En países como el nuestro, pobre y atrasado, la izquierda revolucionaria transita un camino sinuoso al incursionar en la democracia representativa, régimen ideológico y político del capitalismo. Al estar constituida por la pequeña burguesía, sus estratos y capas sociales pueden caer, si no toman las precauciones de lugar, fulminados por una silente, efectiva e implacable lucha ideológica. El proletariado brilla por su ausencia.
La estructura social, ideológica y política de la izquierda revolucionaria ha cambiado sustancialmente, teniendo presencia significativa los niveles medios, pobres y muy pobres de la pequeña burguesía. Incluyo la capa media, porque una cantidad destacada de personas han ascendido en la escala de la sociedad al obtener un título universitario. Un episodio característico en estos nuevos tiempos, muy diferente a la historia tradicional del litoral revolucionario, de integrar a sus hombres y mujeres a la producción de bienes y servicios.
Esa pequeña burguesía y sus estratos sociales, inestables, ambivalentes y vacilantes, que solo persiguen el ascenso social y el progreso económico, evitan formar parte del proletariado, dado que sus metas son eminentemente personales y materiales. Sin una conciencia ideológica y política marxista, disciplina consciente, mística y un plan adecuado de trabajo, nos encontramos ante un perturbador de gran potencia que puede “hacer fracasar” a una organización revolucionaria.
La histórica izquierda, con una capacidad extraordinaria de conectar con los sectores populares y sindicales, estaba constituida por la pequeña burguesía, alta y media, y por trabajadores firmemente abrazados a la teoría revolucionaria, sin ninguna conexión con la derecha y sus derivados. No le interesaban los cargos públicos, disfrutar de sus privilegios y, mucho menos, participar en los procesos electorales. No pretendían “ser alguien en la vida”, personas notables ni codease con la clase dominante. Las veces que incursionaron en la democracia lo hicieron empujados por la presión del momento, siempre alejados de los partidos de derecha.
Ahora estamos lamentando ese descuido histórico al ignorar la democracia representativa como instrumento jurídico y político para llegar a gobernar. Al no aprovecharla en el momento preciso, hoy estaríamos mejores ubicados y con una nitidez y claridad visual envidiable, y por el carril correcto. No vayan a creer que vivíamos en “democracia”. No, en una férrea dictadura encabezada por el doctor Joaquín Balaguer, dirigida por el poder estadounidense y todos sus organismos de seguridad. La nación era un auténtico infierno que solo permitía resistir y combatir.
El voto de izquierda, amplio y diverso
Estos son tiempos muy diferentes donde se pueden aprovechar las brechas de libertades políticas y públicas, oportunidades para avanzar con instrumentos modernos y sofisticados de trabajo ideológico y político para ganar el corazón y la voluntad política de la población. ¿Se ha podido aprovechar el cambio famoso de época? ¿Dónde está el proyecto político y electoral correspondiente con nuestra realidad? Depende del enfoque multilateral que se tenga. Los revolucionarios continúan perdidos en comprender el “cambio de época” y cómo utilizar la democracia representativa. A estas alturas del juego, cuestionan la participación. Usando cualquier tipo de subterfugio para evitar la unidad, desde la esencia de clase del sistema, programas y consignas socialistas hasta la colaboración, en materia electoral y en la conducción del aparato estatal, con los políticos corruptos que nos han gobernado.
Algunos no quieren construir el “voto de izquierda”, para andar detrás de los partidos tradicionales; otros, porque no han comprendido el funcionamiento de la democracia capitalista y, por supuesto, los que viven “analizando" los temas internacionales y celebrando los éxitos regionales, de la izquierda y el progresismo, y no les alcanzan el tiempo para desintoxicarse y poner atención a su "cartón". La observación, con el “ojo clínico” de las experiencias latinoamericanas y caribeñas, es válido, siempre y cuando no se copie al carbón, obviando nuestra realidad, por cierto muy dura.
Crear una opción de izquierda, amplia y diversa, no es una tarea fácil ni se realiza de la “noche a la mañana”. A pesar de tener circunstancias muy distintas y variadas con otros países, se ha demostrado con fundamentos sólidos que es posible y necesario establecer una opción electoral para participar en las elecciones 2028. En Chile, Salvador Allende, y en México, Andrés López Obrador, intentaron varias veces hasta coronar. Sin olvidar al profesor Juan Bosch y al PLD con sus 15 mil votos, iniciaron una cruzada indetenible hacia el Palacio Nacional.. El camino de triunfos y derrotas electorales no ha cesado. Poseemos el beneficio del descrédito por corruptos y la inadecuada gestión de la administración pública que han incrementado, por encima de un 45%, el nivel de abstención en las elecciones.
Ese “voto de izquierda”, denominado así en América Latina y el Caribe, es para oponerse a la derecha y ultraderecha y derrotar las directrices gubernamentales neoliberales que están despojando de las conquistas políticas, económicas y sociales a nuestros pueblos. En República Dominicana, como en otros países, el “voto de izquierda” , hace falta y debe estar constituido por sectores democráticos, amplio y muy diverso, y, desde luego, por los revolucionarios. Y su gobierno integrado por los mejores hombres y mujeres, capacitados y honestos, de la sociedad.
¡Atrévete a cruzar el charco, sin caer en el intento, es el gran desafío en esta etapa democrática!
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