Amaurys Pérez Vargas y Raúl Pérez Peña (Bacho)

Siguiendo con lo expuesto por el Lic. Max Garrido en su conferencia titulada La Guardia Universitaria Presidente Trujillo, del 23 de septiembre de 1941, el Secretario General de la organización expresó las finalidades y objetivos que tenía esta estructura paramilitar:

  1. Contribuir al auge de la Universidad de Santo Domingo en la cultura, la salud y la disciplina, para de ese modo prestar su concurso a la obra de rehabilitación nacional que patrocina el Generalísimo y doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina, primer doctor honoris causa de este alto centro de educativo.
  2. Como institución semi-militar se inicia en el cuartel la era de mutua comprensión que hará del cuartel y de la Universidad Centro de preparación comunes, en los cuales se elaborará el porvenir de nuestra patria.
  3. Controlar y vigilar. Cualquier propagación de ideas, te propagandas, disolventes de teorías y doctrinas, desquiciadoras de prácticas malsanas.
  4. Es la expresión viviente de esa solidaridad. El exponente de esa vinculación entre la conciencia científica de la Universidad y la conciencia cívica del dominicanismo.
  5. Cooperar eficazmente en la conservación de la disciplina entre los estudiantes y mantener el equilibrio en la armonía universitaria, contrarrestando así los intentos de falseamiento de las ansias renovadoras y de mejoramiento social que vive el pueblo dominicano.
  6. Imponerse la fanfarronería disociadora de algún catedrático equivocado hasta solicitar y obtener su expulsión del claustro.
  7. Reaccionar vigorosamente hasta frustrar los intentos de quienes dentro de las aulas o fuera de ellas, pretendieron tomarla como instrumento para sus viles pretensiones políticas y sus pasiones innobles.

El trujillismo en la Universidad de Santo Domingo   

Al concluir su exposición, el Lic. Garrido finalizó su ponencia sobre la Guardia Universitaria indicando que “Esta institución gozaba de prerrogativas militares cuando actúa como tal, conservando en cambio en toda su pureza la libertad y el carácter de agrupación estudiantil”. El 21 de octubre de 1937 se promulgó la ley 1398, la cual “contenía disposiciones diversas, amplias y facultativas para el accionar del jefe supremo del Estado, quien, amparado en ella, tenía libre albedrío, para disponer cuanto deseaba en la vida educativa nacional y por consiguiente en el campus universitario”, según José García en su obra Trujillo y la Universidad. En efecto, el artículo 12 señalaba que “la designación del rector corresponde al poder ejecutivo” mientras que el inciso 1 del artículo 13 indicaba que “el rector podrá representar a la Universidad y obrar por ella como demandante o demandado en las acciones judiciales. En ningún caso podrá actuar en justicia sin la autorización del Presidente de la República”.

En enero de 1938, el Consejo Universitario propuso o acogió una solicitud para la designación del “Premio anual Presidente Trujillo”, cuya petición fue hecha por el Bachiller Homero Henríquez. En el marco de la conmemoración del IV Centenario de la fundación de la Universidad, el 28 de octubre 1938, se organizó un significativo y extraordinario acto cuyo principal objetivo era la investidura del dictador con el título de “Gran protector de la Universidad de Santo Domingo y una medalla de oro”. También se le otorgó un diploma en mérito de “sus constantes desvelos por el engrandecimiento de este alto centro docente y por su máximo anhelo de ver muy pronto construida la Ciudad Universitaria”.

El trujillismo en la Universidad de Santo Domingo   

Especial mención merece la actividad realizada por la Guardia Universitaria en el salón de actos de la Alta Casa de Estudios, cuyas palabras centrales estuvieron a cargo del Bachiller Alfredo Pérez Márquez de la Facultad de Derecho. A la reina universitaria, Bachiller Carlota Consuelo Mejía Feliu juntamente con sus cortesanas, Damas de Honor, Señoritas: Carolina Novoa Recio, Alina Altagracia Romero Beltré, Blanca García Peña, Montserrat Brusa Mejía, Milka Aybar Nicolás, les correspondió colocarle la medalla a Trujillo quien pronunció las siguientes palabras de agradecimiento: “Jóvenes universitarios, dejadme ahora que os exprese. Con voz que mande de lo más íntimo, delicado y noble de mi emocionado corazón, las más fervientes gracias por el homenaje que os habéis dignado en tributarle en este acto de Imperecedera Recordación. Conceptuó que constituye uno de los más significativos galardones que me fueron concedidos en aprobación y Lauro de los empeños constructivos que les dan relieve propio a las actuaciones de mi vida pública y a la medida de su significación, lo reconozco”.

Trujillo utilizó la universidad como un espacio de adoctrinamiento a los fines de fortalecer su control social sobre los estudiantes y profesores. Tras la llegada de los refugiados republicanos españoles en 1939, los cuales fueron acogidos sobre la base de los supuestos “profundos sentimientos humanitarios” de Trujillo se encontraban profesores universitarios de tendencias “socialistas, comunistas, anarquistas, derechistas y centristas”. Sobre estos, el régimen totalitario que existía en el país implementó una serie de mecanismos para garantizar la vigilancia y la censura en la sociedad. En ese orden, se prohibió la circulación de libros considerados subversivos, y el currículo fue diseñado para elevar la figura del dictador y promover el culto a su personalidad como una parte fundamental de la formación educativa.

Uno de los migrantes españoles que arribó al país por aquellos años, fue el catedrático de origen vasco Jesús de Galíndez quien escribió una obra titulada La Era de Trujillo en donde describe el ambiente existente en la Universidad “Cuando llegué a la República Dominicana, lo que más me impresionó fue el silencio de los claustros universitarios. El estudiante latino es ruidoso, rebelde, inesperado en sus reacciones. Sus sociedades y fiestas tienen ambiente de Bohemia. Todas las ideas políticas florecen en la Universidad y más de una vez estallan algaradas. En los países de la dictadura se encumbra la revolución en amalgama de profesores y alumnos. En la República Dominicana, la Universidad tiene ritmo de seminario conventual”.

El trujillismo en la Universidad de Santo Domingo   

En este sentido, la presencia de la Guardia Universitaria contribuyó a construir un clima de terror y miedo dentro del recinto académico. En virtud de su capacidad, profesores y estudiantes se vieron obligados a alinear sus discursos con la ideología oficial para evitar ser objeto de represalias. La universidad dejó de ser un espacio de debate libre y se convirtió en una extensión del aparato de propaganda del régimen, del cual no escaparon las mujeres. De acuerdo con Franklin Franco, aunque las mujeres “solo alcanzaron los rangos de teniente y cadete. A finales de la década de 1950 algunas estudiantes fueron ascendidas a capitanes (comandantes)”.

Entre las oficiales de la rama femenina que alcanzaron el grado de Teniente segundo estuvieron: “Ligia Margarita Martínez Ruiz, América I. Fiallo Piñeyro, Eneida María Lavandier Ortega, Julieta Frómeta Rone, Elvira Angélica Mejía Baehr, Aída Gómez Rueda y María de la Purificación Rojas Pérez”. Entre las mujeres que formaron parte de la Guardia Universitaria se encontraba la estudiante de medicina, Bachiller Josefina Padilla Deschamps, quien desde 1944 mantenía una discreta relación con la Juventud Revolucionaria, por lo que estuvo bajo vigilancia por los espías del régimen. Para 1946, Josefina Padilla se destacó como la representación femenina en el comité central de la Juventud Democrática, tal como veremos en la próxima entrega de esta serie.

Raúl Pérez Peña (Bacho)

Periodista

Raúl Pérez Peña (Bacho). Periodista.

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