Estamos tarde ya. Quizás no tan tarde; pero lo estamos en lo que respecta frenar la expansión del grupo protofascitoide denominado “Antigua Orden Dominicana” y el discurso irracional sobre la inmigración haitiana y de odio hacia los nacionales de la República de Haití. Lo peor de este grupúsculo es que levanta las más bajas pasiones de años de una educación en historia basada en el “otro”, en las diferencias con Haití y en prejuicios en contra de la población del lado occidental de la isla.

Este gobierno ha sido partícipe del crecimiento de Antigua Orden Dominicana al aupar sus actividades y abrirles las puertas institucionales, quizás como una forma tradicional y cobarde de desviar la atención hacia el tema haitiano para tapar las deficiencias que se tienen en otros ámbitos, como el desastre de las gestiones en el Ministerio de Educación o la baja inversión en infraestructuras públicas y la deficiente ejecutorias del Ministerio de Obras Públicas o el hecho cierto de que por primera vez en años, sin pandemia, sin crisis bancaria internacional, sin que las guerras sean factores para nuestra economía, no estaremos creciendo por encima del 5% anual y eso se traduce en un estancamiento de las políticas de reducción de la pobreza y de la presionada clase media dominicana.

El país atraviesa problemas verdaderamente serios como la gran crisis de nuestro sector eléctrico, el cual no ha colapsado por los subsidios del gobierno y no se procura asumir una dolorosa reforma a este mercado para sanear y volver a tener servicios estables.  La sostenibilidad del presupuesto producto de la baja recaudación y la decidida retirada del gobierno de hacer una reforma fiscal, teniendo la súper mayoría congresual.

Sin embargo, el gobierno prefiere dar riendas al tema haitiano a través de este grupúsculo, no obstante haber tomado las medidas correspondientes: deportaciones masivas, reforzamiento de la frontera, mayor control para los inmigrantes documentados y recientemente, hasta una reunión del actual presidente con los expresidentes.

Ya esto lo hemos visto en otros lares de América Latina y de los países del norte, lo que ha supuesto regresiones en libertades y derechos, mayor autoritarismo y defenestración paulatina del Estado de Derecho.

El problema es que, tal y como preví en un artículo que escribí sobre la Antigua Orden Dominicana hace tres años, estas personas son una verdadera amenaza para nuestra institucionalidad democrática y ya hoy día lo están demostrando pues no solamente tienen un claro discurso de odio; sino que ya están pasando de las palabras a la acción.

Todos los años, las izquierdas e incluso los gobiernos, conmemoran la gesta de la Revolución de Abril. Esto lo hacen con marchas, con manifiestos y actividades en diversos puntos de Santo Domingo. La Antigua Orden Dominicana ya comenzó su tarea, tal cual Camisas Pardas, tal cual Paleros, tal cual banda colorá, tal cual tonton macoutes, de amendrentar, amenazar y ejercer violencias en contra de otros grupos que se manifiestan en las plazas y las calles.

El 27 de abril pasado, varias personas fueron atacadas y agredidas por miembros de la Antigua Orden Dominicana que asistieron a la “Marcha por el Agua, La vida y La Soberanía” organizada por el Comité Unitario de Conmemoración de la Gesta de Abril de 1965 y otros grupos de izquierda. Antes de esto, hubo una marcha de la Antigua Orden en Friusa, Higüey, que igualmente terminó en violencias hacia los moradores.

¿Qué están esperando el Ministerio de Interior, la Policía Nacional y el gobierno para poner coto a estos personajes de la Antigua Orden? El discurso de ellos sigue caldeando el ambiente en las redes sociales, continúa aumentando la polarización en nuestro país porque ya comienzan a colarse los fanáticos ultraderecha que alaban el trujillismo sin tapujos y mienten sin ninguna vergüenza, lo que necesariamente va a permitir el ingreso al escenario político electoral de “externos” que piden “orden y mano dura”, con poca vocación democrática y con un claro desdén por el sistema de partidos y la institucionalidad vigente.

Ya esto lo hemos visto en otros lares de América Latina y de los países del norte, lo que ha supuesto regresiones en libertades y derechos, mayor autoritarismo y defenestración paulatina del Estado de Derecho. Somos un ejemplo en Latinoamérica por nuestra estabilidad y la capacidad de los gobernantes de dialogar en momentos de crisis.

Si queremos seguir siéndolo, toca detener el avance de lo que representa la Antigua Orden, de ese discurso destructivo que abriría las puertas a otros enemigos de la democracia. Por tanto, el partido de gobierno, la actual administración y los demás partidos políticos tienen que condenar las violencias y discursos de estos personajes, tienen que comenzar a poner un cordón sanitario con estas personas que su odio adormece la razón y produce monstruos, como grabó Goya.

Thiaggo Marrero Peralta

Abogado

Dominicano. Abogado que aspira a un Estado de Derecho pleno. Amo la música y los libros.

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