El 2 de agosto de 1992 fue fundada la Alianza por la Democracia. Hoy se cumplen 33 años de ese acontecimiento.

Como lo hemos recordado más de una vez, a lo largo de estos últimos 33 años hemos tenido avances y retrocesos, triunfos y derrotas parciales, pero nunca hemos dejado de luchar, aún en las circunstancias más difíciles, siempre al servicio de nuestro pueblo y manteniendo en alto de manera permanente nuestra ética, principios y valores.

El año pasado participamos en las elecciones generales, desarrollamos una política de alianzas correcta y enarbolamos la consigna de profundizar el cambio, sin perder nunca de vista nuestro horizonte estratégico que es el de alcanzar una sociedad más justa y solidaria, plenamente democrática y no solo de palabra, que le brinde garantías y oportunidades efectivas a todas sus hijas e hijos.

Hace un año el mundo ya estaba marcado por graves conflictos y altos niveles de incertidumbre. De entonces acá las diversas manifestaciones de la crisis mundial se han acentuado.

La incertidumbre se ha convertido en un rasgo dominante en el mundo actual. Los procesos de concentración económica y de polarización social han atizado las luchas por la hegemonía y el control político hasta el punto de producir situaciones de horror extremo como las que se están viviendo en el territorio palestino de Gaza.

Hoy día fuerzas políticas retardatarias que asumen discursos extremistas están avanzando en muchas partes del mundo. Sus voceros mienten e inventan las historias más inverosímiles como si nada, con tal de escandalizar y difamar, siempre con el propósito de concentrar la atención en ellos.

Esto lo hacen, por lo general, utilizando las redes sociales de manera completamente irresponsable. El asunto es que están ganando elecciones, e incluso, dirigiendo grandes países.

Llegan a los gobiernos sembrando odios para producir división en el mismo pueblo con pretextos diversos como el color de la piel, el sexo o la religión, al mismo tiempo que prometen resolverlo todo. Ahora bien, se observa en los diferentes países que cuando estas fuerzas se ven obligadas a salir del gobierno siempre lo dejan todo peor que como estaba antes.

Dentro de ese marco, advertimos que en nuestro país grupos extremistas que defienden abiertamente el legado trujillista y asumen discursos de ultraderecha provenientes de otras latitudes están intentando ganar espacios.

Desde la APD llamamos a todas las fuerzas progresistas y verdaderamente democráticas de la República Dominicana a enfrentar esos grupos desmontando sus mentiras, develando que trabajan a favor de grupos privilegiados e intereses extranjeros.

Se ha constatado también en distintos países que el avance de estos grupos extremistas movidos por el odio se ha visto favorecido por la creciente insatisfacción de una ciudadanía decepcionada de los sistemas políticos democráticos.

Esto está sucediendo porque la democracia se ha ido convirtiendo en un cascarón vacío, en un espacio hueco donde apenas hay palabras, pero no se resuelven los problemas.

A nuestro entender este es el principal desafío a la estabilidad del país. Lo decimos porque las crisis que están sufriendo hoy diversos países de América Latina y el mundo parten principalmente de que sus democracias se han vaciado, están vacías, han perdido su contenido.

La democracia dominicana no puede ser solo un asunto de estabilidad macroeconómica y cordialidad entre adversarios políticos.

Para subsistir y constituirse en un verdadero instrumento de convivencia y satisfacción de las necesidades sociales la democracia debe contener elementos sustanciales.

Es fundamental disponer de más y mejores mecanismos de participación ciudadana en la definición de políticas y toma de decisiones; una mejor redistribución económica para que el crecimiento beneficie a la mayoría de la gente; más representatividad de los diversos sectores del país en las instituciones; menos conservadurismo y más amplitud en los temas que se discuten en la opinión.

Debemos trabajar en esta dirección si queremos evitar, como acabo de decir, que la democracia dominicana se convierta en un cascarón vacío.

Hay que sacar lecciones de lo acontecido en el año que acaba de trascurrir y, de manera muy particular, en los últimos días.

Tal como lo planteamos durante la última campaña electoral, lejos de retroceder hay que avanzar por el camino propuesto: hay que profundizar el cambio.

Hay que ir más lejos por el camino de la equidad, hacer transformaciones y aprobar medidas urgentes, pero esas medidas deben estar orientadas en el sentido del progreso colectivo.

Hay medidas pendientes cuyo debate debe retomarse. Algunas son de naturaleza fiscal y otras de tipo social. Pero como partido progresista aliado del gobierno, creemos que estas medidas deben abordarse desde una visión que priorice la defensa de la gente vulnerable que trabaja día a día con ingresos o sueldos que no alcanzan para cubrir necesidades básicas.

La APD entiende que se puede aumentar los ingresos del Estado enfrentando la evasión fiscal, limitando los subsidios a sectores privilegiados y racionalizando el gasto público desde un enfoque de cuidado y salvaguarda de derechos históricamente conquistados por los trabajadores manuales e intelectuales.

En cuanto a las mujeres, la APD ha defendido desde su fundación su participación equitativa en la vida política y social. La APD fue la primera organización política del país en establecer una cuota de género en sus estatutos y ha promovido de manera sostenida una agenda vinculada a sus derechos y la equidad de género.

La APD observa con mucha preocupación cómo el Código Penal recién aprobado por el Congreso Nacional se aleja de esos principios. En vez de avanzar en la protección de los derechos de las mujeres, perpetúa vacíos legales y omisiones graves.

La criminalización absoluta del aborto y la falta de una respuesta adecuada frente a la violencia de género representan un retroceso que como sociedad no debemos normalizar.

Un Código Penal que lejos de garantizar derechos los cercena, que le abre las puertas de la impunidad a los corruptos, que es permisivo con la violencia ejercida contra mujeres y niños no es un código moderno. Lejos de ello, es un código que nos sigue manteniendo atados a criterios obsoletos que debimos haber superado hace ya mucho tiempo.

La APD espera que el presidente de la República, ejerciendo las atribuciones que le confiere la Constitución de la República, observe esa pieza legislativa.

Concluyo estas palabras reiterando en este lugar en que reposan los restos de los fundadores de la República nuestro compromiso de trabajar cada día por la construcción de una República Dominicana más justa y solidaria.

A todo lo largo de la historia de la República miles de hombres y mujeres han luchado por ese propósito que nosotros, en la Alianza por la Democracia, enarbolamos con orgullo.

Max Puig

Presidente de la APD

Sociólogo, presidente del partido Alianza por la Democracia (APD), profesor universitario. Fue Ministro de Medio Ambiente.

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