El huracán Georges fue la séptima tormenta con nombre, el cuarto huracán, y el primero de categoría 4 de la temporada ciclónica del Atlántico de 1998. Formado el 15 de septiembre, alcanzó su intensidad máxima con vientos sostenidos de 250 km/h y una presión mínima de 937 hPa. Tocó tierra en al menos siete países del Caribe y el sur de Estados Unidos, dejando una estela de muerte, destrucción y desolación que lo convirtió en uno de los huracanes más catastróficos de la década.

En la República Dominicana, tocó tierra la madrugada del 22 de septiembre de 1998, entrando por la región este con una fuerza devastadora. Las lluvias intensas y persistentes provocaron desbordamientos de ríos, deslaves y derrumbes de viviendas, además de dejar al país sin electricidad durante días y colapsar buena parte del sistema de telecomunicaciones y vial.

Cifras del desastre

En todo el Caribe, Georges provocó más de 600 muertes, de las cuales al menos 283 fueron en República Dominicana, donde además dejó más de 155 mil personas desplazadas, más de 110 mil viviendas afectadas y 500 puentes y carreteras dañados o destruidos. La CEPAL estimó los daños económicos para el país en aproximadamente 33 mil millones de pesos dominicanos, equivalentes a unos 2,193.4 millones de dólares estadounidenses al cambio de la época.

En el país, los daños se concentraron en las regiones Este, Norte y Sur, siendo las provincias más afectadas Hato Mayor, El Seibo, La Altagracia, San Pedro de Macorís, Monte Plata, San Cristóbal y el Distrito Nacional.

Etapa inolvidable

El Huracán Georges —al que bien pudieron ponerle apellido— se acercaba por el Atlántico con una furia pocas veces vista. Era 21 de septiembre de 1998. Aunque decían que había bajado a categoría 3 al tocar tierra, su impacto fue el de un coloso. Fue la segunda tormenta más destructiva del año, solo superada por el Huracán Mitch, y la más costosa desde el Huracán Andrew.

Sembró terror en las Antillas Mayores antes de cruzar Haití, azotar la República Dominicana y seguir su curso hacia Puerto Rico, Cuba y luego el sur de Estados Unidos, dejando comunidades sumidas en la desesperanza.

En República Dominicana, el presidente Leonel Fernández encabezaba el gobierno. Danilo Medina, entonces secretario de la Presidencia, tuvo a su cargo la coordinación de las operaciones de rescate y recuperación, especialmente en las zonas más devastadas. Fue una muestra de liderazgo operativo en un momento donde la institucionalidad era puesta a prueba por la naturaleza.

El trabajo con la comunidad

En esos días difíciles, yo dirigía la aseguradora Seguros San Rafael, entonces propiedad de CORDE junto a algunos accionistas privados. Una empresa sobredimensionada en empleados, como muchas de las que habían sido heredadas del régimen de Trujillo y luego administradas por el Estado. Teníamos más de 300 empleados, cuando apenas se necesitaban 125, pero esa era parte de la realidad de aquel tiempo.

Ante la magnitud de la tragedia, el Partido de la Liberación Dominicana decidió activar a su militancia. La orden era clara: auxiliar a los vecinos, abrir los locales partidarios como refugios y, una vez pasado el huracán, colaborar en la reconstrucción inmediata.

A mí me tocó organizar los trabajos de reparación en la provincia de Hato Mayor, una de las más golpeadas. Allí, más del 60% de las viviendas, en su mayoría de madera con techos de zinc, perdieron sus techos. Escogimos varias brigadas compuestas por compañeros del partido, hombres y mujeres con habilidades manuales y compromiso social, y nos dirigimos al barrio de Punta Garza.

Nos llegaban materiales desde las autoridades locales: zinc, madera, clavos, herramientas. Lo primero que hicimos fue identificar a las familias más vulnerables. Pero también establecimos una condición ética: quien pudiera colaborar, debía integrarse al proceso. Era parte del espíritu solidario de la jornada.

Recuerdo la gratitud de la gente. Muchos ofrecían café, jugos, hasta el almuerzo para los brigadistas. Esa entrega humana y sincera ayudó a que en pocos días lográramos reparar decenas de viviendas. Sin embargo, también recuerdo a tres familias cuyos jefes de hogar se negaron a colaborar, alegando que "para eso nos pagaban", mientras jugaban dominó. Ante esa actitud, decidimos dejarlas para el final. Algunas de esas casas quedaron sin reparar por falta de voluntad de sus propios ocupantes.

Solidaridad sin intereses

Fue una gran jornada. Los peledeístas se volcaron a las calles como un solo cuerpo. Aún no estábamos contaminados por la politiquería. Nadie pedía “logística” ni compensaciones. Solo transporte, agua y comida para los compañeros. Y si alguien desempleado se sumaba, lo ayudábamos con algo modesto. Pero no era una jornada de lucro, sino de entrega.

Ese era el espíritu que nos legó Juan Bosch: militancia al servicio del pueblo, no al servicio de cargos o beneficios personales. El PLD tenía entonces menos de 20 mil miembros registrados, y sin embargo logró conquistar el gobierno en 1996, gracias a su disciplina y trabajo social, apoyado en la segunda vuelta por el Partido Reformista.

Recuerdo cómo, desde el Comité Intermedio César Augusto Sandino, donde fui secretario general, organizábamos jornadas comunitarias en La Ciénaga, Los Guandules, María Auxiliadora, Villa Consuelo. Nos movilizábamos por agua potable, recogida de basura, atención médica, sin esperar nada a cambio.

La esencia de un partido

Esa debería seguir siendo la esencia de los partidos políticos: trabajar con la comunidad en la solución de sus problemas, en el gobierno o en la oposición. No pueden convertirse en simples escaleras para ascender individualmente hacia privilegios, desconectados del sufrimiento de la gente. La política debe ser, como decía Bosch, “la forma más alta de la solidaridad humana”.

El huracán Georges nos dejó dolor, pero también nos dio una lección de humanidad. Nos mostró de qué somos capaces cuando actuamos con la comunidad, no por ella ni a pesar de ella.

Osiris Mota

Político

Soy Administrador, cooperativista, cofundador de Seguros Reservas, del Centro Asistencial del Automovilista y de Coop. Mano Solidaria, Consulto de Seguros ...

Ver más