creativos y técnicos de la fotografía fija y la fotografía en movimiento para asumir la misma intención expresiva.
La historia de la fotografía fija, cuenta con un antecedente fundamental de los artistas plásticos: La cámara oscura inventada, diseñada y puesta en práctica por el maestro Leonardo D’Vinci (15 de abril del 1452 – 2 de mayo del 1519, Italia), figura máxima del Renacimiento. La invención del aparato fotográfico y la calidad estética y técnica de las tomas realizadas a paisajes y personajes, facilitó la labor cotidiana de una amplia cantidad de artistas de aquellos tiempos.
En consecuencia la cámara de fotografía fija de Niepce y, el cinematógrafo de los hermanos Lumiére y otros inventos de su tipo, tomaron como referencia la estructura de la cámara oscura, invento diseñado y utilizado por D’Vinci, para realizar obras con mayor facilidad y perfecto dominio de las líneas, formas, volumen, así como las tonalidades lumínicas y la perspectiva. Otros artistas del Renacimiento también hicieron uso cotidiano de tan favorable equipo visual.
Dada esa vinculación, destacada por diversos historiadores del arte en sentido general, además de los múltiples ejemplos gráficos que sobre el tema existen, debemos asumir con toda propiedad que la estrecha relación entre uno y otro profesional de la plástica y el cine no es circunstancial, sino más bien de infinita vinculación filial.
El cine siempre ha sido favorecido por las artes plásticas, pues sus directores, realizadores, directores de artes, escenógrafos y vestuaristas siempre han tenido presencia activa y han utilizado sus obras y sus experiencias, en la producción de sus películas. A ello se suma la amplia relación de argumentos que las figuras excepcionales de la expresión plástica han aportado y continúan facilitando para diseñar y realizar historias reales o ficticias, que resultan del interés de los espectadores cinematográficos.
La relación profesional entre cineastas y artistas plásticos, si se desarrolla procurando la mayor calidad del producto audiovisual, es una alianza estética que aporta grandes beneficios lúdicos a los espectadores. Precisamente, dos (2) excepcionales maestros de la plástica dominicana (Norberto Santana Rivera y Amable Sterling Medrano), son los mentores de la creación de la carrera “Técnicos en artes cinematográficas de la Facultad de Humanidades, Departamento de Artes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en 1979. Ese cimiento es el que posteriormente da lugar a la instalación de la Escuela de cine, televisión y fotografía de la Universidad del Estado Dominicano en la restablecida (año 2000) Facultad de artes. Ese simple pero trascendente núcleo educativo ha formado durante más de cuarenta (40) años los cineastas que ejercen en la televisión nacional, y los que actualmente son parte del soporte de la industria cinematográfica local, cuyo inicio está fundamentado en la creación de la Ley (108-10) para el fomento de la Industria Cinematográfica Dominicana, cuyo punto de partida es el año 2010.
Amable y Norberto conocían y creían en los movimientos artísticos que en distintas partes del mundo propiciaban una amplia fusión de talentos, entre estos el expresionismo alemán, la nueva ola francesa, el cine revolucionario soviético, el Free Cinema inglés, el neorrealismo italiano, el cine latinoamericano, entre otras propuestas de amplio espectro plástico. Valoraban también los aportes intelectuales y creativos que figuras latinoamericanas y mundiales habían hecho y hacían a favor del cine, y otras manifestaciones estéticas en sus respectivos países o en naciones de adopción. Por esa visión global y adelantada que sobre el arte poseían estos dos artistas, fueron beneficiados muchos jóvenes cineastas del país.
El acercamiento estético entre estos dos grupos de artistas de la imagen en la República Dominicana se ha dado de manera circunstancial, como también se ha presentado en otras naciones del continente y el mundo. Ese nivel de relación puede y debe cambiar, para beneficio de la obra cinematográfica y para ambos grupos de profesionales.
Lo que debemos procurar los profesionales de uno y otro sector en estos momentos cuando la industria cinematográfica acusa un sostenido y amplio desarrollo, es alcanzar un favorable acuerdo de trabajo creativo que aportaría mayor profundidad estética al producto cinematográfico dominicano. Al mismo tiempo los artistas plásticos serían beneficiados con una mayor difusión de su obra, mayor reconocimiento público nacional e internacional, y una adecuada retribución económica.
Esa vinculación estratégica de amplio espectro plástico entre dos grupos de profesionales de alta vinculación creativa, debe ser impulsada, por una corriente metodológica franca y sincera, de manera que fluya un acercamiento horizontal, dinámico y armónico, que haga crecer la confianza creativa, y desde esta alcanzar resultados potencialmente valiosos a uno y otro lado de la expresión estética.
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