Agustín Cortés Robles, conocido en el ambiente docente y cineasta con vasta experiencia en ambas ramas, recién puso a circular una obra titulada El Discurso político (1962-2020), subtitulado: para edificar la nación, impreso en la editorial Búho, 2204; además de los discursos podría resaltarse, por comparación, que es una de las mejores selecciones que se han hecho del cuento y novelas (de los discursos presidenciales de nuestra vida democrática) cortas del país, insuperable en el presente y por mucho tiempo, hasta que transcurra los mismos años, en el futuro, que el autor comenta. La comparación podría ser valida, contrario al presidente que no quieren que se lo mencionen ni en sueño después que está en el ejercicio del poder. Estos discursos constituyen la mejor selección de cuentos y novelas cortas del realismo mágico y realismo sucio del país.

Lo anterior huele, no se puede emplear otro termino, a irreverencia, pero no es el propósito de esta ponderación, sino situar los discursos presidenciales en el plano “correcto” y reconocer los méritos correspondientes del libro de Agustín Cortés Robles por sus esfuerzos invaluables.

Discursos del sueño del nunca despertar por el beneficio de circunstancias dadas como por arte de magia. Cada discurso cantado de los otrora incúmbete, en su ascenso al poder, hoy historia, excepto el actual, Discursos, que él último en creerlo es el que está en el pulpito, el recién electo, aunque lo declame con emoción.

¿Por qué de esta analogía? Por puro juego y humor buscando resaltar la importancia del texto de Cortés Robles, pues no es un texto que recoge los discursos y ya, sino que están recogidos y comentados con toda la claridad por el autor. Discursos en las palabras escritas que evidencia la personalidad de cada expositor, o de quienes lo escribieron, pues nadie vaya a pensar que un candidato recién reúne la sapiencia e inteligencia para emburujarse con sueños y realidades que salen disparadas como de un trabuco, sin recibir el entrenamiento pertinente, es decir, el ejercicio de poder.

Es un libro denso, bien editado, fundamento en investigación solo superable a él mismo, contrario a los discursos con sus “pies” en el agua. Transmite fe, esperanza, “vamos a seguir adelante” en el tren de la pasión, la emoción y la solemnidad del momento, solo lo cree el que va para el cargo y su familia. Vale esta abstracción: “El camino del infierno está lleno de flores”. Estos discursos, sospecho, una vez leído (hay algunos presidentes vivos que se les puede preguntar), lo recuerde como méritos de su gobierno. Puesto que no creo que los incumbentes recién entrenados en el cargo vuelvan a recordarlo más en sus vidas republicanas, pues de ahí en adelante otros sapientes los harán por él, no como Cortés Robles. Todos los discursos políticos en un solo paquete llamado libro, que los autores de los discursos desde el pódium sagrado de la Asamblea General, tiende al olvidar y ni pensar, soñarlo.