El vampirismo está de moda a costa de la USAID, el periodismo independiente y los haitianos. Quieren tierra arrasada, chupar sangre fresca, exterminio total y desaparición de una sociedad civil que defiende la democracia, la institucionalidad y la justicia.
El mundo mediático de esos vampiros tiene detrás sectores políticos desprestigiados, corruptos y conspiradores. Están cargados de odio y resentimientos.
Esos vampiros hacen acusaciones directas contra personas sin ninguna evidencia, que en otros países lo estarían llevando a los tribunales por difamación e injuria. Con una carga de adrenalina al máximo expresan que en este país todo huele mal, todos mientes menos ellos, todos roban menos ellos, somos una mierda de país. Un daño grave a la imagen de la República Dominicana en el mundo.
Consideran a la sociedad civil un cáncer, una mentira, una basura pagada desde el exterior y llena de haitianólogos que socaban la patria de Duarte.
Para esos vampiros, todos los funcionarios públicos son corruptos, las noticias oficiales, falsas, los periodistas serios e independientes, espías pro-haitianos, la USAID, compra de conciencia y brazo de la CIA, Participación Ciudadana, traidores a la patria, la marcha verde, conspiración pagada del exterior, la transparencia gubernamental, pura basura y sobre los haitianos, exterminio total al mejor estilo nazi.
Ahora los patriotas que defienden nuestra nacionalidad son los lideres políticos que se robaron, medio pais y andan libremente por las calles, reclamando justicia contra los traidores. O sea, las palomas tirándole a las escopetas.
Muchos se preguntarán ¿Quiénes son esos vampiros?
Hay de todo. La mayoría pagados por la oposición. Políticos frustrados, racistas, xenófobos, machistas, homófobos y desequilibrados mentales.
Pero es el nuevo mundo. Y somos una democracia demasiado tolerante donde todos pueden acusar y desprestigiar sin un régimen de consecuencia.
Termino diciendo que, gracias a Dios, esta ola vampiresca proviene de una minoría insignificante que no cambiará en nada el progreso del país y el fortalecimiento de una sociedad civil y una prensa seria e independiente, garante de nuestra democracia.
Finamente, quiero aclarar que soy, he sido y seguiré siendo un fuerte crítico de la migración haitiana impulsada en los últimos años por la guerra en el vecino país.
He sostenido que la economía no aguanta la cantidad de haitianos que hay en República Dominicana, ni el altísimo costo que representan. Los sectores productivos, de la construcción y los servicios, que necesitan esa mano de obra para no jodernos todos, no supera las 500 mil personas y pueden usarla si están legalmente en el país y si no lo están, registrarlo y conseguirle un permiso de trabajo temporal. Sin esa mano de obra la economía se hunde porque a los dominicanos no les interesa esos empleos.
Sin embargo, cientos de miles de esos inmigrantes no debe estar aquí cometiendo delitos para sobrevivir, usando niños para pedir dinero en las calles, convirtiendo barrios y zonas turísticas en arrabales violentos y de alto riesgo y generando un gasto en salud insostenible. Deben ser devueltos a su país de manera civilizada, como se está haciendo.
Pero también hay miles de familias haitianas que se han radicado legalmente en el país y han comprado propiedades, invierten en negocios y bancos, compran vehículos y enseres del hogar y son ciudadanos autosuficientes, pacíficos y ejemplares. Muchos dominicanos, quizás sin saberlo, se benefician de su presencia.
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