Durante el período de los doces años de Joaquín Balaguer, la trayectoria del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), se caracterizó por sus compromisos con las luchas de los sectores populares, por la ampliación de las libertades públicas, el respeto de los derechos humanos, la liberación de los presos políticos, el regreso de los exiliados y, la justicia social.
A pesar de la persecución política y, los fraudes electorales, el compromiso social del PRD con la ciudadanía y la democracia dominicana, produjo como resultado un enorme apoyo popular y, la derrota electoral del PRSC en las elecciones del 16 de mayo de 1978.
Con la llegada del PRD al poder 1978-1986, se configuró en nuestro país, la segunda oleada democrática después de la muerte de Trujillo: la transición del autoritarismo de los doces años, a dos períodos de gobiernos democráticos. Durante los dos períodos del PRD, se produjo una democratización de la sociedad dominicana, pues se incrementaron las libertades públicas, se liberaron los presos políticos, se garantizó el regreso de los exiliados y, la desmilitarización de la política.
Sin embargo, en términos económicos, para algunos, se implementó una política económica de corte populista y/o socialdemócrata para otros, que produjo un aumento de los gastos del Estado, ampliación de los empleos del sector público, endeudamiento externo y, un incremento del déficit fiscal del Estado dominicano.
La crisis económica global de los ochenta, el crecimiento de la deuda externa, el déficit fiscal y, la presión por la liberalización económicas de los organismos financieros internacionales, llevaron al segundo período de gobierno del PRD, encabezado por Jorge Blanco (1982-1986) a una reforma fiscal que consistía, entre otras cosas, en establecer acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), imponer una política económica restrictiva de los gastos del Estado y, liberar los precios de los artículos de primera necesidad al “libre juego del Mercado”.
Con la implementación de la reforma fiscal del 1984, se dio paso a un acelerado proceso inflacionario, provocando el descontento de la ciudadanía, de los sectores populares y, la llamada revuelta de abril del movimiento popular dominicano.
A decir de algunos sociólogos y sociólogas dominicanas, durante estos dos periodos de gobiernos del PRD, la crisis fiscal y, el auge de las protestas populares produjo la caída del mito populista (Laura Faxas), la crisis del proyecto socialdemócrata (Rosario Espinal, José Oviedo) y, el derrumbe del modelo Estatista de demanda inducida (Wilfredo Lozano) en la República Dominicana.
La crisis económica, el descontento popular, y las denuncias de corrupción realizadas por el PLD, en el llamado “Árbol de la corrupción”, hicieron posible que el PRD perdiera el apoyo de la ciudadanía y los sectores populares. Se produjo, entonces, el desencanto del partido de gobierno, la caída del liderazgo de Peña Gómez y, la crisis de la ideología política socialdemócrata en el sistema político dominicano.
En las elecciones del 16 de Mayo de 1986, luego de un traumático proceso electoral, caracterizado por las denuncias de fraudes y, paralización del conteo de los votos, se dio como ganador al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y su líder Joaquín Balaguer, con un pírrico 42% de los votos emitidos.
Durante el período de los 10 años de gobierno de Balaguer, el mandatario se comprometió con darle seguimiento a los acuerdos con el FMI, contraído por el gobierno de Jorge Blanco, pero muy pronto quedaría claro que el viejo caudillo seguiría con su modelo de dinamización de la economía a través del aumento del gasto público.
En términos políticos se produjo un retroceso democrático, caracterizado por la centralización del Estado, la represión de la oposición política, la corrupción, el clientelismo político y, las denuncias de fraudes electorales en las elecciones de 1990 y 1994.
Durante el periodo de los 10 años de Balaguer, a decir del sociólogo Leopoldo Artíles, se agravó y profundizó el malestar del Partido Reformista, debido a una crisis económica caracterizada por la inflación y el aumento del costo de la vida. Una crisis política, debido a los fraudes electorales, el autoritarismo de Estado, la movilización de los partidos de oposición, las protestas de los sectores populares y la pérdida de confianza de los ciudadanos.
En el marco de esta coyuntura de crisis sociopolítica, se organizó la alianza del “Frente Patriótico”. Con la alianza electoral del PRSC y el PLD, se inicia en el país, de forma objetiva y simbólica, un período de pérdida de las identidades ideológicas tradicionales y, la hegemonía de una filosofía pública caracterizada por el pragmatismo político y, el utilitarismo económico en el sistema de partidos dominicano.
En las elecciones del 1996, el PLD llega al poder del Estado, bajo el liderazgo político de Leonel Fernández. A partir de 1996, se reiniciaron en el país, las reformas económicas neoliberales, se retomaron los convenios con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los acuerdos de libre comercio con otros países, la desregulación de las actividades económicas, la “capitalización” y/o privatización de la propiedad pública del Estado.
Con el apoyo de los organismos financieros internacionales y la asesoría de los economistas neoliberales del país, se profundizó el cambio de un capitalismo nacional-Estatal, de demanda inducida impulsada por el Estado, a un capitalismo global y neoliberal, de fuerte desregulación de las actividades económicas, la libertad de empresa y el libre Mercado.
En esta coyuntura, se produjo el fin del liderazgo político nacional-Estatista tradicional de Joaquín Balaguer, Juan Bosch y Peña Gómez y, el surgimiento de una nueva generación de liderazgo pragmático-corporativo de Leonel Fernández, Hipólito Mejía, Danilo Medina y Luís Abinader. La práctica política pierde su vocación ética-moral de construcción de una sociedad más justa y, se organiza a partir de los intereses corporativos del Mercado.
La ideología o retórica discursiva que une a los miembros de los partidos políticos en un interés común deja de estar asociados a los principios y valores públicos de la igualdad del socialismo o las luchas por la libertad del capitalismo y, se organizan a partir del interés privado.
A partir de este período, la identidad ideológica de socialcristiano del PRSC, de socialdemócrata del PRD y, de un socialismo de liberación nacional del PLD, dio paso a la hegemonía del pragmatismo, el utilitarismo, al predominio del liberalismo económico y, el conservadurismo político, en los partidos dominicanos.
Las ideologías políticas perdieron su aura de redención, de emancipación y representación de los principios y valores de la equidad y la justicia social. La retórica política de los líderes políticos, han perdidos su capacidad de generar confianza y lealtad en los ciudadanos y, ha sido sustituida por la política del performer, del entertainer en los medios de comunicación y las plataformas digitales.
En el marco de este desencantamiento de los partidos, de las ideologías y los líderes políticos dominicanos, la democracia electoral, las alianzas y, la construcción de las fidelidades políticas se construye y reconstruye sobre la tradicional cultura del paternalismo, el clientelismo y el reparto de los cargos públicos.
Por tanto, en nuestra democracia electoral, caracterizada por la falta de confianza y el escepticismo sobre los partidos y, los líderes políticos, las preguntas obligatorias son cómo reconstruir el sentido de la política, cómo producir un reencantamiento de los partidos con los ciudadanos, cómo recuperar el interés público y fortalecer la democracia deliberativa y la justicia social que imaginamos. Pero estos, serán temas para otros artículos.
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