Cuando se habla de animales racionales inmediatamente se considera que hablamos de humanos, porque decimos que los animales no piensan y nosotros sí, pero vamos a analizar un poco ese paradigma.

A veces observamos el comportamiento de algunos humanos y nos cuestionamos si realmente tendrán el cerebro de los Homo sapiens. Realmente sí lo tienen, aunque hagan un uso inadecuado o deficiente del mismo. Por otro lado, hemos estado descubriendo cada vez más inteligencia en los animales de lo que creíamos posible.

En realidad, todos los seres vivos piensan, incluso las plantas, pero cada cual aprende lo que necesita para subsistir. La inteligencia es el principal recurso adaptativo y lo desarrollamos de acuerdo con nuestras necesidades y los retos de nuestro medio ambiente. A menor necesidad menos motivación para desarrollarla. Esa es la razón de por qué después de varias generaciones de comodidades y lujos, comienza a degenerar la familia. Si te parece que tus hijos tienen lujos excesivos y despilfarran, comienza a llorar por tus nietos.

Han existido civilizaciones antiguas que han impresionado por su desarrollo y posteriormente, de manera sorpresiva, comienzan a degradarse o involucionar. Lo vimos en las civilizaciones sumeria, acadia, griega, egipcia, entre otras.

La civilización sumeria que se desarrolló en la Mesopotamia (al sur de Irak) entre los años 4500 al 1900 a.C., inventó la escritura cuneiforme, organizó el Estado, desarrolló la agricultura y creó los primeros códigos de leyes (Hammurabi), miles de años antes de Jesucristo, algo impresionante para la época. Pero ese territorio ahora tiene una población con muchas divisiones sectarias y conflictos internos, inestabilidad política, corrupción estructural y está luchando por recuperar sus valores culturales. Irak es un país que debe entristecerse cuando compara su presente con su gloria pasada. Pero eso no es nada extraño y lo vemos repetirse constantemente en la historia, pero seguimos sin aprender la enseñanza que hay detrás de ese fenómeno.

Normalmente creemos que cuando un país alcanza un alto nivel de civilización se aparta de la barbarie para siempre, no habiendo retroceso, pero no es cierto. El grado de desarrollo social, cultural, ético y espiritual es muy condicionado por el entorno social, pero es dependiente del esfuerzo que debe hacer cada individuo, familia, grupo humano, pueblo o nación, por superarse día a día. Porque en cualquier momento una persona podría mostrar un comportamiento que aparente ser más animal que humano.

Siempre me llamó la atención saber cómo la multitud en pueblos antiguos se agrupaban para ver apedrear, ahorcar, echar a los leones o crucificar a los condenados, pero pensaba que se debía al atraso social que presentaban. No obstante, la Revolución Francesa acontece en el siglo XVIII y resulta que la guillotina era todo un espectáculo popular.

El mundo se sacudió horrorizado cuando se enteró de la masacre cometida por el nazismo con millones de judíos en campos de concentración y la justicia internacional cayó con dureza sobre alemanes responsables. Pero es impresionante saber que en Israel actualmente se organizan paseos para observar los bombardeos en áreas civiles en la Franja de Gaza. Personas del mismo pueblo que fue torturado inmisericordemente, causando consternación al mundo entero, ahora acuden a divertirse viendo las bombas caer sobre las edificaciones palestinas. Obviamente hay que reconocer que seguramente muchos israelíes no considerarían divertido el espectáculo, independientemente de que aprueben los bombardeos o no.

Nacer en una nación muy civilizada, con valores éticos muy elevados, buena estructura moral y en familias honorables, no garantiza que alguien no sea un degenerado, psicópata, asesino o corrupto. Mi abuelo podría haber sido una maravilla, pero siempre habrá que valorar quién soy yo.

Indiscutiblemente nacer y crecer con buenas oportunidades de superación aporta muchas posibilidades de que se pueda alcanzar un buen desarrollo personal.

Todos somos animales con un alto potencial para ser racionales, pero es evidente que hay humanos, que, por diversas circunstancias, no logran mucha diferenciación de otros tipos de animales. Debemos reconocer que, en los perros, que creemos que son irracionales, podemos ver altos niveles de nobleza, empatía, amor, solidaridad, y parecería una falta de consideración compararlos con algunas bestias humanas.

No, no somos los únicos inteligentes. Hemos visto inteligencia en todos los seres vivos. Las plantas tienen su propia inteligencia que las lleva a adaptarse a los retos del medio y a responder a estímulos, aunque por supuesto no a los mismos estímulos que nosotros; incluso hemos sabido que existe una red de hongos (hongos micorrízicos) que funciona como un sistema nervioso que comunica a una planta con las que le rodean, permitiendo colaboraciones entre ellas. También comenzamos a descubrir un poco del lenguaje de las hormigas, las abejas, los monos y las ballenas. Pese al nivel de inteligencia que hemos desarrollado, los animales podrían sorprenderse con las bestialidades que hacemos.

El nivel de desarrollo tecnológico que hemos alcanzado es altamente peligroso por la grave deficiencia humanista que tenemos, no es preciso que seamos buenos, bastaría con que verdaderamente seamos racionales.

Luis Ortiz Hadad

Médico

El Dr. Luis Ortiz Hadad, nació en Santo Domingo, República Dominicana, el 17 de septiembre del 1958. Graduado de Doctor en Medicina en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en el 1983. Realizó estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España (1984-1986). Se especializó como Cirujano General en el Hospital Central de las FFAA-Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en (1988-1992). Haciendo la subespecialidad en Cirugía Colorrectal en Marsella, Francia (2000-2001). Es Psicólogo Clínico egresado con los máximos honores de la Universidad de la Tercera Edad (2022). Ha sido profesor de Anatomía y Cirugía por más de 20 años en la Universidad Iberoamericana (UNIBE). Es miembro del Comité Editor de la Revista Archivos Médicos Dominicanos (AMED). Presidente de la Sociedad Dominicana de Coloproctología (2011-2013), Presidente de la Academia Dominicana de la Medicina (2016-2018) y Presidente de la Sociedad Dominicana de Médicos Escritores (2023-2025). Es miembro del Colegio Médico Dominicano, del Colegio Dominicano de Cirujanos, de la Sociedad Dominicana de Coloproctología, Asociación Latinoamericana de Coloproctología, Academia Dominicana de Medicina, del Colegio Dominicano de Psicólogos (CODOPSI) y de la Sociedad Dominicana de Médicos Escritores. Presta sus servicios como Cirujano Coloproctólogo y Coordinador del Internado de Cirugía de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) en el Centro de Diagnóstico Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT), donde también desarrolla desde el 2022 un programa de Meditación Terapéutica Racional Emotiva. Es escritor de artículos semanales en el periódico acento desde el 2020 y es autor de los libros: Cincuenta Reflexiones. Breve guía para el Homo sapiens y Piensa bien, Vive mejor: Una terapia racional emotiva social. Es reconocido por sus actividades a favor de un mayor desarrollo humano como estrategia prioritaria para el mundo de hoy y enseñanzas de autoayuda basadas en las neurociencias.

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