El tipo de cambio vuelve a ser tema central de conversación en los medios, las redes y las reuniones empresariales, y no es para menos. Desde principio de julio, se han registrado movimientos en la tasa del dólar que, aunque moderados, reavivan las inquietudes sobre la estabilidad cambiaria y su impacto en los precios y las expectativas. Sin embargo, este comportamiento responde a un patrón estacional históricamente documentado, a factores de liquidez internos y a una coyuntura internacional compleja, más que a una crisis estructural de la economía dominicana.
Entre agosto y febrero de cada año, el mercado cambiario dominicano experimenta lo que los economistas llaman una “volatilidad estacionaria”. Se trata de una fluctuación temporal del tipo de cambio que responde a varios factores cíclicos. Por un lado, el fin de la temporada alta del turismo y de parte de las exportaciones reduce temporalmente la entrada de divisas. Por otro, aumenta la demanda de dólares por parte de importadores que se preparan para las festividades de fin de año, así como por la liquidación de beneficios de empresas extranjeras que repatrian dividendos, como también el pago de los intereses en dólares de la deuda externa del país.
Este fenómeno se presenta año tras año, sin que ello implique una desestabilización estructural. Por el contrario, la economía dominicana ha demostrado capacidad de absorber estos ajustes sin perder su anclaje macroeconómico ni su credibilidad.
No obstante, la coyuntura internacional actual añade un componente de incertidumbre adicional. Las tensiones geopolíticas, los conflictos bélicos en zonas clave del comercio global, la desaceleración económica de China y la persistente inflación en Estados Unidos mantienen volátiles los mercados financieros internacionales. A esto se suma un endurecimiento de las condiciones financieras globales que limita el acceso al crédito y presiona a las economías emergentes.
A nivel interno, el crecimiento económico de la República Dominicana ha sido más bajo de lo habitual de apenas 2.4% de enero a junio del 2025, y de 1.1% en el mes de junio con relación a igual mes del año 2024. Aunque el país mantiene fundamentos sólidos, la expansión del PIB en 2025 se ha mantenido por debajo del promedio histórico, afectada por la caída del consumo, un menor dinamismo del crédito privado y la lentitud en la ejecución del gasto público. Este contexto frena el ingreso de nuevas inversiones y reduce el dinamismo de sectores claves.
Paradójicamente, la economía dominicana está recibiendo más dólares que nunca. Según cifras proyectadas del propio Banco Central, la oferta anual de divisas superara los US$45 mil millones, sumando remesas (más de US$12 mil millones), exportaciones (cerca de US$16 mil millones), ingresos por turismo (alrededor de US$12 mil millones) e inversión extranjera directa (más de US$5 mil millones). Esta cifra supera con holgura la demanda promedio anual de divisas, estimada en US$42 mil millones.
Esto significa que el país no sufre una escasez estructural de dólares. Por el contrario, los fundamentos del mercado cambiario están sostenidos por un superávit estructural de la balanza de pagos corriente y de capital. Entonces, ¿por qué sube el tipo de cambio?
Una de las respuestas está en la política monetaria interna. En los últimos dos meses, el Banco Central ha inyectado más de RD$40 mil millones a través de facilidades de liquidez rápida (FLR), con el objetivo de estimular el crédito y apoyar la reactivación económica. Se proyecta en FLR más de 83 mil millones de pesos.
Si bien estas medidas han tenido efectos positivos en el financiamiento, también han incrementado la cantidad de pesos en circulación, lo que ha aumentado la demanda por dólares y generado cierta presión sobre la tasa cambiaria.
A esto se suma el efecto de las expectativas. En mercados pequeños como el dominicano, basta con que algunos agentes anticipen una devaluación o se adelanten a comprar dólares para que se genere una presión autoalimentada, aunque no exista una causa estructural de fondo. La clave, entonces, está en la gestión de la confianza.
En este contexto, la credibilidad de las autoridades monetarias y financieras resulta determinante. La República Dominicana cuenta con un Banco Central independiente, técnico y con una reconocida trayectoria de prudencia y eficacia. Su gobernador, Héctor Manuel Valdez Albizu, ha estado al frente de la institución por en los últimos 21 años, liderando la estabilidad cambiaria con resultados tangibles, incluso en escenarios de crisis global como la de 2008, la pandemia de 2020 y las disrupciones de 2022-2023.
Las reservas internacionales netas del país superan los US$14.7 mil millones, lo que otorga al Banco Central un amplio margen de maniobra para intervenir en el mercado y contener cualquier desviación abrupta del tipo de cambio. Además, el esquema de flotación administrada permite absorber choques externos sin renunciar al control sobre la estabilidad monetaria.
La reciente volatilidad del tipo de cambio no debe ser motivo de alarma. Responde a factores cíclicos, ajustes de liquidez y percepciones del mercado, pero no a una debilidad estructural. Las autoridades monetarias cuentan con herramientas suficientes reservas, instrumentos de política, credibilidad institucional para garantizar la estabilidad cambiaria.
Desde esta columna la Banca Dominicana por Dentro hacemos un llamado a los bancos, agentes económicos y a la ciudadanía en general, actuar con racionalidad, no dejarse arrastrar por alarmismos infundados de quienes quieren “likes” en sus publicaciones en las redes sociales y confiar en que, como en años anteriores, el tipo de cambio mantendrá una senda relativa de estabilidad en la medida que el ciclo económico avance y las intervenciones del Banco Central surtan efecto.
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La columna “La Banca Dominicana por Dentro”, es desarrollada por Jesús Geraldo Martínez, en el interés de aportar al fortalecimiento del Sistema Financiero Dominicano desde una perspectiva analítica y práctica orientada a la formación de conocimientos y divulgación de informaciones exclusivas de dicho sector. Para contactar con el autor. Email jesusgeraldomartinez@icloud.com, o seguir a @Jesusgeraldomartinez en Instagram
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