El benemérito Toussaint Louverture en 1801 lanzó su histórica estrategia de la isla una e indivisible. Siempre he manifestado estoy de acuerdo con la tesis de Toussaint, pero lamentablemente en política no hay dogmas, eso pudo ser viable hace 224 años, hoy es harto imposible. Las luchas entre las potencias coloniales propiciaron la división de la isla en dos pueblos totalmente diferentes en hábitos y costumbres entre otros aspectos sociales medulares.
Con el agravante que los vecinos de la parte occidental en el lapso de 1822 a 1844 agotaron con procedimientos tiránicos la última oportunidad de tener un solo país bajo consenso social en la isla, al tratar a los criollos como un pueblo conquistado. La liberación de los esclavos no les otorgaba inmunidad o derecho para luego sojuzgar a los dominicanos. Hoy en medio de sus graves disensiones internas, pretenden que la solución sea volcar hacia el territorio dominicano su incontrolable demografía, en vez de buscar soluciones políticos-sociales a sus deplorables problemas internos.
Es la realidad del momento, podrán absorber el territorio, pero no a los dominicanos.
Lo peor de todo es que de este lado un grupo de fariseos frente al inicio quizás de un más cerrado control migratorio, se une al coro de calificar de xenófobos a todos los criollos que pretendemos no sucumba la República Dominicana.
Entre los argumentos más socorridos para tratar de justificar la incontrolable migración de los vecinos, es que la producción económica se derrumbará sin esta mano de obra. Entonces la producción dominicana solo tiene un par de décadas? Quiénes construyeron nuestras ciudades y mantuvieron la agricultura? No fueron los obreros y campesinos dominicanos? Lo que sucede es que ciertos sectores poderosos insaciables han auspiciado desplazar a los trabajadores dominicanos para reemplazarlos por la mano de obra barata, baratísima de origen haitiano.
Dónde están los trabajadores dominicanos? Una buena parte en la “empresa nacional del motoconcho”, ellos son sus principales empleadores. Otros allende los mares, en lugares como Puerto Rico buscando ser mejor remunerados. La prensa nos trajo la información de la detención de un grupo de dominicanos ilegales en la isla vecina. Cómo los detuvieron? Trabajando en una obra en construcción.
Esos grupos poderosos han implantado su “orden”, incluso tratan de imponérselo a empresarios que no son partidarios de esa actitud, me consta. Su consigna la construcción, minería y la agricultura debe ser con mano de obra a modo de ganga. No ocultan sus intenciones, hasta el extremo que sin ruborizarse exigen la supresión de la cesantía laboral.
La “alarma” ante la necesidad de mano de obra, no es un procedimiento nuevo. Hace mucho tiempo (aunque los sectores avanzados se hagan los desentendidos) Carlos Marx denunciaba los ejércitos de trabajadores de reservas. Cuando se promovía la migración de obreros de países o colonias de menor ingreso económico a los de mayor ingreso, con fines de explotarlos y no pagarles a los trabajadores nativos los salarios que reclamaban. Marx citaba el caso de migrantes irlandeses a Inglaterra, para desplazar como mano de obra barata a los trabajadores ingleses.
En torno al tema de las parturientas no se trata de varias decenas, sino de miles y miles de embarazadas recibidas anualmente. Grupos asentadas ilegalmente aquí y otras que vienen a parir en detrimento del angosto presupuesto sanitario.
Lo peor es que en base a su prolífica fecundidad, pronto van a reclamar derechos (proceso que está en desarrollo en base a subterfugios jurídicos) como dominicanos para esos millares de recién nacidos. Conocemos la actitud de los ya “reconocidos”, que nos presentan a todos como verdaderos demonios.
En torno al asunto se ha montado una descarada campaña, que reclama un Estado pequeño y deficitario no sea “inhumano” y refrende esta invasión de úteros grávidos. Actividad a cargo de ONG y tránsfugas criollos, que conocen muy bien nuestras precariedades sanitarias y saben que miles de partos anuales no pueden ser emergencias, el embarazo es un proceso fisiológico que se puede planificar. Precisamente por eso vienen a parir de este lado, es parte de la estrategia no solo consumir el presupuesto de los dominicanos, sino inscribir a los miles de recién nacidos como nativos. Posteriormente no estarán solos, serán miles de “dominicanos” que respaldaran sus demandas.
En estos días el tema es la muy deplorable muerte de una parturienta haitiana que se resistió a asistir a una maternidad por temor a ser repatriada. En los hospitales no se niega asistencia sanitaria, pero hay que llegar al hospital. Lo migratorio viene después.
Reiteramos un parto no es enfermedad, a menos que no se presente alguna comorbilidad. Se trataba de una paciente multípara (con varios partos) que hizo un parto fortuito, lo que nos dice que de modo probable no era una cesáreada anterior. El problema pudo ocurrir con el alumbramiento de la placenta (órgano para sostener en sus necesidades al niño en el útero de la madre) que de manera espontánea se produce su alumbramiento o expulsión en menos de media hora después del parto. La complicación más común (fuera de las peligrosas patologías DPPNI y placenta previa) es que se retenga la placenta o parte de ella, se producen complicaciones que si no se corrigen pueden ser fatal. Sin más detalles sobre el historial clínico, nos imaginamos este pudo ser el aciago caso.
La hemorragia suele ser la más frecuente complicación, son peligrosas y motivo de alarma. En estos casos son de modo gradual, es muy difícil una hemorragia masiva que en pocos instantes acaba con la vida de la paciente. Todo se reporta en horas, y en caso de que ese fuera el problema, las personas que estaban a su alrededor tuvieron tiempo suficiente para trasladarla a una maternidad. Un sangrando de esa naturaleza es una urgencia médica, que por demás provoca mucha alarma entre los profanos en esa materia.
Las personas que estaban cercanas a la paciente estaban conminadas a actuar o llamar al 911 y retirarse del lugar si no querían ser identificados o apresados por el problema de la ilegalidad. Era mejor tratar de salvarle la vida a evitar que después de su tratamiento fuera dada de alta y deportada. Por desconocedores de esa realidad que fuesen las personas vinculadas a la paciente, ante una hemorragia posparto y frente al riesgo migratorio, tenían esas dos opciones, llevarla al hospital aunque luego la deportaran o esperar que falleciera para enterrarla, de modo doloroso optaron por la segunda opción.
Quienes tratan de explotar ese caso clínico-patológico imputando “odio”, deben aprovechar sus medios y recursos para motivar a otras personas en condiciones de riesgos (que es algo mínimo en el ámbito obstétrico) a no optar por la opción más trágica, que es dejarla desangrar poco a poco hasta morir.
Obviamente eso no les interesa, el afán es propagar la “inhumanidad de los dominicanos” (ni siquiera reclamaron una autopsia), que parece estamos condenados a cargar con el presupuesto sanitario y de educación de Haití, que su clase dominante les niega a sus ciudadanos más humildes. Son ellos con esa actitud de dificultar los derechos elementales a su pueblo, quienes han propiciado este y cualquier otro percance con la destrucción de toda norma de vida decente en su país.
¿Qué en Haití no hay hospitales viables? ¿La inoperatividad de esos centros es culpa de los dominicanos? Sencillamente sus pugnas bélicas no tienen límites y la tierra arrasada ha llegado hasta los centros de salud, que deben ser respetados como templos de vida.
El periódico El Día, en su edición del 12 de mayo, insertaba declaraciones de la jefa de la misión de Médicos Sin Fronteras, asignada a Puerto Príncipe, que afirmaba más del 60% de los hospitales en Haití se encuentran inhabilitados. Agregando que desde principio de 2024 cerró el Hospital Universitario de Maternidad de Puerto Príncipe. ¿Eso no es odio a los enfermos y a las parturientas haitianas? Claro, pero el trabajo de ciertas ONG es no ir al quid del asunto, tienen otros pérfidos propósitos estratégicos.
Las autoridades del país limítrofe tratan de emular a Hernán Cortes, cuando desde el puerto mexicano de Veracruz ordenó hundir sus naves, para que todos los españoles que les acompañaban se trasladaran a Tenochtitlán (Ciudad México) para tomarla. Han cerrado y destruido sus hospitales, para que solo sea viable la alternativa de cruzar la frontera y no solo ocupar los hospitales sino el país, con la invasión de los úteros grávidos.
Lo que estamos asistiendo se trata de una extorsión a cargo de farsantes nacionales e internacionales, que pretenden tomar a los dominicanos como chivos expiatorios. Cuando se debe disponer de una importante partida del presupuesto sanitario dominicano para compromisos obstétricos imprevistos. Son los ciudadanos humildes criollos que asisten a esos centros los que se perjudican, porque esto afecta aún más las precariedades de los hospitales en cuanto a los servicios asistenciales.
¿Qué no se respetan los derechos humanos de las embarazadas haitianas en Dominicana? Y en su país que ellos han destruido toda su infraestructura sanitaria, ¿se respetan? ¿Es el “rico” país dominicano que debe cargar con ese problema que va para largo?
No somo partidarios se maltrate a nadie, pero una embarazada salvo el caso de las cesáreadas, varias horas después del parto, se puede decidir su alta, para que su puerperio (riego) lo realice en su domicilio, en este caso se reenvían a su territorio natal. Procedimiento que debe realizarse sin atropellos, aunque muchas de esas embarazadas ingresen al país en baúles de carros y yipetas, que pueden provocarles anomalías congénitas a los productos humanos que llevan en sus vientres.
Lo cierto es que existe una conjura desde diversos ángulos para que no se detenga la invasión demográfica, que tarde o temprano si no se corta de cuajo va a producir el colapso de la sociedad dominicana.
Lo peor es que desde el ámbito local, ciertos “nacionalistas” aprovechando la indignación del pueblo sencillo con este fenómeno invasivo suis generis, tratando de pescar en río revuelto patrocinan una banda fascistas, paramilitar que actúa de modo impune supuestamente contra los haitianos. Nos preguntamos: ¿acaso no existen instituciones de orden público para salvaguardar el orden y la soberanía? ¿Por qué permitir que grupúsculos paramilitares de origen desconocido asuman funciones policiales?
Esa banda cada día nos deja ver su verdadero rostro, coartar la libertad de expresión. Como lo han llevado a cabo con el apoyo de la policía tratando de atropellar a manifestantes que recordaban el 60 aniversario de la gesta de Abril, ya antes intentaron embestir a ciudadanos que protestábamos contra el genocidio sionista en Palestina. Al tiempo que portan insignias hitlerianas que presentan en adición a la bandera dominicana y la efigie de Juan Pablo Duarte. Ojo pelao, nos pretenden colar gato entre macuto.
Ante la conjura contra la dominicanidad desde diversas aristas debemos estar alertas, de lo contrario ¡sucumbirá el país!
Compartir esta nota