La llegada de los españoles al Caribe produjo el acontecimiento que ellos llaman el “descubrimiento” de América, donde no se sabe en realidad quién descubrió a quien, porque cuando ellos llegaron ya hacía miles de años que había población en la región. En realidad, fue un encuentro desigual, contradictorio, porque los que llegaron se consideraban los “civilizados”, superiores a nivel espiritual y religioso, basados en el falso supuesto de que ellos tenían al único Dios verdadero, lo cual significaba que las personas encontradas estaban presas del salvajismo y de las tinieblas, razón por las que no eran seres humanos y por lo tanto eran inferiores.

Esto se mostró inequívocamente cuando en el primer enfrentamiento bélico entre los mismos. Nuestra Sra. de las Mercedes intervino a favor de los españoles para hacerlos ganar la famosa, aunque inexistente, batalla de Santo Cerro, cuya versión es una historia mitificada interesada.

Lo mismo ocurrió cuando los españoles se encontraron con negros esclavizados africanos los cuales fueron discriminados por ellos por su estado de salvajismo y por el color negro de su piel. ¡Para el europeo, tanto uno como los otros eran inferiores! ¡Era ideología y no teología!

A nivel religioso, a la iglesia Católica como parte de la estructura del poder colonial todo esto le parecía “normal”, incluso el hecho que todos los sacerdotes coincidencialmente eran “blancos”, al igual que los altares, las vírgenes y los santos.  A los indígenas no le dieron tiempo para decidir, mientras que para los esclavizados africanos su santo preferido era San Juan Bautista en el bautizo de Jesús en el río Jordán, porque está agua simbolizaba el camino nostálgico de la vuelta al África, donde estaban sus ancestros.

A pesar de que en más de 500 años solo conocemos en nuestro país, aprobada en la liturgia oficial de la iglesia Católica, a una virgen negra como patrona, Nuestra Sra. de Regla en Baní, la cual fue penosamente blanqueada por un artesano en la ciudad de Santo Domingo después de un incendio en su templo hacen muchos años. La original había llegado desde España.

Ella existe en otros lugares del Caribe, por ejemplo, en el poblado de Regla en la bahía de la Habana, patrona del lugar y reina de los pescadores. Es una negra con una túnica azul, con un encaje del mismo color que le rodea el rostro, con unos labios pintados de rojo, sin dudas, es la virgen más hermosa que mis ojos han contemplado.  Esta fue visitada varias veces por el Generalísimo Máximo Gómez, el más grande de todos los banilejos.

Dentro de la iglesia Católica, en los últimos años, ha surgido la figura de San Martín de Porres, santo milagroso negro, patrono de la comunidad de las Tablas, Baní, donde han levantado un hermoso santuario, lugar sagrado, donde un sacerdote canadiense pidió que para su descanso eterno fuera allí enterrado.

A nivel de religiosidad popular, la metresa más impactante es Martha la Dominadora, negra, con un imponente afro y los ojos más penetrantes, hermosos y dominantes del mundo.

En Punta, Villa Mella, el viernes, antes comenzar la Semana Santa, sede de la Dolorita, la virgen más querida de la región, su festividad es un acontecimiento trascendente, con una procesión con cientos de personas y una fiesta espectacular, en un santuario sagrado donde está integrada una virgencita negra, venerada con devoción y seguida con amor.

En Baní, la Sarandunga, la herencia musical más impactante del proceso de cimarronaje colonial, en honor a San Juan Bautista, permitió que el original fuera negreado con pintura por sus seguidores en un proceso inédito de identidad.

En la vida del ciclo azucarero, los esclavizados africanos eran radicalmente discriminados, explotados y despreciados por los propietarios, por una élite deshumanizada, que solo vía números, máquinas, ganancias y nunca a seres humanos. Esto se alivió con la quiebra del comercio azucarero, surgiendo el hato ganadero como unidad socioeconómica que obligaba, por necesidad a convivir y redefinir nuevas relaciones de sobrevivencia entre amos y esclavos.

En Yamasá, como parte de la integración del pueblo a las festividades religiosas, Albertina Torres, matrona de la familia Guillén, se convirtió en una seguidora de San Antonio y por milagros recibidos, los 13 de junio de cada año realizaba una fiesta en honor de este santo, la cual durante 121 años ha seguido celebrándose como promesa por sus descendientes el domingo más próximo a la fecha de su celebración, la cual se ha convertido en una tradición festiva de la comunidad.

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Hermanos Guillén.

La identidad de esta familia con la novedad de un San Antonio negro, es tan profunda y trascendente, que el segundo nombre de todos los barones es de Antonio, en honor a este santo milagroso, símbolo de identidad de esta devota familia, fiel a esta tradición.

La festividad de San Antonio de los Hnos. Guillén en Yamasá es la plenitud de devotos espiritualizados en un encuentro libre y solidario, donde se va a dar cita la diversidad religiosa-cultural de la llamada Sabana del Espíritu Santo.  Ese día podemos convivir con los seguidores de San Antonio, de los toreros del Cristo de Bayaguana, diversas muestras de grupos musicales de Atabales, Gerapega, Vaporú, Salves, Prí-prí, Congos, Perico Ripiao, incluso “cantos de toro”.

Junto con la fiesta de la Sarandunga donde Hilda en Río Arriba, Baní, en honor de San Juan Bautista, son las dos fiestas religiosas-culturales populares con la mayor diversidad de expresiones religiosas-musicales de identidad del país.  Sin dudas, esta es un patrimonio nacional, un orgullo de la fe y de la espiritualidad del pueblo dominicano, en un contexto simbólico indígena, con una dimensión cultural de nuestra identidad, revalorizado por universidades, Indefolk, organizaciones populares, el Centro cultural Banreservas en Santo Domingo, el Centro Cultural Perelló en Baní y el Centro León de Santiago de los Caballeros.

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 Procesión de San Antonio Hnos.Guillén