Señor, ¿es posible encontrarte en el humo?
¿Puedes resistir sus componentes tóxicos?
¿No violenta tus sacos lacrimales?
¿Te da igual el ardor que produce?
¿Te deja impasible la temperatura que expele?
¿Dónde te encuentro en el humo?
¿En las señales de alerta?
¿En su columna ascendente?
¿En su olor?
¿En su color?
¿En la combustión que lo genera?
¿En la habilidad para expandirse?
¿En su silueta?
El humo me incrementa la confusión.
Despéjame la duda, Señor.
Dime en qué parte del humo estás.
Quiero encontrarte en lo mejor del humo.
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