“Las políticas que transforman sus economías y sociedades en sociedades del aprendizaje les habrían permitido cerrar la brecha del conocimiento, con aumentos marcados en la renta. El desarrollo conlleva aprender a aprender”. (Joseph E. Stiglitz y Bruce C. Greenwald: La creación de una sociedad del aprendizaje).

Dedico este artículo a don Huchi Lora, a quien aprecio y valoro muchísimo.

El pensamiento crítico y el pensamiento estratégico son las dos formas inevitables de abordar en los hechos, en los problemas, para dar respuestas consecuentes a un entorno tan volátil y veloz, que de tanto correr ha dado paso a la necesidad de tener una apertura mental consecuente y sistemática. No hay espacio para la rigidez y el síndrome paradigmático. Pensamiento crítico y estratégico se sincronizan y sinergizan en una estela audaz de analizar, evaluar, ponderar con rigor la realidad, tomando decisiones para el presente y para el futuro.

Cómo abordar un hecho, un fenómeno, una realidad determinada tomando en cuenta el pensamiento crítico como aquel que no da nada por sentado, ni en el marco de la rutinización que analiza todos los elementos que concurren, todas las dimensiones con objetividad, observando lo que hay de particular, de singularidad, de especificidad y al mismo tiempo de generar, sin prejuicios, sin bloqueos, sin parálisis paradigmática, oteando en sus decisiones para el éxito. El pensamiento estratégico, que no es más que tomar decisiones en función de nuestras fortalezas y con miradas de cara al futuro, identificando tendencias oportunidades y obstáculos.

El pensamiento crítico y estratégico se encuentran imbricados, pues reflexionan sobre el futuro, así como en la rigurosidad de la información, siempre con la mente firme en el establecimiento de metas y estrategias de acción a corto, mediano y largo plazo. Los que auspiciaron la desinformación, la manipulación, la propaganda contra los periodistas inobservaron el pensamiento crítico, pues busca su grado de validez y confiabilidad a través del análisis de la información, de la evaluación de la misma, de su ponderación, de la búsqueda de la constatación, despojado de los sesgos de la ideologización, vale decir, del encuentro de los datos, de la información. Es el encuentro de analizar y sintetizar, desgarrando al pozo los prejuicios y el bloqueo frente a la realidad. El pensamiento crítico es realidad, verdad.

De ahí que el eje articulador del pensamiento crítico es ser audaz, ser curioso, no dar nada por sabido, hacer la tarea con espíritu de iniciativa, asumiendo por estandarte la investigación para ponderar más allá de la percepción, más allá de la mera superficialidad, para sumergirse y encontrar la raíz, la esencia, las caracterizaciones del objeto investigado. Aquí, en el pensamiento crítico, la imaginación y el conocimiento cobran cuerpo sinérgico, pues la creatividad se sumerge al mismo tiempo con la innovación.

Se presenta el presente en una perspectiva conjugada con el futuro. ¡Nada por cierto, siempre se ha hecho así, nada por conocido, nada por supuesto! La audacia es el corpus medular del pensamiento crítico, donde la mentalidad psicorrígida no tiene alcance, no ha de tener cabida. La parálisis paradigmática no encuentra espacio ni mucho menos el “ensamblaje del ex”, es decir, aquel con un pasado, que el sentido del presente no lo toca ni mucho menos el futuro. La experiencia, a partir del pensamiento crítico, queda desdibujada si no hay una asunción de la nueva dinámica de las competencias técnicas y blandas en la revolución de aprender aprendiendo.

A través del pensamiento crítico penetramos en todos los poros de lo que estamos investigando, para no confundir percepción y realidad real, de ahí que tengamos que desarrollar la capacidad de clarificar, categorizar y jerarquizar la información, el dato de acuerdo al contexto. Ello implica la necesidad en el análisis de ponderar, para en el proceso, auscultar la validez y pertinencia de la información, evitando con rigor y profesionalidad la subjetividad marcada.

En el pensamiento crítico no damos nada por cierto hasta tanto lo enunciado no entra en el campo de la objetividad, que es todo aquello que existe, independientemente de mis deseos, intereses, motivaciones, ideologías, creencias, valores. El pensamiento crítico parte como primicia, esencia, de cuestionarlo todo, de cuestionar toda suposición, penetrando en el razonamiento lógico para evitar “el análisis de la falencia falsa de la equivalencia o la lógica falsa de la equivalencia”.

Ya tan temprano como en el 1998, Faccione, englobaba 6 habilidades del pensamiento crítico:

  • Interpretación.
  • Análisis.
  • Evaluación.
  • Inferencia
  • Explicación.
  • Autorregulación.

Ampliaba el referido autor en la necesidad impostergable de razonar y argumentar sus propias ideas.

El pensamiento crítico y el estratégico tienen como insumos las distintas técnicas de investigación (observación, análisis de contenido, técnica documental, la entrevista, el cuestionario, técnica de encuesta, el estudio de casos. análisis de corte longitudinal y de corte transversal), pues el desafío es desterrar el: yo creo, a mí me dijeron, me pareció, yo pensaba. Esas técnicas son para recoger los datos y las informaciones rigurosas, que son el núcleo de la realidad a partir del cual se extraen conclusiones.

Lo demás es desinformación, manipulación, propaganda, posverdad, que tienen como axioma y corolario los prejuicios, las mentiras, para incentivar el escepticismo y la incertidumbre. En un mundo de desconfianza ganan siempre los más poderosos que se ciernen contra la historia. El pensamiento crítico nos exige como espina dorsal, evaluar y verificar siempre las fuentes. Para Kurfiss, “el pensamiento crítico, es una investigación cuyo propósito es explorar una situación, fenómeno, pregunta o problema con el fin de elaborar una hipótesis o llegar a una conclusión que integre toda la información disponible y que por lo tanto se justifique de manera conveniente”.

El pensamiento crítico recrea la felicidad, pues viene a ser como el agua en un desierto. Ello así porque la calidad de vida está inextricablemente unida a la calidad de nuestro pensamiento. Pensamiento crítico y estratégico son hoy la cara y el envés de una misma moneda. Uno no puede estar presente sin el otro. El primero valora la información, la analiza, la fundamenta, investiga y razona, distingue la información, sabe excluir y obtener lo pertinente y válido en cada contexto. A partir de ahí, pero, en paralelo, marcha el pensamiento estratégico, en una conexión biunívoca. El pensamiento estratégico piensa en las oportunidades del futuro, visualiza tendencias, crea el futuro en el presente con una visión clara, con un puente inexorable y firme de donde estamos y a donde queremos llegar.

Vislumbrando todas las variables que pueden incidir en la búsqueda de neutralizar y mitigar los problemas y ampliar y solidificar las oportunidades. La amplitud de miras y de horizontes creando nichos. Ello implica un análisis cierto y significativo de nuestras fortalezas, debilidades y amenazas. El pensamiento estratégico conduce, irremediablemente, a ponderar el futuro. Hoy en día, en medio de la economía digital, está la visión de un pensamiento global. El pensamiento estratégico hilvana en la temporalidad los tres tiempos: pasado, presente y futuro. Construyendo desde hoy, con los dedos de una mano en el pasado, emergiendo en el presente con acciones, objetivizando lo más posible, enteramente, la visión a largo plazo.

El pensamiento estratégico se construye con preguntas, con interrogantes y, sobre todo, dónde estamos y a dónde queremos ir. ¿Qué hacemos, cómo podemos mejorar, cómo podemos innovar, cómo llegaremos, a dónde queremos ir, qué obstáculos y adversidades podemos encontrar, cuáles recursos materiales, naturales, financieros y humanos ameritamos de cara a los próximos años, cómo ser más competitivos? El pensamiento estratégico es aunar esfuerzos para concretizar un camino, una dirección. Todo ello, combinado con un liderazgo firme que conduzca a una determinación, que genere confianza y sepa comunicar.

Estamos en las competencias blandas o suaves, que son aquellas que han de desarrollarse para poder alcanzar el éxito de una manera sostenible y a largo plazo. Tiene que ver con las habilidades para nuestro relacionamiento con los demás de manera eficiente y efectiva, con calidad. Es como interactuamos con los demás, haciendo la relación más cálida, más placentera y con más deseo de trabajar juntos. Las habilidades blandas, o suaves, propician la armonía y un verdadero entorno de confianza. Las habilidades técnicas, que constituyen el conjunto de conocimientos, entrenamientos y experiencias, son las puertas de entradas para entrar a una organización.

Con estas competencias en sí mismas, por más dimensionadas que las tengan, si no tiene pensamiento crítico, estratégico y competencias blandas, no pueden fluir en la pirámide organizacional. Las habilidades suaves o blandas son:

  • Inteligencia emocional.
  • Inteligencia social.
  • Empatía.
  • Saber escuchar de manera empática.
  • Saber comunicar de manera empática.
  • Resiliencia
  • La adaptabilidad.
  • La proactividad.
  • Construir sinergia.
  • Comprender y asumir la diversidad, la diferencia y la tolerancia.
  • Desarrollar la motivación intrínseca y extrínseca, con un verdadero liderazgo.
  • Mirar siempre con optimismo el futuro.

En el Índice de Capacidad Productiva de la UNCTAD de las Naciones Unidas, nuestro país obtuvo una puntuación de 41.4/100, situándonos en el lugar 15/19 países. Cuando buscamos el hilo conductor de los 8 parámetros, dimensiones o indicadores que se miden, podemos decir, que nuestra mayor falencia, carencia, es con respecto al capital humano, más allá de la tecnología, energía, infraestructura, transporte o instituciones. El capital humano es la suma de conocimientos, habilidades, destrezas y experiencias. Ese capital ha de transformarse en talento, que es el comportamiento que en la práctica es el campo de la facilidad para la empleabilidad.

Nos encontramos muy rezagados, como sociedad, en las nuevas carreras universitarias y en la formación técnico profesional. Acusamos una verdadera debilidad en todo lo que atañe a la alta tecnología, como resultado de la falta de dominio en el STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas). Estas limitaciones dificultan la asunción del pensamiento crítico y estratégico, sumado al estilo de liderazgo en la sociedad dominicana, que todavía no trasciende la zanahoria y el palo. No hemos superado a nivel privado a Taylor y Fayol y en el sector público, la creación de la burocracia de Max Weber para modernizar el Estado, 200 años después no existe, en el Siglo XXI en su tercera década, la meritocracia y la selección científica de los empleados.

Tenemos que desarrollar nuevos hábitos que abran impactos de alto rendimiento y de alta productividad. Se requiere un golpe de timón que conduzca a cambiar y tener éxito en este mundo de incertidumbre y de enormes adversidades. El pensamiento crítico y estratégico coadyuvan a florecer con firmeza en este mundo de cambio que, como decía Joseph Stiglitz y Bruce Greenwald “… El aprendizaje se ve afectado por el medio ambiente económico y social, y por la estructura de la economía, así como por las inversiones públicas y privadas, dirigidas a la investigación y la educación…”.

Cándido Mercedes

Sociólogo

Sociologo. Experto en Gerencia. Especialidad en Gestion del Talento Humano; Desarrollo Organizacional y Gerencia Social y Sociología Organizacional. Consultor e Instructor Organizacional. Catedrático universitario.

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