En una reunión cargada de simbolismo político y diplomático, Rusia y Siria escenificaron la normalización de sus relaciones bilaterales en Moscú, marcando así el inicio de una nueva etapa tras el derrocamiento de Bashar al-Assad en diciembre de 2024. Asaad al-Shibani, ministro de Asuntos Exteriores del nuevo gobierno sirio, encabezó la primera delegación oficial en llegar a la capital rusa.

La visita de la delegación siria a territorio ruso es un intento explícito de ambas naciones de replantear su cooperación estratégica. “Estamos agradecidos a Rusia por la invitación, que consideramos la plasmación del deseo mutuo de abrir una nueva página en nuestra cooperación, cimentada en el respeto de la soberanía y los asuntos internos de ambos países”, afirmó Asaad al-Shibani, ministro de Asuntos Exteriores de Siria en una conferencia de prensa, luego de ser recibido por el presidente Vladímir Putin y el canciller Serguéi Lavrov.

El diplomático aseguró que Siria atraviesa una etapa de reconstrucción nacional y necesita “amigos y socios” para superar los desafíos del postconflicto. “Nosotros representamos hoy a la nueva Siria”, remarcó y dijo que su país está decidido a fortalecer sus vínculos con Moscú sobre la base del respeto mutuo y la colaboración.

Por su parte, Lavrov reconoció la voluntad del nuevo liderazgo sirio y expresó el respaldo de Rusia a la reconstrucción del país árabe. “Reafirmamos nuestro apoyo a la preservación de la unidad, la integridad territorial y la independencia de la República Árabe Siria y estamos dispuestos a brindar al pueblo sirio toda la asistencia posible para la reconstrucción posconflicto”, señaló.

Además, destacó que Rusia desea trabajar con “todas las confesiones y pueblos” presentes en Siria para avanzar en la “concordia nacional” y en la preparación de elecciones inclusivas que integren a todos los grupos étnicos.

El nuevo enfoque multilateral tras la caída de Al-Assad

La ofensiva rebelde que derrocó al antiguo aliado ruso Bashar al Asad el pasado diciembre abrió un nuevo capítulo en la historia siria, obligando a Moscú a recalibrar su postura ante un nuevo liderazgo encabezado por Ahmed al Sharaa. Aunque Al Asad recibió asilo político en Rusia, Moscú optó por no intervenir militarmente para evitar su caída, centrando sus esfuerzos en preservar su influencia geoestratégica mediante vínculos con las nuevas autoridades.

En ese marco, el Kremlin ha promovido una política de diálogo con Damasco. Lavrov insistió en que “las sanciones occidentales deben ser levantadas de una vez y para siempre”, al considerar que éstas “perjudicaron exclusivamente al pueblo sirio y no a los dirigentes políticos”.

Asimismo, agradeció a las nuevas autoridades por “garantizar la seguridad de los ciudadanos rusos y las instalaciones rusas” aún presentes en el país, en alusión a las bases militares de Latakia y Tartus, cuyo futuro aún permanece sin definir.

La presencia militar rusa en Siria ha sido un punto sensible desde el inicio de la guerra civil. Si bien ni Lavrov ni Shibani se refirieron públicamente al tema, el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Vershinin, confirmó que los contactos bilaterales al respecto continúan. Rusia, además, ha enviado cargamentos de petróleo a Siria, con intención de mantener la cooperación logística y energética.

Israel y el futuro de Siria

La tensión regional también se filtró en los discursos de la cumbre. Tanto Shibani como Lavrov condenaron los recientes ataques israelíes sobre suelo sirio, los cuales fueron interpretados como una amenaza directa a la estabilidad y soberanía del país.

“Israel utiliza a las minorías como excusa para interferir en territorio sirio”, denunció el canciller sirio, quien además acusó a ciertos actores internacionales de querer mantener una Siria “débil y dividida”. En la misma línea, Shibani aclaró que el nuevo gobierno “no tiene intenciones hostiles hacia Israel” y subrayó: “estamos cansados de la guerra de los últimos 14 años”.

En respuesta, Putin instó recientemente al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a buscar “soluciones pacíficas a los conflictos en Oriente Medio”, haciendo énfasis en “la importancia de apoyar la unidad, soberanía e integridad territorial de Siria, y fortalecer su estabilidad política”.

Sin mencionar a Bashar al Asad, Shibani explicó que Siria ha conformado un comité para revisar los acuerdos previos con Rusia y pidió al Kremlin que respalde el camino hacia una nueva institucionalidad. “Nuestro viaje a Moscú tiene como objetivo iniciar una discusión necesaria, basada en las lecciones del pasado, para formular el futuro”, explicó.

Una Siria que busca mantener la diplomacia regional

En el plano diplomático, Lavrov invitó al presidente Ahmed al Sharaa a participar en la cumbre Rusia-Liga Árabe, programada para el 15 de octubre en Moscú. “Esperamos que el presidente Al-Sharaa pueda participar en la primera cumbre Rusia-Liga Árabe”, declaró. 

Rusia, por su parte, busca mantener su papel como actor relevante en el tablero geopolítico de Oriente Medio, incluso mientras sus recursos militares están centrados en Ucrania. La reconfiguración del poder en Siria obliga al Kremlin a negociar nuevos equilibrios con actores que hasta hace poco eran considerados enemigos, como los líderes rebeldes que ahora controlan Damasco.

En este sentido, la visita de Shibani también sirvió para destacar la voluntad siria de construir “una Siria unida”, superando las divisiones sectarias y étnicas que alimentaron el conflicto armado. “Muchos países quieren estabilidad y seguridad en Siria”, señaló, “pero hay algunos que quieren demostrar que el gobierno es incapaz de proteger a las minorías o que hay problemas internos”.

Con EFE, AP y Reuters.

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