Siempre he tenido la convicción de que las aceras son exclusivamente para el uso peatonal. ¿Qué quiere decir esto? Que solo pueden transitar por ellas las personas.

La Ciudad Colonial la están poniendo hermosa. Desde hace muchos años están reconstruyendo calles y aceras.

Llevo viviendo en la Zona cerca de cincuenta años y por primera vez fueron construidas las aceras de mi sector. La calle había sido asfaltada a lo largo de esos años muchas veces, pero esta vez han sido arregladas con criterio, lo cual me alegra.

Tuve la dicha de ver el proceso de este remozamiento. Tardaron lo indecible, porque picaban aquí, picaban allí y nada terminaban. Cuando después de muchos meses por fin concluyeron, respiramos porque terminó el polvo, el ruido y las molestias de saber que ya no había hoyos por donde caer.

Como a los seis meses de terminado todo, me despierto con un ruido de excavadora ¡Oh sorpresa! Estaban desbaratando las aceras, por lo menos las de mi cuadra.

Me puse “chiva” porque me dije que si el trabajo quedó bien no había por qué hacerlo de nuevo, pero si fue que quedó mal, ¿dónde estaban los ingenieros y supervisores que no se fijaron cómo estaba quedando?

He visto últimamente en publicaciones de periódicos que están insistiendo en que las aceras no pertenecen a nadie y que no se permite su uso para otros fines, incluyendo parqueos de vehículos.

Ahí mi preocupación, la acera frente a mi casa la han tomado para parquear vehículos, incluyendo camiones. Físicamente no me moleta, pero lo primero es que las van a destruir y eso nos cuesta como ciudadanos. Lo segundo, detrás de mi casa está la entrada de los niños a la escuela inicial Padre Billini y tienen que caminar por el medio de la calle expuestos a ser estropeados por los carros y las guagüitas voladoras que van a “to lo que da”, por lo que solicité pusieran unas bolas o tubos que impidieran el parqueo.

El primero de enero de este mismo año hice mi primera visita. Desde entonces he estado dando viajes para el Ayuntamiento.

Solicité una entrevista con la arquitecta Diana Martínez, directora nacional de Patrimonio Monumental, Departamento de Tramitación y Proyectos del ADN y plantearle mi inquietud. No ha sido posible. Cuantas veces he ido diferentes días y a diferentes horas no la he encontrado. Me atendieron unas empleadas y me dijeron que enviara una carta, pero que antes enviara fotos a un celular que me dieron, así lo hice, aunque nunca las vieron.

Hice la carta y la llevé. Me dijeron que las fotos del celular no valían, que debía anexarlas físicamente. Así lo hice. Las llevé en mi tercer viaje. Nunca obtuve respuesta.

Volví con copia de la carta recibida, luego de tres visitas, alguien me dijo, cuando le hice un recuento de mi viacrucis, que me iba a mandar a un inspector el próximo lunes, eso fue un jueves, el viernes vino alguien que me dijo estaba cerca y aprovechó a visitarme. Me dio un visto bueno y todavía estoy esperando. Me dijo que tenían tubos y que los iban a poner. Han pasado los meses y aunque he llamado no me han dado respuesta.

Espero no haya una desgracia por negligencia o que las aceras que se construyeron con préstamos internacionales, como el BID y la Unión Europea, no se destruyan por nadie asumir con responsabilidad lo que deben de hacer.

Otro de los problemas que nos afecta a las personas mayores es en la calle Duarte, el tramo comprendido entre la calle Juan Isidro Pérez y Las Mercedes. Quien conoce la zona sabe que a partir de la calle Mercedes hacia el norte todas son cuestas. En este tramo, específicamente las aceras de la parte oeste son escalinatas imposibles para una persona de edad y en la parte este no hay aceras, la calle comienza en la pared y es el parqueo de un recién hotel construido y en los dos lados de la calle están los carros parqueados y hasta camiones de descarga. Para bajar hay que ir por el medio de la calle y exponerse a una embestida de las guagüitas “Mercedes-parque” como ellas se promocionan.

¡Qué barbaridad!

Elsa Guzmán Rincón

Bibliotecóloga

Maestra y Bibliotecóloga, retirada.

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