En este abril se conmemoran el 60 aniversario de la insurrección de 65 y de la última invasión armada de EEUU contra nuestro país, dos hechos que han sido determinantes para la historia política de esta nación y del futuro de la izquierda dominicana. Después del final de la insurrección en plano militar, el exterminio selectivo de los dirigentes reales y potenciales de la izquierda y de sectores del entonces PRD ligados a esa corriente, estuvo al centro del proyecto de dominación de los sectores conservadores dominicanos y de EEUU. De eso mucho se ha hablado y escrito, pero ha faltado, me parece, una lectura del Abril Glorioso en la perspectiva del contexto de la época en que este aconteció: la década de los 60, clave en la historia de la revolución mundial y particularmente de la izquierda dominicana.
En esta entrega el énfasis lo pondré en enunciar sucintamente algunos hechos que jalonaron y dieron esencia a esa década, en la próxima me detendré en algunas reflexiones que sugieren esos hechos. De ese modo trataría de responder, sin pretender ser exhaustivo, a la inquietud de una entrañable amiga, luego de escuchar las interesantes entrevistas que hiciese Fausto Rosario en Acento TV en el espacio “¿y tú que dices?”, a diversos sectores de izquierda y profesionales dominicanos. Según mi amiga, fueron muy pocas las referencias al contexto internacional de parte de los entrevistados. En ese sentido, recordemos que de las revoluciones producidas antes de la esa década del 60, la china fue en 1949 y aunque inicialmente con otro carácter, la cubana 10 años después.
Por consiguiente, podría decirse que esa década evidenció el final del embrujo de la revolución bolchevique sobre gran parte de clase trabajadora y de la intelectualidad europea y del mundo. No obstante, fue rica en experiencias e intentos de asaltos al cielo. Fallidos todos, incluyendo el intento Mao de hacer la revolución dentro de la revolución con su “revolución cultural” en 1966. En el fragor de ese experimento se exacerbó la división del movimiento revolucionario mundial, siendo funestas las consecuencias. Pero, quizás el mayor significado que tuvo ese experimento maoísta, impulsado por la llamada Banda de los Cuatro, dirigida por la compañera sentimental de Mao, fue que cambió el destino de la misma revolución. El gran corregidor de los excesos de la revolución cultural, Deng Xiaoping fue el artífice de ese cambio.
Después de la revolución bolchevique y las dos guerras mundiales, en la década de los 60 se produjeron las insurrecciones políticas y las revoluciones sociales, culturales de mayor trascendencia mundial. En mayo del 68 se inició el más extenso movimiento de protesta de Occidente. Inicialmente estudiantil, posteriormente se vinculó al movimiento sindical y obrero, batiéndose contra las viejas estructuras sociales y políticas europeas y extendiéndose por el continente americano. De naturaleza compleja, sin proyecto claro de sociedad, se centró básicamente en reivindicaciones de carácter cultural/individual. De manera genérica, su lucha era contra el orden establecido, los poderes del Estado, las instituciones culturales y familiares, los partidos del sistema, incluyendo los comunistas, fundamentalmente en Francia, y en gran medida contra la ex URSS.
Esto último agudizado por la invasión soviética que aplastó la primavera de Praga. Ese hecho acentuó el alejamiento hacia la ex URSS de parte de un significativo número de intelectuales y gente de la cultura fundamentalmente europeas. En junio del mismo año, De Gaulle, convocó elecciones legislativas anticipadas y los resultados fueron catastróficos para las izquierdas socialistas y comunistas: entre las dos perdieron 100 escaños. En Italia el Partido Comunista siguió creciendo, pero la “Operación Glaudio”, una red terrorista de la OTAN impidió que el partido de mayores raíces en la clase trabajadora y el mundo de la cultura pudiese llegar al poder. Tampoco lo querían los soviéticos, pues no les hacía gracia “una vía italiana al socialismo.
En toda Europa proliferaron grupos extremistas de izquierda, algunos de ellos tendencialmente terroristas, como las Brigadas Rojas en Italia que secuestró y asesinó a Aldo Moro, el más prestigioso político de la Democracia Cristiana que favorecía un “compromiso histórico” con el PCI. Pero los grupos terroristas más peligrosos eran los controlados por la CIA para frustrar cualquier intento revolucionario en el mundo. Por ejemplo, se calcula en 250 000 los miembros del influyente Partido Comunista Indonesio, masacrados luego del Golpe de Estado contra el gobierno progresista de Sukarno. Esa masacre se inició justo un mes después del final de la Insurrección de Abril. Después de la invasión soviética a Checoslovaquia, Cuba sella sus relaciones con el bloque de la ex URSS, dándole un giro radical a su política internacional.
Ese giro se expresó directa y trágicamente en sus relaciones con las izquierdas dominicanas y de la región. Fue la principal razón de su ruptura, de hecho, con Los Palmeros y el abandono al proyecto guerrillero de Caamaño. Al mismo tiempo, el terror de los órganos de seguridad norteamericanos se extendió en todo el mundo. Para ellos, la revolución cubana fue un desliz que jamás se han permitido cometer nuevamente. En ese contexto se produce su invasión militar a nuestro país hace 60 años para ahogar una insurrección de carácter básicamente democrático.
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