Los milagros son hechos sobrenaturales de origen divino, pero en esta media isla parecería que pueden tener otros orígenes. Por ejemplo, la amenaza de la inmigración haitiana acaba de parir uno: el histórico encuentro entre Abinader y los presidentes que le han precedido en las últimas décadas para pasar revista de la crisis haitiana y su impacto sobre el país.

En este encuentro se trataron muchos temas, el impacto de esta crisis sobre la seguridad nacional, el rechazo a una solución dominicana para esta crisis, el reclamo de que la comunidad internacional asuma su responsabilidad con el vecino país, la seguridad de la frontera y la necesidad de aplicar rigurosamente las leyes migratorias. En fin, una repetición de lo redicho.

Cabe destacar que su llamado a aplicar las leyes migratorias se limita a aquellos aspectos de la ley de migración 285-04, relativos al control migratorio, como los artículos 121-127 referidos a las deportaciones, pero los aspectos de la referida ley y otros instrumentos, relacionados con el ordenamiento de las migraciones, como los artículos 150 y 151; ley 169-14, destina a enmendar las monstruosidades de la sentencia 168-13; Artículo 7 de la Constitución, que nos define como Estado social, democrático y derecho, y artículos 37 y 38 sobre derecho a la vida y a la dignidad humana, deben quedar como lo que son: vanas declaraciones de intenciones para consumo de Amnistía Internacional y todos aquellos que dentro y fuera del país asumen la defensa de los derechos humanos.

Pero volvamos al origen del histórico milagro, el primero en su género en la historia republicana. Es el resultado de una histeria colectiva, fenómeno sociopsicológico vinculado a una percepción de amenaza, real o imaginaria, que da pánico, miedo.

Las migraciones son un fenómeno mundial, que concierne a todos los países, y muy particularmente a los que, como RD, comparten frontera con otro más pobre. Pero en muy pocos lugares se perciben como amenaza a la propia existencia de una nación, y producen tanto pánico.

Y este insólito encuentro, con el solo objetivo de repetir lo ya dicho y tomarse juntos una foto que simbolice la unidad de criterios en torno a un problema que se desea controlar, pero no se tiene interés en ordenar, responde a ese miedo.

Roguemos ahora al Creador que, detrás de este milagro, tengamos derecho a otros, como por ejemplo:

-Que el actual presidente y los anteriores se sienten junto a otros actores sociales para definir una estrategia nacional dirigida a obligar a los corruptos de sus respectivas administraciones a que devuelvan al erario lo robado y tolerancia cero para los presentes y futuros corruptos;

-Consensuar una reforma fiscal que genere al Estado recursos para ofrecer a la población seguridad, orden y servicios de calidad;

-Identificar los recursos necesarios para la terminación de centenares de escuelas, hospitales, acueductos, carreteras y caminos que tienen años paralizados;

-Hacerse una autocrítica y explicar al país por qué con una economía que desde hace ya más de medio siglo crece de manera ininterrumpida no han logrado sacar al país del subdesarrollo;

-Ejercer sus liderazgos para poner al Congreso Nacional a aprobar leyes que democraticen la vida social y protejan a los más vulnerables, como la necesaria paridad de género en los diferentes estamentos del Estado, aprobación de las tres causales, mayor protección a las víctimas de violencia de género, combate al feminicidio, más protección y servicios para niños, envejecientes, personas con condiciones especiales;

-Reducir al mínimo la presencia de ricos importadores en el sector agrícola y definir una estrategia nacional de fortalecimiento de ese sector, garante de la seguridad alimentaria, además de tener un rol preponderante en la cohesión social, sostenimiento del turismo, conservación del paisaje, producción y transmisión de una cultura que tiene sus raíces en el campo;

En fin, señores presidentes, si del miedo al otro lo único que han podido sacar es tomarse una foto juntos, ármense de valor para parir al menos uno de los milagros arriba indicados.

El éxito no es hijo del miedo, sino del valor.

Carlos Segura

Sociólogo

Master en sociología, Université du Québec à Montréal, estudios doctorales, Université de Montréal. Ha publicado decenas de artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras, sobre inmigración, identidad y relaciones interétnicas. Es coautor de tres obras sociológicas, La nueva inmigración haitiana, 2001, Una isla para dos, 2002 y Hacia una nueva visión de la frontera y de las relaciones fronterizas, 2002. También es autor de tres obras literarias, Una vida en tiempos revueltos (autobiografía) 2018, Cuentos pueblerinos, 2020 y El retorno generacional (novela), 2023.

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