El pasado jueves 16 de octubre fui amablemente invitado por el veterano periodista Miguel Guerrero a participar en su prestigioso programa “El Debate” -gracias a mi buen amigo Thiaggo Marrero, quien cortésmente ofreció referencias nuestras-. El espacio, se transmite los sábados a las 11 de la noche por CDN, canal 37. En dicha ocasión, tuvimos la oportunidad de comparecer al lado de los renombrados colegas el Dr. Pascal Peña y la Licda. Aurora Rosario Díaz. El tema abordado: “El conflicto judío-palestino y el futuro de la Franja de Gaza”.
Debo iniciar subrayando que el señor Miguel Guerrero hace ya bastante tiempo es un esmerado estudioso del tema desde antes de este humilde servidor nacer, pues don Miguel es autor del libro “En la tierra prometida: (reportajes sobre Israel)”, publicado por Editora del Caribe en 1979. Hasta el momento, no he tenido el privilegio de leerlo, sin embargo, espero que en algún momento me lo haga llegar de regalo -sin presión, don Miguel-. Muy a pesar de todavía no haber podido disfrutar del estudio y análisis de esta obra, exponiendo en aquel panel pude percatarme que la posición de Guerrero es definitivamente pro-Israel.
A propósito de todo lo anterior, entiendo pertinente plasmar algunas consideraciones sobre el tema que surgieron en el marco del mencionado programa que, a mi juicio, permiten ser puntualizadas y esclarecidas a modo de comprender con mayor precisión el conflicto árabe-israelí, devenido hoy -y desde hace ya varias décadas atrás- en el conflicto palestino-israelí.
Como decía Voltaire: “la escritura es la pintura de la voz”. Pensando en eso, me he propuesto escribir este artículo para “dibujar” mis ideas sin la presión psicológica -¿y física, también?- que enfrasca la dinámica de un programa televisivo y, sobre todo, escabulléndome del afán del debate con límites de tiempo que obliga a una debida cortesía hacia los demás panelistas, teniendo control en la extensión de respuestas, situación que muchas veces provoca que ciertos datos no sean abordados con la profundidad que se amerita o al menos no de forma suficientemente comprensible -a ver, que tampoco es que yo sea un orador como Demóstenes-.
Entonces:
- ¿Quién llegó primero?
Esta pregunta quedó sin respuesta clara en el programa pues, lógicamente, responderla implicaba extenderse demasiado en un espacio breve y limitado. Pero haciendo un abuso de la síntesis sobre un devenir histórico profundamente complejo y denso, me permito hacer la siguiente indicación:
Jehová habló a Abraham dirigiéndole a la tierra prometida en la que “fluye leche y miel”: Canaán. Por lo que Abraham partió de Ur (hoy día Irak) hacia la indicada zona. Pero resulta que la tierra prometida no era “tierra de nadie” o res nullius, sino que allí habitaban diversos pueblos. De hecho, en las Sagradas Escrituras, concretamente en Deuteronomio 7:1, se dice que: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gerseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú …”
Derrotados los mencionados pueblos, los descendientes de Abraham (las 12 Tribus de Israel) permanecieron en la zona durante un periodo de tiempo más o menos prolongado que se constituyó en una época de gran esplendor para los judíos, donde figuras como el Rey David y el Rey Salomón reinaron y dejaron su impronta. Pero, luego, los judíos fueron expulsados de su tierra prometida a lo largo de varias etapas históricas por los Romanos, que son quienes denominan a la zona como “Palestina”, lo que dio paso a la llamada “diáspora judía”, que se diseminó por todo el entonces mundo conocido.
No fue sino hasta finales del siglo XIX que la idea sionista se consolida de la mano, principalmente, del austrohúngaro de origen judío Theodor Herzl, fundador del sionismo político, como le llama Pedro Cobo, con la creación de la Organización Sionista Mundial y con las conocidas “Aliá”, mejor dicho, “Aliot”, en plural, o sea, las oleadas de retorno de judíos a la tierra prometida. Para entonces, esa zona pertenecía al Imperio Otomano, habitado por árabes musulmanes y cristianos, así como por una pequeña cantidad de judíos, particularmente sefardíes, muchos de los cuales provenían a razón de la expulsión de judíos de España en 1492, mediante el Edicto o Decreto de la Alhambra.
Podemos dejar hasta aquí la cronología histórica, para no entrar en los detalles de cómo Francia y Reino Unido se reparten Oriente Próximo vía el acuerdo Sykes-Picot de 1916 -que creo yo tuvo muchísimo que ver con el conflicto en la zona-, lo relativo a la Declaración de Balfour de 1917, donde Reino Unido respaldó la idea de un “hogar nacional para el pueblo judío” en la zona de Palestina, ni en cómo manejó Reino Unido el Mandato de Palestina, por encomienda de la Sociedad de Naciones.
En fin, lo que quiero decir es que, a mi juicio, el argumento de “quién llegó primero”, quizás, no sea el más adecuado para defender la causa sionista. No solo por lo antes indicado, sino, muy especialmente, porque en ocasión de la Resolución No. 181 de la ONU, del 1947, técnicamente, El Estado Árabe -como le llama expresamente la referida Resolución- y el Estado Judío “nacieron” al mismo tiempo. Lo único que Israel sí formalizó su independencia en el 1948 –con gran apoyo internacional, recordando la muy especial “sensibilidad” que a la fecha existía respecto a la causa judía, en ocasión de la 2nda Guerra Mundial-, mientras que el Estado Árabe que se pretendía, fue rechazado por los propios árabes, al menos en la forma en que fue “diseñado” por la ONU.
- Palestina es un Estado reconocido
Otra cuestión importante que abordamos en el programa fue la cuestión de la condición de Estado de Palestina. Como decía de manera reiterada don Miguel, “evidentemente”… Pero, no obstante lo evidente del asunto, hay cuestiones importantes a desbrozar. Y es que, si bien Israel no reconoce a Palestina como un Estado, la verdad es que muchos otros países -más de 150- sí lo reconocen como tal. En ese sentido, la Convención de los Derechos y Deberes de los Estados o Convención de Montevideo de 1933 consagra los factores que constituyen a un Estado: población, territorio, gobierno y la capacidad de relacionarse en el ámbito internacional. En esa línea, la ONU ha catalogado al Estado Palestino como un “Estado Observador No Miembro” en el año 2012, dejando atrás el mote anterior de “Entidad Observadora” -son muy cuidadosos del lenguaje-.
Claramente, el aspecto crucial acá es el siguiente: ¿Palestina, como Estado, cumple con los requisitos que establece la mencionada Convención de Montevideo? Como hemos dicho, más de 150 países consideran que sí. No cabe dudas de que Palestina tiene una población y que tiene la capacidad de relacionarse en la palestra internacional. Pero, el asunto se complica respecto a lo siguiente:
- no tienen un territorio definido, o sea, parte de su territorio está en disputa e incluso ocupado por asentamientos israelíes -como ocurre en Cisjordania, por ejemplo-; y,
- tienen un “gobierno” -la Autoridad Nacional Palestina- que es reconocido a nivel internacional pero que solo tiene “control efectivo” -si es que se puede afirmar eso- de Cisjordania; mientras que, en la Franja de Gaza, el “gobierno palestino” lo detenta Hamás -grupo extremista, islamista, radical, catalogado como terrorista por varios países-.
A propósito de lo anterior, en cuanto a la condición de Estado o statehood de Palestina, es bueno recordar el caso de Albania en la época cercana a la 1era Guerra Mundial, la cual obtuvo su independencia no obstante parte importante de su territorio era disputado por potencias vecinas; así como los casos de Bosnia-Herzegovina y de Kosovo, respecto al tema de la existencia de un gobierno, tal como los explica Malcom Shaw en su obra “Derecho Internacional” -personalmente, mi obra predilecta de Derecho Internacional Público-. Veamos:
En el caso de Bosnia-Herzegovina, el Acuerdo de Paz de Dayton de 1995 preveía el nombramiento de un Alto Representante como “autoridad final en el teatro de operaciones” en lo que respecta a la aplicación del acuerdo. Ese Alto Representante era nombrado por la Junta Directiva del Consejo de Aplicación de la Paz, un grupo de cincuenta y cinco países y organizaciones internacionales que patrocinaban y dirigían el proceso de aplicación de la paz, y este nombramiento era refrendado a continuación por el Consejo de Seguridad de la ONU. La comunidad internacional consideró que nada de esto afectaba al estatus de Bosnia-Herzegovina como Estado independiente.
Más controvertido aun: tras un periodo de administración internacional, Kosovo declaró su independencia el 17 de febrero de 2008, señalando específicamente que aceptaba las obligaciones para Kosovo en virtud de la Propuesta Integral de Acuerdo sobre el Estatuto de Kosovo (el Plan Ahtisaari). Este Plan pedía “independencia con supervisión internacional” y las obligaciones para Kosovo incluían garantías de derechos humanos y descentralización, junto con una presencia internacional para supervisar la aplicación del Acuerdo. Las disposiciones del Acuerdo debían prevalecer sobre todas las demás disposiciones legales de Kosovo. La presencia internacional adoptaría la forma de un Representante Civil Internacional (RCI), que sería también el Representante Especial de la Unión Europea, nombrado por el Grupo Directivo Internacional. El ICR sería la autoridad final en Kosovo en lo que respecta a la interpretación de los aspectos civiles del Acuerdo y, en particular, tendría la capacidad de anular decisiones o leyes adoptadas por las autoridades de Kosovo y de sancionar y destituir a los funcionarios públicos cuyas acciones se considerasen incompatibles con los términos del Acuerdo. Además, una presencia militar internacional, dirigida por la OTAN, garantizaría un entorno seguro en todo Kosovo.
En fin, queda claro que incluso en condiciones de evidente debilidad del gobierno y de fuertes disputas territoriales respecto a un Estado, la condición de Estado o statehood puede ser reconocida y aceptada por la comunidad internacional en diversos casos.
- Israel y el bloqueo a la Franja de Gaza
Conversábamos también que en la llamada “Guerra de los 6 días” Israel ocupó extensiones de territorio que les fueron arrebatadas a sus contrincantes en ese momento -Egipto, Siria, Jordania e Irak-. Por ejemplo, de Siria ocupó los Altos del Golán, de Egipto ocupó la Franja de Gaza y la Península del Sinaí y de Jordania ocupó Cisjordania. No entraré en los detalles respecto a si tales territorios eran realmente propiedad o no, desde la perspectiva del Derecho Internacional Público, de los países que lo reclamaban.
Lo que sí quiero resaltar en este punto es que, en el caso concreto de la Franja de Gaza, Israel la desocupó en 2005 “aunque mantiene un bloqueo por aire, mar y tierra”. Se afirma que por razones “evidentes” de seguridad, Israel debe tener un control estricto de la zona. Esto pudiera aceptarse, siempre y cuando no se transgredan las normas de Derecho Internacional Humanitario, como algunos consideran que ha efectivamente sucedido. Y es que en ocasión de los acontecimientos cruentos del pasado 7 de octubre de 2023, ese “control efectivo” que detenta Israel sobre el territorio gazatí -donde no entra ni sale nada sin la anuencia y el control estricto de Israel- devino en un bloqueo total, que ha sido considerado por algunos como contrario al Derecho Internacional Humanitario, particularmente, el IV Convenio de Ginebra, por impedirle a la población civil recibir elementos esenciales para la vida como medicamentos y alimentos.
- Paso fronterizo de Rafah / El ideal de Israel
Dos datos en particular parecieron sorprender a don Miguel Guerrero -o eso percibí por su reacción-. El primero fue el dato de que el paso fronterizo de Rafah, si bien geográficamente comunica a Egipto y la Franja de Gaza, la verdad es que dicho paso fronterizo se gestiona en consenso -en términos fácticos- con Israel. Y de eso dan cuenta varios análisis, donde se hace indicación precisa de que:
- Rafah no funciona como una frontera común y corriente, pues abre y cierra intermitentemente y de manera selectiva;
- Esta gestión sui generis de Rafah es así porque Israel tiene mucha influencia sobre ese paso fronterizo, de hecho, para entrar a Gaza por esa vía se necesita permiso del gobierno de Egipto o de Israel; y,
- Por si fuera poco, el propio Egipto ha manifestado que Israel es el único responsable del cierre que se produjo en Rafah, luego del 7 de octubre 2023.
El segundo aspecto es el dato de que una parte importante de lo que puede entenderse como el proyecto nacional de Israel, según la visión sionista (por lo menos desde la óptica revisionista-religiosa que gobierna actualmente, en la persona de Netanyahu), consiste en:
i. ser un Estado judío;
ii. ser un Estado democrático; y
iii. tener control del territorio palestino.
Sobre los puntos i y ii, varios analistas vislumbran una incompatibilidad, sobre la base de que mantener esos dos ideales simultáneamente genera tensiones estructurales. Pero sobre el punto iii, consideramos que la intención de control queda clara por hechos muy concretos: el bloqueo en Gaza; los asentamientos en Cisjordania o la West Bank, y de Jerusalén del Este. Habiendo incluso facciones que impulsan la idea de que se anexione parte o la totalidad de la West Bank o negar la creación de un Estado palestino independiente.
En conclusión, hay infinidad de aristas, perspectivas y ópticas en la que un conflicto como este puede ser analizado y ponderado muy particularmente por el hecho de que en él se conjugan factores jurídicos, históricos, políticos y religiosos… ¡Nada mal para una conversación familiar a la hora del almuerzo en el fin de semana con el tío que empina demasiado el codo y le gustan las teorías de conspiración!
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