Si lo que define a un Sistema de Salud es la forma como atiende a los más frágiles y necesitados, se puede asegurar, sin temor a equivocarnos, que la situación actual de la salud mental en el país está en un punto de quiebre. Y de continuar la inercia oficial al no dedicar gestión y recursos a la mejora de la atención, eso agravará la condición debido al deterioro creciente de los servicios, además de que dificultaría la posibilidad de aprovechar las pocas oportunidades que tienen los pacientes y sus familiares de acceso a estos servicios de salud.

¿Por qué sostenemos que estamos en un punto crítico?:

-Porque tenemos en todo el país menos de 100 camas para manejo de crisis psiquiátricas, es decir, menos de 1 cama por 100 mil habitantes, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS), espera que un país con ingresos como el nuestro tenga sobre las 6 camas por 100 mil habitantes. Hay un agravante, la región Este (San Pedro de Macorís, El Seibo, La Romana, Hato Mayor y La Altagracia), no cuenta con camas para ingresar un paciente que padezca una crisis de salud mental y amerite un ingreso hospitalario. Considerar que son frecuentes las quejas externadas por los mismos psiquiatras que laboran en estos servicios sobre el deterioro de las condiciones de las Unidades de Intervención en Crisis que funcionan en la actualidad.

-Porque tenemos menos de 1 psiquiatra por 100 mil habitantes, cuando la OMS aconseja tener no menos de 10 psiquiatras por 100 mil habitantes. Peor aún, los menos de 200 psiquiatras que laboran en el sector público se concentran en un 80 % en el Distrito Nacional y 5 provincias (Santo Domingo, Santiago, San Cristóbal, Duarte y La Vega). Muy pocas provincias reciben la visita de un psiquiatra dos veces a la semana, aunque esto es un paliativo, dista mucho de ser la situación ideal. No obstante, la gravedad de la situación es peor, cerca de una docena de provincias no tiene un psiquiatra.

-Porque los pacientes psiquiátricos no tienen acceso a tratamiento. Y es imposible garantizar el bienestar a una persona con una condición que afecte su salud, cualquiera que sea su patología, si no hay un tratamiento a la mano. Los medicamentos psiquiátricos son costosos y muchas veces son de por vida.

-Porque el gobierno destina un presupuesto de menos del 1% del gasto que de manera global se asigna al sector salud, cuando en países similares al nuestro ese presupuesto está por encima del 4 %.

-Porque las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS), se han negado a cubrir los costos de las condiciones psiquiátricas, lo que impide el acceso oportuno a los servicios y lo que aumenta el gasto de bolsillo del paciente y su familia.

-Porque hay una demanda creciente de la población a servicios de salud mental.

-Porque la tasa de suicidio anual sigue en aumento.

-Porque el enfoque de salud pública en relación a los servicios de salud mental luce desarticulado y porque el modelo al que debe acogerse la atención de la salud mental no está definido.

-Porque no existen planes de promoción y prevención. Esto se verifica además en la debilidad del monitoreo, la evaluación y la vigilancia epidemiológica de los datos generados en los servicios de salud mental a nivel nacional. Esa carencia se verifica a través de la pobre recolección, procesamiento, análisis y difusión de lo recopilado, por lo que se debe reforzar el papel de las direcciones provinciales de salud y de áreas de salud (DPS/DAS).

-Porque, en fin, no existe una planificación que nos diga hacia dónde vamos, y esto es así, porque hay una limitada capacidad gerencial que organice y monitoree todo el proceso relativo a rectoría y servicios.

Entonces, ¿qué hacer?:

-Se requiere voluntad política de alto nivel para provocar el liderazgo en los entes responsables en el sector salud, para que estos asuman la responsabilidad de llevar a cabo las transformaciones necesarias. A continuación señalamos las más imprescindibles:

-Crear un marco legal y técnico-normativo para la atención en salud mental.

-Establecer un porcentaje adecuado del gasto público dedicado a la salud mental, tanto lo relativo a la rectoría con su responsabilidad de promoción, prevención, monitoreo y evaluación, como a los servicios hospitalarios y residenciales en sus diferentes modalidades.

-El marco legal y técnico normativo conlleva la estructuración de un Plan Nacional de Salud Mental que sirva de referencia, tanto en el tiempo como en alcance a la transformación que se quiera dar al país.

-Dicho Plan tiene que establecer el enfoque en salud pública: un enfoque integrado, en donde los servicios de salud articule a la salud mental, es decir, donde esta sea vista y tratada como un evento de salud igual que cualquier situación de salud de medicina interna. Esto implica no solo la entrada del primer nivel, eje esencial en la atención al paciente con condición de salud mental, sino la creación de los centros de salud mental comunitarios como eje articulador y de atención ambulatoria especializada a nivel territorial de la red de salud mental.

-Debe instituir el modelo comunitario en salud mental como requisito indispensable para el respeto a los derechos de las personas con una condición mental, porque garantiza la mayor participación social en la rehabilitación psicosocial y aproxima los servicios de salud al usuario.  Se debe fortalecer la participación social en el contexto comunitario.

-Se requiere que el Plan preste atención a los trastornos debido al uso de alcohol y otras sustancias psicoactivas, por ser un problema creciente y de gran impacto social. Y que de igual manera preste interés al tema “suicidio” para reducir la mortalidad por esa causa.

-Debe gestionar la cobertura y acceso a una atención de salud mental, integral y de calidad, a través de la descentralización, basado en un modelo comunitario, en donde se planifiquen nuevos servicios en hospitales generales, mayor cantidad de unidades de intervención en crisis con criterios y estándares establecidos, mayor número de dispositivos tipo centro de rehabilitación psicosocial, vivienda tutelada y hospital de día.

-La necesidad de trabajadores de la salud mental competentes y con una distribución equitativa, en donde la educación continuada refleje los requerimientos del nuevo modelo de servicios.

-Resulta crucial tener en consideración la disponibilidad de fármacos esenciales en los servicios especializados y en la atención primaria.

-De manera especial, se requiere prestar cuidado a la atención de los niños, niñas y adolescentes, en donde existe una de las mayores deudas acumuladas del sector salud. Hay pocos profesionales especializados, hay pocos servicios públicos disponibles y muy pocas camas para ingreso hospitalario.

-Asumir la creación de protocolos de atención como un elemento de calidad fundamental en el servicio ofrecido al usuario.

-Revisar el plan de estudio de la formación de los residentes de psiquiatría, debido a que hay un divorcio entre lo que se requiere en los objetivos de la red integral articulada y en el enfoque de salud mental comunitaria que se propone. Es decir, falta visión de salud pública y formación en salud mental comunitaria en ese plan.

-Gestionar el componente de salud mental en el Sistema Nacional de Información y Estadística en Salud, a la vez se necesita fortalecer el monitoreo y evaluación para poder utilizar su producto en nuevas políticas públicas y en investigaciones.

Son muchos los desafíos porque las brechas son enormes, pero serán mayores en la medida en que se tarde en asumir el compromiso.

Nota: Para este artículo nos hemos apoyado en:

1)La Transformación de la salud mental en la República Dominicana, Ángel Almánzar/Altagracia Guzmán Marcelino, 1era edición septiembre de 2021. Editora Amigo del Hogar.

2)Plan Nacional de Salud Mental República Dominicana 2019-2022. Ministerio de Salud Pública, Santo Domingo: MSP, 2019.

Angel Almánzar

Trabaja Salud Mental

Trabaja Salud Mental. Decano de la Facultad de Ciencia de la Salud de la Universidad Católica Santo Domingo

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