La dolencia del Señor es inmensa.

Sufre nuestro individualismo.

La fraternidad agrietada,

La indiferencia excluyente,

La envidia disfrazada.

Su malestar se expande.

En un mundo hendido,

En una sociedad nerviosa,

de personas pavorosas.

El dolor de Dios es signo

de amor transformante

de compasión divina

de perdón integral,

de misericordia infinita.

Señor, que tu dolor

Sea nuestro dolor.

Dinorah García Romero

Educadora

Investigadora del Centro Cultural Poveda - Directora  del Proyecto: Instituto Superior de Estudios Educativos Pedro Poveda. - Titular de Formación continuada en el Centro Cultural Poveda. - Docente del  Máster en Psicología de la Educación y Desarrollo Humano en Contextos Multiculturales,  Universidad de Valencia-Universidad Autónoma de Santo Domingo. - Co-Directora de Tesis en el Programa de Doctorado en Educación, Universidad de Valencia-Universidad-Autónoma de Santo Domingo.  

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