En la sociedad dominicana, particularmente en la opinión pública progresista, surgen de forma coyuntural, algunas preguntas sobre el mal desempeño político-electoral de la izquierda dominicana durante el período de consolidación de la democracia dominicana. Las respuestas pueden ser múltiples y muy variadas. Aún así, asumiendo el riesgo de parecer parcial o muy simplista, el objetivo de este artículo es tratar de indagar sobre las respuestas posibles a estas preguntas.

En principio, partimos del supuesto que el conjunto de partidos que normalmente llamamos de izquierda, presentan cierta complejidad en su definición. Estas instituciones políticas, al igual que los partidos de derecha, no son homogéneas en su estructura organizacional, ideologías políticas, actores y, sus estrategias de reclutamiento de su base social de seguidores políticos. Hablar de izquierda es una generalización que presenta ciertas dificultades.

Los partidos de izquierda son muy heterogéneos. Tradicionalmente se piensan como organizaciones de cuadros, de élites políticas, que organizan y dirigen las masas en un período de conflicto, ruptura o transición. En la actualidad, mayoritariamente, están formados por una clase media profesional, profesores, estudiantes y cuadros políticos universitarios que comparten una ideología política neomarxista y, sus variantes leninista, maoísta, castrista, democrática y otras.

Ideológicamente, también están muy diferenciados pues existen los llamados partidos de la izquierda tradicional que, a pesar que hablan de democracia, sus cuadros persisten en cierta forma de autoritarismo: La revolución armada, la política de asalto al Estado, sin la participación de la sociedad civil y los ciudadanos. Existe también, la nueva izquierda, ideológicamente más liberal y democrática, que asume los retos y riesgos de participar en los procesos electorales.

En general, la izquierda, a diferencia de la derecha, se caracteriza por unas series de principios políticos, morales e ideológicos, que suelen centrarse fundamentalmente en las luchas socioeconómicas de los trabajadores por la igualdad social, en contra de la explotación laboral, los bajos salarios y, la desigualdad social. Y, cada día más, organizan su agenda y prácticas políticas a partir de las luchas que llevan a cabo los nuevos movimientos sociales.

Ideológicamente, la izquierda democrática-electoral favorece una filosofía pública progresista de mayor intervención del Estado en la sociedad, del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo en caso de un embarazo no deseados, en favor de las demandas populares por mejores servicios públicos, de protección del medio ambiente y el respecto por los derechos humanos.

Por tanto, los partidos políticos de izquierda resultan necesario e imprescindibles para el equilibrio del poder político en los gobiernos democráticos, pues se constituyen como contrapoder, como medio de resistencia, a la tendencia a la centralización del poder de las élites políticas y empresariales representadas en los partidos de derecha.

Desde estas consideraciones políticas y normativas, de la necesidad de una nueva izquierda democrática-electoral, que sirva de contrapeso al poder de las élites tradicionales que nos gobiernan y, conecte con los anhelos y esperanzas de los buenos dominicanos de construir una mejor sociedad, nos preguntamos ¿cómo ha incidido el proceso de democratización en la crisis actual de la izquierda dominicana?

Para intentar responder a esta pregunta, a  manera de hipótesis (supuestos), vamos a tomar en cuenta dos macro-procesos sociales: Primero, a  nivel externo-global, la crisis de legitimidad de los llamados países el socialismo real, la caída del muro de Berlín, el fin de la guerra fría, el desencantamiento del marxismo y, la hegemonía de la ideología política neoliberal. Y, segundo, a nivel interno, debemos considerar las consecuencias del nuevo capitalismo neoliberal, el profundo deterioro de las instituciones políticas tradicionales,  el auge de patrimonialismo, la corrupción y el clientelismo, los cambios tecnológicos y, culturales que impactan las preferencias políticas de los dominicanos.

Por un lado, la crisis del socialismo real, está vinculada a los problemas de competitividad económica y tecnológica que enfrentaron los países socialistas, particularmente, los de Europa del Este y la Unión de República Socialista Soviética (URSS), durante la segunda mitad del siglo XX. Esta crisis culminó con la caída del muro de Berlín en 1989 y, el fin de los regímenes socialistas a principios de la década del noventa.

En primer lugar, la economía centralizada de la URSS, se volvió deficiente, producto de los bajos niveles de innovación tecnológica, productividad y competitividad. En ese sentido, la falta de un mercado libre competitivo, de incentivos a los trabajadores y, de innovación tecnológica, resultaron en una producción de baja calidad y, la escasez de bienes y servicios fundamentales.

Además de las crisis económicas, los regímenes socialistas se militarizaron y se volvieron cada vez más autoritarios, suprimiendo el desarrollo de una sociedad civil autónoma, de movimientos sociales independientes del Partido único y, limitando los derechos de la opinión pública y la libre circulación de sus ciudadanos.

La debacle económica, el autoritarismo político y la falta de libertades políticas de los ciudadanos en la URSS, produjo una crisis de legitimidad del socialismo real y el desencantamiento de las variantes de las ideologías políticas neo-marxistas. En esta coyuntura, los partidos de izquierdas entraron en una profunda crisis de legitimidad y representación  políticas e ideológicas. Con la caída de socialismo real, los partidos de izquierda  fueron perdiendo credibilidad en la sociedad civil y, los ciudadanos a nivel global y nacional.

La combinación de estos cambios económicos, políticos, tecnológicos y culturales a nivel global, llevó a un colapso progresivo de los sistemas socialistas en Europa del Este y en Rusia, resultando en transiciones hacia economía de mercado, sistema de partidos multipartidista, competencia electoral y, el predomino de una filosofía pública neoliberal.

En ese sentido, la presión de la apertura económica de la globalización encabezada por los Estados Unidos, la desigualdad en la competitividad que introdujo la revolución tecnológica , la tercera oleada del proceso de democratización a nivel global y el incremento de las expectativas de bienestar y consumo de los ciudadanos, acentuaron las insuficiencias de los partidos de izquierda, de la ideología marxista y profundizaron el deterioro de la relación de la izquierda con la sociedad civil y los ciudadanos.

En nuestro país, con la caída de la dictadura de Trujillo en 1961, se produjo una transición de un sistema político autoritario a uno democrático liberal, de un Estado autocrático a un Estado democrático, de un sistema de partido unipartidista al multipartidismo y, de una sociedad civil tutelada por las élites políticas y religiosos (logias, clubes), a una sociedad civil vinculada a las luchas populares por la ampliación de las libertades públicas y los derechos sociales donde la izquierda tuvo gran protagonismo.

Así mismo, bajo la influencia de la Revolución Cubana y, la guerra de abril del 1965, la izquierda dominicana se fortaleció, debido a su notable participación en el conflicto armado. Los partidos como el Catorce de Junio (1J4), el Partido Socialista Popular (PSP), y el Movimiento Popular Dominicano (MPD), adquirieron mayor popularidad y reagruparon alrededor de los comandos, teniendo una notable participación caracterizada por su heroísmo y sacrificio.

Por su notable participación en la coyuntura del conflicto armado, los partidos de izquierda obtuvieron el apoyo de los trabajadores y la juventud dominicana. Bajo la influencia de la revolución armada en cuba y, la guerra de abril, las clases o grupos sociales, se polarizaron ideológicamente, entre conservadores y revolucionarios. Un sector de la izquierda se militarizó, las posiciones políticas se radicalizaron y las luchas políticas se plantearon en términos de luchas armadas: guerras de guerrillas, del campo a la ciudad y el asalto al Estado sin la participación de la sociedad civil, los movimientos sociales y los ciudadanos.

Durante los doces años de Balaguer, se llevó a cabo una intensa represión de la oposición política. Creció la llamada izquierda revolucionaria radical. Muchos dirigentes de izquierda fueron asesinados, encarcelados o deportados, llevando a la izquierda a la clandestinidad, la militarización y la radicalización política.

Durante el período del régimen autoritario de Balaguer, se incrementó la conflictividad política, el auge del movimiento sindical, el crecimiento de las demandas y luchas populares, el desarrollo del movimiento estudiantil y la aparición de los clubes culturales en los barrios populares, haciendo posible el fortalecimiento de los vínculos de los partidos de la izquierda con los sectores populares.

Sin embargo, a partir de 1978, con la segunda oleada del proceso de democratización y la llegada al poder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), la posición de la Izquierda comienza a cambiar. Se produjo una nueva configuración del sistema político dominicano. En la coyuntura de los ocho años de gobierno del PRD, se ampliaron las libertades públicas, se produjo el regreso de los exiliados, se establecieron las garantías mínimas para participar en los procesos electorales y, se redujo el autoritarismo político.

Durante el período del PRD en el poder, algunos dirigentes de la izquierda se integraron como ideólogos, técnico y profesionales en la administración pública. Con las crisis económica de los ochenta, que llevo al PRD a un acuerdo con el fondo monetario, se produjo la movilización del movimiento obrero, estudiantil y popular, incrementando las protestas sociales, donde el punto culminante fue la revuelta de abril de 1984. En esta coyuntura, un sector importante de la izquierda dominicana, reconstruye su estrategia política y organiza su trabajo en los barrios populares. En 1982, surge el Comité de Lucha Popular (CLP) formados, fundamentalmente por activistas y simpatizantes de los partidos de izquierda y representantes de la comunidad religiosa de base.

La crisis económica y política de los años ochenta, la llamada década perdida, produjo el retorno de Balaguer a la presidencia (1986-1996). En este contexto, se produce la pérdida del apoyo social-popular del PRD y, se incrementa la simpatía de los sectores medios y profesionales hacia el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), mientras que los partidos de la izquierda profundizan sus vínculos con el movimiento popular y las protestas sociales.

Con la llegada del PLD (1996-2000 y 2004-2012), se abre en la historia política dominicana un tercer ciclo del proceso de democratización llamado de “consolidación democrática”. Durante este período, se profundizan las tendencias de apertura democrática del sistema político y electoral, como también la expansión de la sociedad civil, la diversificación de la opinión pública, la aparición de nuevos movimientos sociales y se intensifican las luchas por los derechos de los grupos minoritarios: las mujeres, homosexuales y, los derechos humanos de las minorías étnicas.

Con la inserción del país a la economía global, informacional y neoliberal, se produce un fortalecimiento de la economía de servicios y, el desarrollo de una clase media profesional y empresarial, reduciendo el peso de la representación laboral y sindical en las luchas sociales y políticas.

En este escenario de hegemonía neoliberal, de crisis del discurso marxista-socialista, del deterioro de la capacidad de organización, movilización de los sindicatos y trabajadores, del pluralismo de la opinión pública, los medios de comunicación y, los nuevos movimientos sociales, los partidos de izquierda dominicana entran en un proceso de crisis de representatividad y legitimidad política.

Muchos dirigentes de izquierda se mantienen atados al pasado, a los años gloriosos de la sublevación de Manolo, la revolución de Abril, los mártires de los doces años y la memoria de Caamaño, otros se han desilusionado de la utopía marxista y, se han integrados a los partidos de derecha como dirigentes políticos y funcionarios de Estado. Poniendo en evidencia, las enormes dificultades del liderazgo de izquierda de entender la sociedad donde vivimos y, responder a las complejidades de la democracia dominicana.

Wilson Castillo

Sociólogo, profesor.

Sociólogo, con maestría en sociología por la universidad del país vasco y metodología y epistemología de la ciencia en la UASD. Profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y actualmente Director de investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de dicha universidad. Especialista en teoría social y culturas juveniles.

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