En nuestro país, el tema migratorio siempre es el chivo expiatorio perfecto para desviar la atención de los asuntos verdaderamente importantes y trascendentales para el bienestar de sus habitantes, tales como la actual precariedad en los servicios públicos de agua y luz, así como en las políticas económicas para la estabilización de la macroeconomía y la batalla contra la inflación, que al parecer se tiene por perdida y con ello disminuyéndose aún más los exiguos ingresos de la mayoría de la clase trabajadora y media. No para menos, todos los gobiernos, desde siempre, han utilizado y exacerbado este tema para ganar un poco de aire ante los problemas más acuciantes de su gestión.

Actualmente no pasa nada diferente a lo anterior. Tenemos semanas de viralización videos y reseñas sobre detenciones y persecuciones por parte de los agentes de la Dirección General de Migración, con accionar cuestionable y arbitrario, en contra los haitianos que presuntamente residen en el país sin un estatus migratorio regular. Hay que recordar, pues definitivamente el director actual de esta institución y su nacionalismo rancio lo olvidan, que el debido proceso administrativo (art. 69.10 de la Constitución) es de obligatoria observancia y cumplimiento en la repatriación de inmigrantes, lo cual implica el trato digno a estas personas y la garantía del derecho de defensa por parte de los agentes y autoridades migratorios.

Ahora bien, lo que sí es preocupante es que desde la Dirección General de Migración se le esté dando cabida al grupo fascistoide y ultranacionalista que se denomina “Antigua Orden Dominicana”. Todos tenemos el derecho de expresarnos libremente y de exigir el cumplimiento de las leyes por parte de los funcionarios y demás miembros del Estado; pero este derecho no da lugar a la manifestación de xenofobia y racismo que exhibe la “Antigua Orden Dominicana”.

Este grupúsculo, con sus indumentarias de corte militar, es un verdadero peligro para la estabilidad democrática e institucional del país. Un nacionalismo trasnochado y hostil no puede ser aupado por ningún funcionario del gobierno y mucho menos por el director de Migración, quien hasta les recibió en su despacho. El discurso incendiario y violento en contra de los inmigrantes haitianos y contra los dominico-haitianos, así como la organización de escraches y mítines con parafernalia militar, muestra claramente el potencial de provocar una desgracia, un derramamiento de sangre que todos y todas vamos a lamentar.

Dejar la vía libre para la manifestación de amenazas y propagación de discursos abiertamente racistas y xenófobos, al tiempo de aupar a los miembros de esa organización, es incentivarla a llevar a la práctica su discurso al sentir el apoyo de un ala del gobierno y de los grupos ultraconservadores que tanto ruido hacen en las redes sociales.

Nuestro Código Penal permite sancionar las reuniones o asociaciones ilícitas, es decir, aquellas que incentivan o promueven la comisión de crímenes y delitos, es decir, que herramientas jurídicas tenemos para frenar a tiempo y evitar que ese grupo cometa crímenes de odio y potenciales actos terroristas conforme a la ley núm. 267-08.